haciendo planes de abrir nuevos punt
triunfado en el mundo de las flores. Importaban flores directamente desde Latinoamérica, el norte de África y otros países de Europa, eran con
erte, el motivo no importaba cuando el resultado seguía siendo el mismo. Habían estado a punto de quebrar varias veces, pero siempre
illo que llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas, lucía su nuevo corte de cabello hasta los hombros, había usado maquillaje por primera vez. Caminaba sonriente y alegre por las calles de Madrid, con su cartera en una mano y una bolsa de papel
añones de confeti y demás parafernalia que nunca podía faltar en un cumpleaños, especialmente en el número diecisiete. Una tarta de tres niveles se alzaba en la mesa como una especie de torre del sabor. A Luna se le había hecho la boca agua,
o el médico mientras le entregaba un aparato extrañ
, aún si recibir el aparato que
rees. Ayudará a monitorear los niveles de g
pinchar
, sana casi al insta
e, de lo contra
hacerte exámenes de sangre, ya sabes, con jeringas grande
a, con el cabello azabache recogido y bellamente arreglado, su vestido impecable recién s
ban un largo abrazo-, hay un evento grande para
taba el resto del grupo de amigos. Todos ellos estaban con su respectiva pareja, coqueteando con sutileza ante la mirada vigilante de los adu
anadas de pizza, chocolates y demás delicias gastronómicas que hacían delirar a las papilas gustativa
que el timbre sonara, los padres de Eva compartieron una mira
nuto, y por allí entró una figura masculina muy bien parecida, de barba definida, cabello largo tan oscuro como el carbón, expresión seria y misteriosa, tan misteriosa que invitaba a descubr
o! -gritó Eva y c
ensó Luna, ¿
os otra vez. ¿Acaso era él?, ¿acaso era posible? El hermano de Eva se había ido de la ciudad nada más acabar
de verdad. Muy en el fondo, Luna deseó que la visita durase al menos una semana, debía inventarse una excusa para estar visitando a su amiga todos los días y poder evadir el trabajo de la floristería. Algo de él la había en