nversación que había tenido con Wenceslao aún le seguía dando vueltas en su cabeza produciéndole insomnio. El rey miraba a lontananza desde su balcón en la cima de su castillo, veía como abajo, un je
en cama?, mi rey-.
cintura y su pelo que caía a través de los hombros, el pelo le cubría sus pechos, pequeños pero fir
quilidad-. Insistió Margoh. Desde la cena la reina había advertido que su esposo no estaba bien, algo lo
nto era más frio. Dijo –hoy, mientras cabalgábamos, Wenceslao me ha pedido
el rey, y con la sabana lo cobijó por detrás. Luego dij
ntos del reino, yo iré y Kyra vendrá conmigo. El rey se dio la vuelta y miró a su esposa. La luz de la luna hacia que se viera más hermosa