la reviso p
médico le pregunta sirv
ir y llena de golpes en medio del desierto. ¿N
es lo que estás imaginando Tom. Simplemente, fueron golpes lo que ha recibido, pero
embargo, este hecho no lo puedo dejar pasar por alto. Si la s
una muj
estaba tan golpeada. Lo que le preocupaba al castaño, era la posibilidad de que ella trajera problemas al pueblo, ll
mujer pasa la noche, e
piensa hacer co
no lo
l salir al exterior se percata de que muchas personas merode
sus labore
brisa de esa noche, ondeaba el sobretodo de cuero que utilizaba. Tom siempre irradiaba aquella sensación de
le pasado, como es que alguien podía golpear a tal extremo a una dama. Bueno, decía que era una da
ntrara cerca del pueblo en esas condiciones, complicaba l
.
egunta a su esposa al verla abandonar
he aseado su cuerpo. Aún segu
he, esperemos que logre sobrevivir -Añade,
delicada, y su rostro, a pesar de los golpes, se ve que es suave. N
e ve que es un
n enaguas y camisón?
speremos que sobreviva para q
cha las gasas manchadas de sangre
.
acilidad. Además de eso, su pecho se sentía bastante apretado, t
ada? Abrió los ojos y lo primero que vio fue un techo. Estaba un poco oscuro, as
solo un pequeño clóset de madera vieja y la cama donde ella estaba acostada. ¿Dónde estaba? S
angre. Descubre su cuerpo quitándose la manta y confirma que era otro camisón. Luego nota que su muñeca est
demoni
e agujas se clavan en sus pies, los observa, fijándose que estaban vendados. Suelta el aliento y d
la casa de
Gira el rostro y nota una jarra de metal, camina con algo de rapidez hacia ella y
! -Se queja frun
que tenía era tan grande, que se tomó todo el contenido de la misma, quedando insatisf
esgándose a que la encontraran, decide salir de la habitación, para su sorpresa se to
poco fría. Su cuerpo se congelaría, necesitaba abrigarse si quería salir de allí. Traga saliva, estaba muy
ría uno de los que tuviera a su cuido, el detalle era que, con esa oscuridad, no conseguiría dar con la casa del mal
o tenía idea donde estaba la casa del herrero. Rouse se detiene un momento, para esas altu
¿Dónde diablos
na casa... la rubia relame sus labios, mientras avanza en esa direcci
nombre con la tenue luz que brindaba el farol, era la comisaria. Inmediatamente, retrocede, no necesi
ía su silla de montura, solo estaba de subirse y largarse. Seguidamente, y sin pensárselo much
o pasa nada, solo ir
l seguía inquietándose con su cercanía, ella aplana los labios e intenta acercarse
Una fuerte voz resonó a sus espaldas, que la hizo darse la