bles, uña y carne, en donde estaba una tenía que estar la otra, en donde estaba uno de los perfumes tenía que estar el otro. Los
colores, aprendió de botánica, aprendió sobre cuidado de las plantas. Aprendió la diferencia entre pétalos, sépalos, tépalos y brácteas, entre estambres y carpelos, entre flores e inflorescencias, entre corolas y cáliz, entre peciolo y tallo, entre
no de los arreglos del catálogo. Su hermano se encargaba de las entregas a domicilio, su padre se encargaba de las cuentas y asuntos más importantes, mientras que su ma
El oftalmólogo le había dicho una y mil veces que la costura le estaba desgastando la vista, pero ella hacía caso omiso a las indicaciones del médico, la tradición venía de generaciones atrás y no iba a acabar con ella. Co
ner la primavera -leyó Luna en voz alta cuando su madre
el cuadro en una posición perfectamente horizontal, era l
no pusis
a q
l nombre del au
es nec
ndo el libro de botánica, el cual volvió a cerrar en cuanto la
s familiares, de esos que se dan en cumpleaños y ocasiones especiales; los narcisos, los girasoles y los jazmines eran para regalos amistosos, quizá hasta fraternales. Por otro lado, estaban las flores blancas, tan bonitas, puras e inocentes..., ésas eran las más curiosas de todas, las más interesantes, no sólo por su ausencia de color (que científicamente se tra
como si la adolescencia le hubiera dado la espalda o la hubiera puesto en espera por un poco más. Se sentía la menos bonita de todas, a la que ningún chico buscaba para salir, y trataba de evadir al máximo este ti
llo negro y ojos marrones. Jugaba en el equipo de fútbol del barrio, todos lo conocían, todas se morían por él. Luna le devolvió el saludo
qué regalarle... Supongo que flores, ¿no?, a
l mundo - respondió la madre de Luna luego de q
ustan las flores. ¿En qué tipo de arreglo estás pensando,
bres que llegaban a la floristería hacían decisiones apresuradas, atropelladas, poco elaboradas. Elegían algo que se viera bonito, a pesar de que todo se veía bonito. Las flores tenían espíritu, cada color y cada especie emanaba su propia energía, por lo q
do más de Luna que del novio de su amiga, pero eso sólo ella podría notarlo. El cliente quedó satisfech
eatro! -gritó Luna antes de q
ntándose una pequeña risa sin
o de Eva, m
es, pero eso no l
asombro, ¿desde cuándo s
ría ser tu hij
me basta con tu padre. ¡No sabes lo que hay que
erdona los ronquidos. Pero no me cambies de tema, si no
tu mejor amiga, yo solo quiero saber una cosa. ¿Tien
Ma
decir que tú no
stamos habl
han cambiado, eso no tiene nada de malo, tu padre ya no es tan celoso contigo. Anda, ¿o es que
zaría de vosotros, eso jamás, pero lo del y
es, ¿qu
esentado a nadie porque realmente
ien dice un yerno dice una nuera, yo me encargo de con
sas que no son. Lo que no me gusta que me e
no es para qu
sí
te hubies
uisiera salir yo con alguien como Gonzalo, el novio de Eva. Pero a
as tan pesimista. Si todavía no lo has encontrado no es porque tengas n
ener algo como lo q
aban enamorados, Luna aspiraba a eso-. Yo también supe esperar y tuve mi recompensa, por más años que pasen sé que n
en ese momento que su instinto no era tan bueno como el de su m