img Mi eterno amor de verano  /  Capítulo 4 4 | 4.88%
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Historia

Capítulo 4 4

Palabras:1918    |    Actualizado en: 29/06/2022

que veía a Adrian. Sentía nostalgia, pero temía la reunión entre los dos debido

us locos pensamientos. No iba a proponer nada malo... Era solo una propuesta de matrimonio. Sabí

ápido para pasarla. Ella insistió en que la chica la viera con Adrián. Él estaba allí, ap

a vio no se detuvo y se acercó a ella, abrazándola fuertemente y dándole un largo

ñaba? pregu

pre. ella

í. - Dijo tomándola de la

el lo

o que no oímos

acer esto...

na sonrisa en su rostro en el po

ontrado. – dijo Maiquel, d

besó dos veces en la mejilla. Involuntariamente, B

o decidimos hoy, cuando nos enteramos de que sus mayores s

es para los dos, podemos

. ¿Cómo podía irritarla tanto esa mujer? Controla tus celos... Eso es lo que dijo el terap

quel, tratando de ignorar el

- dijo

n ellos, Catita?

tendrían una conversación definitiva sobre el matrimonio. Y no... Ella no almorzaría con sus dos amigos juntos. Soltó la mano de Adrian y caminó rápidamente, sin mirar atrás. Estaba enojada y se sentía enojada. Pero aun así caminó hacia

hiciste e

noche anterior y todavía querer juntarnos para almorzar en lugar de estar solo conmigo? ¿Esto es serio? Estoy cansado de que estos dos me persigan, forzando una amistad que no existe entre ellos y yo. No soporto a Cati

invitación para almorzar juntos, nada más. Tal vez ni siquiera querían almorzar

con ellos y o

tan celosa

stán tratando de estar entre nosotro

a entre sus manos y la miró a los ojos. - Cat

uyos. los ojos verdes dieron paso a unos ojos marrones claros, tono c

o bien, Bru

todo

rma extraña de repente

toy... estoy molesto. Y sé que

xcepto como amigo, querida. Él hace

nsiste en irri

r despecho... Es solo un

tus amigos o yo... Lamentablemente. Ya no quiero compartirlo con nadi

Y realmente espero que nunca llegue el d

as sobre lo que elegi

sin ninguno de e

rás con ello

siquiera contigo, maldita sea. Dij

corriendo, dejando que las lágrimas rodaran por sus mejillas. Adriana encendió

ba lentamente con el auto a su lado. – No quise

engas que decir. Olvídame y todo

gafas de sol y re

sabes . No fue mi i

saber a dónde iba. Cuando se sentó, sacó sus gafas de sol de su bolso para que nadie pudiera ver sus lágrimas. Pude ver que

la tuvo que bajar. Estaba en el centro de la ciudad y decidió que no iría a su casa porque no quería encontrarse

esperaba esa actitud de él. Si él prefería a sus amigos, ella lo dejaría libre para irse con ellos como soltero. Ella nunca lo buscaría de nuevo, a pesar de que su corazón estaba destrozado. Después

una chica tan delgada. Qué contraste de metal en los brazos delgados con prendas que siempre son básicas. Esta era una conversación frecuente en terapia: ¿

mostrarle al mundo que había intentado acabar con su propia vida. No s

e como de costumbre, pensó. Pero cuando llegó, le dijeron que esperara que el médico llegaba tarde e

samientos, la puerta se abrió y el médico estrechó la mano del extraño que se iba. Se levantó, sabiendo que era la siguiente. Cuando se dio la vuelta, ella sintió que su corazón dejaba de latir y sus piernas casi la tiran al

a su rostro, dejando solo sus ojos a la vista. Era muy alto, delgado, vestía shorts. ¿Quién llevó pantalones cortos al hospital? Ella estaba confundida. Cuando se fue, ella n

ó todavía confundida y conmoci

ándose y haciéndole un gesto a

volviendo loco para siempr

cómoda con él. Se conocían desde hací

qué c

se fue de aquí? ¿El de pant

edo hablar de

ana hablé sobre el sueño loco de un extraño que sale de la nada. Entonces me encuentro cara a cara con é

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