eza, que cada
n poco y sie
oy can
ente, y es mi culpa
e asà es, ya n
a importante para ti. Besar es la forma de expresar el deseo del corazón... Pero, ¿qué era
ece... No existÃa una forma posible de bloquear la compuerta, asà que alguien vigilaba el pasillo como un fantasma pe
madre Anastasia no paraba de llorar y de gritar en la habitación contigua, se pasaba todo el dÃa gritando y golpeando las paredes con las manos ensangren
l módulo de hojalata-. ¡Los sistemas no fun
e Gregorio Torrealba fue con un par de hombres y lo golpea
ntalón blanco de la pila de ropa que tenÃa en un armario. Buscó entre las camisas,
abÃa visto nada asÃ, habÃa leÃdo sobre animales pero este le helaba la piel. El ser largo y negro
on el puño pidiendo auxilio. El animal desmembrado tenÃa una gran boca negra y colmillos qu
con una descompresión
ió Jesús, un hombre alto y de
, estaba en ropa interior gritando... Y se sintió muy
itió nerviosa-, h
ón. La Generación de las Luces que creció rodeada de experi
ruido, se agachó junto a la cama y... MarÃa esperó que elhay
la garganta... Estaba vacÃa, habitada por el polvo de las células muertas. Quedó como una
liz en su ignorancia... Su inocencia... Permaneció con la espalda pegada a la compuerta frÃa y con la vista fija en la cama de
se habÃa orinado... TenÃa los pies mojados y estaba sentada sobre un charco negro que olÃa a sangre... VeÃa rostr
asustadas como si un terremoto sacudiera el cubÃculo. El cauce crecÃa con un sonido atascado, cuando intentó abri
Las luces se sulfataron con un olor peculiar de vidrio fundido. Quedó a
uerzas mientras se lastimaba la
oz varonil-... Apágal
. El hombre anciano la miró con los ojos enmarcados en profundas ojeras, vestÃa el uniforme blanco manchado de negro en difere
itó con la voz
jate
ta la garganta y desaparecieron. El mundo desapareció por completo... sólo quedab
a mierda sentada en el suelo de acero frÃo. El rostro pálido de Victoria Carv
te m
moretones. Se levantó y un dolor atroz la desorientó... El mundo desaparec
l almirante Gregorio Torrealba la miraba y se pasaba una mano p
hombros-. Ve monstruos y alucinaciones por el encierro. No sé qué tienen to
rÃa con ceño fruncido y los labios apretados
do rasguñarse
ndo sus piernas con las manos frÃas, su piel blan
a como si descubriera una herida cargada de gusanos
reguntaron Jesús y
rguió todo lo que podÃa y
ra de
rió mucho los ojos y Jesús se mostró incrédulo, pero
maba tanto que querÃa cerrar los ojos para siempre... Gregorio arrancó la sábana de la cama de un manotazo y se la t
e hizo es
Saberlo era horroroso... Y un extraño remordimiento la culpaba por el disfrute del cuchillo perforando su caja torácica, la sensación de los huesos en
die
ante las luces rojizas del más allá... Nadie... Nadie... Nadie... Se escondió en la gruesa saba
uien te está haciendo cosas muy malas... Puedo ayudarte... ¿Quién
er. A mà nunca me gustó ese tipo... pero ella de alguna forma lo amaba. Estaba enamorada de ese hombre retorcido... Cuando descubrà los moretones
le quitarÃa la custodia... La mató a golpes antes de que llegará y... Hice lo que debÃ
mbién sabÃa cuales eran las consecuencias. SabÃa que si contaba la verdad
ensó en un nombre y saltó al abismo. Un salto de dignidad... No habr
o no querÃa
mo una estatua simiesca. Cuando abrió la compuerta, la descompresión fue un leve silbido. Escuchó unas pesadas botas de go
, señor
de aire y un crujido atronador, el joven delgado cayó de rodillas chorreando san
uerta posarse en ella por un segundo, justo antes de que su cabeza reventara por la barra, re
subÃa y bajaba... Los prisioneros en el pasillo trece l
o con asco. Detrás de ella la seguÃa Victoria con recelo, sus mechones rubios se agitaban y se marc
-... ¡Cada quien a su módulo! ¡Nadie puede salir! ¡De ahora en adelante, se hará lo que yo
a abrió y arrojó el cuerpo de Jesús como si fuera un saco de verduras. El olor del módu
arpadearon
l fondo asintió débilmente y se deslizó h