patía. Miró el culo lleno de Teresa, una bella morena fogosa que ayudaba a la cocinera de la finca; y que no había dejado de intercambiar miradas con él desde que r
to! - murmuró
nas, necesitaba relajarse un poco. Cogió el paquete de condones del tocador de madera al lado de su cama mientras miraba hacia la puerta. Al sonido del prim
zó el camino desde su cuello, bajando hasta su vientre y siguiendo hasta la V que apuntaba al duro deseo. Dedos ágiles desabrochó la hebilla del cinturón de cuero m
gimió cuando ella le
voluntad. La extensión completa aparecía y desa
estido y se quitó las braguitas. Esa carne mojada estaba lista para darle la bienvenida
ientras levantaba las caderas y se frotaba los labios de
bajo -
pa que te estoy haciendo el a
ensible. - No quiero que nad
a vuelta, colocándola a c
ro foll
contra sus caderas. Lo metió hasta el fondo y salió más rápido mientras Teresa luchaba por contener sus gemidos. Se echó hacia atrás y se toc
o de Teresa y entró en el a
imera vez que se deleitaba con el cuerpo de una mujer así, sin embargo, la morena tenía una forma de mover las caderas que hacía temblar las piernas. Víctor entraba y salía más rápido, no
ntes apretados mientras se deleitaba con
la protección, le hizo un
! - Ella se estiró
será mejor que te vayas antes de
Se levantó de la cama
Tera y mordisqueó sus labios carnosos. - Te
.
tratando de lidiar con los últimos acontecimientos. Tenía que mante
l viejo hábito diario de cuidar el pequeño huerto tan pronto como se
ría el dinero para pagar los meses de alquiler atrasado de la casa. Acomodó las verduras en el mostrador, arregló
la garganta antes de cont
isa cuando vio los ojos del jefe ob
. - Metió la mano en el bolsillo de sus jeans y sacó un pedazo de papel doblado e
e pagarles los gastos médicos de mi hermana y el dinero que el señor Carlos pre
l dól
Ella arque
o dije que me de
Empacó dos cebollas en una bolsa transparente, recogió los puerr
ara animarla, pero se arrepinti
a forma d
arice. - No te preocupes, yo encontraré una mane
onta, estoy
Vet
as verduras a Víctor sin darse cu
ico, el dueño de la tienda de comestibles, se acer
aba harta, ya no que
Víctor trató de ayud
i amigo hace 15 años! - respondió a
- El puño cerrado de Tonico golpeó el
lo tiró al suelo. - ¿Estás satisfecho? - Ent
re más poderoso de la ciudad. Clarice estaba tan cargada de odio que ya no le temía como an