: M
ir de hoy. Sin mí. Leo siempre ha sido mujeriego, un picaflor, pero yo tuve claro desde el inicio que el amor que
de siempre. El que se entrega a todas la
l mar azul cerúleo, sin ver realmente. Recordando cada segundo, cada minuto, cada día, en los que fui feliz.
mi corazón. Pero el cuento de hadas, solo alcanzó para que yo entregara mi corazón. Nada de la parte de ser salvada. Absolutamente nada de ser defendi
, como señal del llanto involuntario. Ya no encuentro qué hacer. Estos últimos tres meses han s
realmente duele muchísimo. Una anulación significa que nunca existió, que se borran completamente
a que él viera un poco más allá. Que al menos preguntara. Que confiara
suficiente.
compartido, si a pesar de los obstáculos se mantiene a flote, sí que vale la pena. Por el contrario, si no es corre
cosas, y ahí es
resignada, cuando caigo una vez más en un pozo de depr
.
nta mi madre, cuando me ve
amente con sus pasos seguros, acompañados, como siempre, de sus fieles tacones de aguja. Su pelo castaño claro, lo lleva semi recogido en un moño ap
se. De la familia rica, con casa inmensa,
fecto, ni sus hijos envidiables. Yo, está cl
r con ese aspecto -reclama, m
as tener dudas de que eso mismo,
que no me hace feliz. Me arrastraron hasta aquí y no me quedaron más o
el tono de su voz se ha suavizado-. Tu estad
a sonrisa cínica se
tiempo, ¿verdad? -digo, mientras toco con suavidad mi abultada panza. L
o a la ternura. Camina hacia donde estoy y, cuando está justo en frente mío, levanta una mano y col
¿ahora tengo que agradecerte estar así? -pregunto y señalo mi barriga de cinco meses-. Supongo que todo lo que pasó esa noche
y, n
entenderé. Que solo cuando sea madre comprenderé los sacrificios que has hecho, pero no m
e ante cada una de mis palabras y lágrimas comienzan a correr por
pero no me rindo-. Siempre fui tu muñequita, tu adorno. Cumplía tus requerimientos, tus estrictos requisitos de etiqueta y cultura formal. Era la muestra y prueba fehaciente de que eres capaz de incentivar los valores de la alta
la casa, llegan a mi mente otra vez. El sobre. El
mi carta de condena. Por fin seré libre otra vez, para que
no. Me asusto por unos segundos, por pensar que de la alteración le
ue llevas contigo. Yo... -No puede continuar, porque su llanto re
re y se supone que siempre velará por mi bienestar. Pero son tantas decep
oz ni voto. En esta casa, solo se acatan órdenes -confiesa y su voz es sufrida, pero resignada. Resultado de
o que acabo de reclamarle, sé que es así. Mi p
sin pretextos, sin dudas. Y él, sin conocer mis deseos, me complació. Me pidió ser su esposa y ese día fui la mujer más feliz del mundo. Porque él era mi mund
, pero entiende, no pued
o-. Mi bienestar nunca ha sido su prioridad. Solo sus mill
hayan hecho pensar en provocar un aborto, mis principios me gritaron que no. No puedo quitarle la vida a una pequ
mi vida, aguantaré, soportaré todo. Día y noche. Porq