puerta detrás de mí antes de irme. Vi a Brandon parado contra el auto, esperando que saliera. -Oye. -Dijo feliz. -Hola hola. -Le devolví la sonrisa. -Pensé que estabas enviando a algui
a. Él sonrió, haciéndome señas para que lo siguiera. Fui a la cocina con él, todo listo para funcionar. Me senté en el mostrador de la cocina. Brandon sirviéndonos una copa de vino antes de comenzar la cena. -¿Puedo ayudar? -Yo pregunté. -No está todo bien. Estoy un poco obsesionado con el control en la cocina. Necesito hacer todo misteriosamente. -Él se rió. -Puedes relajarte y disfrutar de tu copa de vino. Hice lo que me sugirió cuando empezó a preparar la cena. Sonreí al verlo, parecía estar en su elemento natural. Estaba muy tranquilo y sereno, tal vez debería ser chef en lugar de lo que hace. -¿Siempre has cocinado? -Sí. Es una de mis cosas favoritas para hacer. Un día abriré mi restaurante. Dijo, mirándome por encima del hombro, sonriendo. - Seguro que te ves cómodo haciendo eso. Puedo cocinar, pero lo odio. Se destaca. -Me reí. -Quizás algún día podamos cocinar juntos. Puedo ayudarte con por qué te estresas haciendo esto. - Dijo, volviendo a preparar el pollo. -Eso sería lindo porque te juro que estaré solo por el resto de mi vida. Necesito aprender a dejar de estresarme mientras cocino. Sonreí con una ligera punzada de diversión. Brandon dejó de hacer lo que estaba haciendo, se volvió hacia mí y se apoyó contra el mostrador de la cocina. - Mierda, Emma. No hay ninguna posibilidad en el inferno de que vayas a estar solo por el resto de tu vida. -Yo no estaría tan seguro. Mira, tengo un jefe que es un poco estúpido y me roba todo el tiempo. -Dije con una sonrisa pícara, jugando con él. Sabía que podía ver que solo estaba bromeando con él. -Bueno, puede que suene como un idiota. Pero créeme, una mujer tan hermosa y dulce como tú no estará sola para siempre. El hombre adecuado está ahí para ti, Emma. -Dijo con una sonrisa. Sentí mis mejillas calentarse. Sus cumplidos me hacían sonrojarme y ser tímido con él. Se rió entre dientes, caminando hacia mí, apoyando su codo en el mostrador de la cocina , deteniéndose frente a donde yo estaba. -¿Estás sonrojada? -Él sonrió. -No, no hay manera. -Me reí. -Eres... Estoy seguro de que estás acostumbrada a recibir cumplidos todo el tiempo, Emma. -No de mi jefe. Dije, frunciéndole el ceño , tratando de detener una sonrisa que amenaza con formarse en mis labios. -Te encanta, no mientas. -Dijo con un guiño. Antes de ir un poco más lejos, volviendo a lo que estaba haciendo. No se dijeron otras palabras. ¿Brandon estaba coqueteando conmigo otra vez? Parece estar haciendo esto más a menudo con el tiempo que pasamos juntos. Toda