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Historia

Capítulo 7 Los giros que dan las bocas.

Palabras:1825    |    Actualizado en: 28/10/2022

uede parar de pensar en Killmer. Si Killmer regó el jardín, si fue a cortarse el cabello solo, si ha tenido que hacerse su propia comida. Y lo

os y toca el brazo de su madre. Diandra se incorpora enfoca a su hijo sostener su teléfono, la pantalla resalta con el nom

l en la cama mientras suspi

a Killmer -dice Ian desplazándose por el cuar

na el icono para descolgar. Contiene la respiración. Lleva el aparato a su oído, y la línea e

e Killme

Sabrá Dios cuantas veces te habrá revolcado el bastardo -la rudeza,

en se encarga de colgar la llamada. Diandra tiene que pestañear para despejar la nube que cubre su visión. Con suavidad, a palma abierta, des

de haberlo pensado tantas veces. La única opción era ir con Ian, ya

ras contentarle. -La expresión e

rso descubierto, provocando un escalofrío en su cuerpo. Ella desliza su mirada por su pecho, hasta llegar a su rostro. La ligereza de una ojeras bajo sus ojos le dan un aspecto decaído, su cabello desaliñado cae sobre s

ato -explicó hundiendo los dedos en

i tam

a ir a buscar a Cánada -espe

pasillo, y la cierra silenciosamente detrás de ella. Mira a Ian, señalando la mesa d

rse un poco más de tiempo, y cuando estaba lista para sacar su celular del cajón, vio del bolso. Un

uestiona Ian deslizando

es. Ian toma el bolso desde la base y lo sacude con fuerza. Algunos juguetes rebotan en la superficie, y con suma delicadeza, u

s -lo leen ambos, y Diandr

nada, mamá -comenta él devol

la sabe a quién le pertenece el nombre, y con alguien así,

*

u sueño pesado. Él está en medio de Ian y Diandra, porque quiso bus

ta Langdon, apretando sus

lla está atenta a la reacción de Ian mientras le acaricia la espalda al Eugenio. El muc

tranquilo entre los brazos de Diandra, hasta que, después de cuatro ho

a tamborileando los dedos en el tablero

terr

por su cuenta cuidando de su hijo. Por lo que ella acerca al bebé hacia su

mujer cae en s

aracterística del bebé la interrumpe-.

o te juzga, que no te hace sentir que haces un mal

nción de Ian. Él la mira cabizbajo, y

o nos conocimos, necesito un momento -

a. La fachada rosa chicle es atractiva. Entonces se bajan y se adentran en aquella maravilla. D

del cristal. Mientras esperan que los atiendan, varias emplead

ica simpática aparece, e Ian tam

lescente hormonado

e da un pequeño manota

an escogiendo dos raciones de marques

stan las golosinas Carozz

e algo antes d

-inquiere, inclinán

na estuvo aquí sin él -se encoge d

ha el bolso al hombro, y se dirige a los sanitarios con Ian. Se separan en las puertas y... Eugenio despierta, chilla, salta y

e de mí -El rechazo d

el bebé. Frunce el entrecejo hacia ella. La mira de arriba abajo, l

a nada? Dejaste solo a tu propio hijo

a de boca cerrada. Continúa deslizand

meterte en sus ojos, no habrá quien me detenga -ella hace

os de Diandra, desviando la atención hacia el bolso. Una expresión victor

sas -pone la mano en la cor

aspié y recarga su peso en la pared. Eugenio no tarda en lloriquear ante la negativa de su madre. Aceleradamente, Cánada r

cuando está por salir, Cánada vuelve su cabeza hacia ella, movi

osas -vocifera entre dientes-. Dámelo ya, ma

se acerca a Cánada

peto le tienes al resultado de tus

. Su respiración errática le desestabiliza, pero se recupera. Espera unos segundos,

de Día, mientras que ella se concentra en camin

uestiona, recordando que nunca vio un pa

es, extrae de su bolsillo un papel rectangular. Carraspea

de ida al D

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