ara las letanías de Doña Sara en este momento. Me quedé un rato ahí pensando en la mierda que había hecho anoche, una vez más tenía la cabeza gacha y me acosté con Luiza Sales, ella ya me habí
s que existen las debe tener y ni siquiera lo conozco bien, estoy enojado Adriano, ¡muy enojado con este señor, Jones! Dije, irritándome aún más. "¿Nunca lo has conocido, John?" - Negué con la cabeza - Por suerte para ti, te tomó tres años toparte con él, ya estamos acostumbrados a ti aquí , simpatía, lo mejor es que tomes agua con azúcar y evites a este hombre, no es agradable para ti Ud. aquí no hay nadie, no es a propósito que su apodo sea pinscher, porque solo ladra pero no muerde, pero nadie tiene el coraje de acercarse. Me eché a reír, fui a la cocina, tomé un vaso de agua, me lo bebí y volví a mi mesa, poniendo en marcha ese equipo. "Necesito encontrar una manera de arreglar esta computadora para el final del día si no tenemos el chip. ¿Todos tenemos chip o solo tú? "Todos nosotros." Le hice una mueca. "Terminé derramando los frijoles y diciendo algo incorrecto, Adri. "¿Qué hiciste, Johnlline, qué le dijiste a Jones?" Empecé a jugar con el equipo. "Le insinué que teníamos muy poco personal para ocuparnos de un edificio tan grande y se ofendió porque lo estaba enfrentando, y dijo que reemplazaría a todo el equipo si no seguíamos el ritmo. Miró con los ojos muy abiertos. "Johnlline, ¿tú no hiciste eso?" ¡ Mujer, si esto cae en la boca de Marcos, te mata! "Es por eso que necesito arreglar esta computadora para el final del día y no puedo perder ningún archivo de su secretaria, lo que se suponía que era su culpa terminó sobre mis hombros. - Buena suerte John, si necesitas ayuda llámame. Dijo que todo me ayudó. Estaba tan concentrada en esa computadora que ni me di cuenta del tiempo que pasaba, la gente ya había salido a almorzar y yo seguía ahí, aún quedaba mucho por hacer, así que decidí saltarme el almuerzo. La tarde pasó rápido, cuando vi que era hora de partir. "¿Te vas a quedar hasta tarde, John?" - preguntó Lúcio - Sí, lo haré, ya casi termino este cuaderno y me voy . - Qué lástima te invitaría a tomar un café conmigo en la nueva cafetería que abrieron en la esquina, pero déjalo para la siguiente, entonces. Por suerte para mí, había estado esquivando los avances de Lucio durante mucho tiempo, tal vez él no se dio cuenta de que no quería nada, pero al mismo tiempo sentía pena por él, así que siempre me inventaba una excusa. "Bueno, eso es una verdadera lástima. No perdí la esperanza, pero sabía que volvería a llamar. Me quedé ahí sola esperando que la computadora terminara de instalar el programa, aproveché para ir al baño, me solté el cabello masajeando mi cuero cabelludo, estaba demasiado cansada ese día, me miré en el espejo, encendí la grifo, me lavé la cara, me solté el pelo y volví a mi mesa. Tan pronto como terminé la instalación, revisé todos los documentos en la computadora y por suerte no había perdido nada. Cogí mi bolso, apagué las luces y me dirigí al ascensor, iba subiendo al ala presidencial, dejaría la libreta y me iría a casa, en cuanto paró el ascensor entré en la habitación, solo quedaban unos luces tenues encendidas, Alice debería haberse ido, al menos podría haberme advertido dónde dejaría esta computadora, caminé detrás de su escritorio, creo que si la dejo aquí sobre la mesa nadie se moverá, estaba poniendo el cuaderno sobre la mesa, cuando alguien dijo: "¿Qué haces aquí a esta hora?" - Me dio un susto golpeando mi espalda contra la pared, en cuanto miré al frente, el Sr. Jones me miraba fijamente. - Sí... Vine a traer el cuaderno de la señora Torres. - ¿En este momento? ¿Tu jornada laboral no ha terminado? - Si señor, pero necesitaba terminar esto ya que la Sra. Torres estaba apurada - dije, medio atropellando las palabras, solo quería salir pronto de esa habitación, este hombre estaba jugando con mis sentidos. Dejé la computadora y recordé que tenía piernas y que necesitaban moverse o estaría mirando a ese dios griego hasta mañana - Disculpe, Sr. Jones. Tengo que ir. - Te acompaño, yo también me voy – me dijo acercándose al ascensor y llamándolo, entramos los dos juntos. Nos paramos uno al lado del otro en el ascensor, yo me quedé un poco más lejos manteniendo la distancia de seguridad, me miré en el espejo y él seguía mirándome, ¿será que nadie le había enseñado a este hombre que era feo hacer eso? y más con una chica como yo, que es prácticamente célibe. Por suerte para mí, las puertas se abrieron, y casi salgo corriendo, hacía mucho calor allí dentro o era solo yo, aunque caminaba rápido, me alcanzó. - Señorita Lins, ¿está sola? ¿Necesita transporte? '¿Era eso posible?' Inmediatamente miré en su dirección. - No necesito que me l