uede parar de pensar en Killmer. Si Killmer regó el jardín, si fue a cortarse el cabello solo, si ha tenido que hacerse su propia comida. Y lo
os y toca el brazo de su madre. Diandra se incorpora enfoca a su hijo sostener su teléfono, la pantalla resalta con el nom
l en la cama mientras suspi
a Killmer -dice Ian desplazándose por el cuar
na el icono para descolgar. Contiene la respiración. Lleva el aparato a su oído, y la línea e
e Killme
Sabrá Dios cuantas veces te habrá revolcado el bastardo -la rudeza,
en se encarga de colgar la llamada. Diandra tiene que pestañear para despejar la nube que cubre su visión. Con suavidad, a palma abierta, des
de haberlo pensado tantas veces. La única opción era ir con Ian, ya
ras contentarle. -La expresión e
rso descubierto, provocando un escalofrío en su cuerpo. Ella desliza su mirada por su pecho, hasta llegar a su rostro. La ligereza de una ojeras bajo sus ojos le dan un aspecto decaído, su cabello desaliñado cae sobre s
ato -explicó hundiendo los dedos en
i tam
a ir a buscar a Cánada -espe
pasillo, y la cierra silenciosamente detrás de ella. Mira a Ian, señalando la mesa d
rse un poco más de tiempo, y cuando estaba lista para sacar su celular del cajón, vio del bolso. Un
uestiona Ian deslizando
es. Ian toma el bolso desde la base y lo sacude con fuerza. Algunos juguetes rebotan en la superficie, y con suma delicadeza, u
s -lo leen ambos, y Diandr
nada, mamá -comenta él devol
la sabe a quién le pertenece el nombre, y con alguien así,
*
u sueño pesado. Él está en medio de Ian y Diandra, porque quiso bus
ta Langdon, apretando sus
lla está atenta a la reacción de Ian mientras le acaricia la espalda al Eugenio. El muc
tranquilo entre los brazos de Diandra, hasta que, después de cuatro ho
a tamborileando los dedos en el tablero
terr
por su cuenta cuidando de su hijo. Por lo que ella acerca al bebé hacia su
mujer cae en s
aracterística del bebé la interrumpe-.
o te juzga, que no te hace sentir que haces un mal
nción de Ian. Él la mira cabizbajo, y
o nos conocimos, necesito un momento -
a. La fachada rosa chicle es atractiva. Entonces se bajan y se adentran en aquella maravilla. D
del cristal. Mientras esperan que los atiendan, varias emplead
ica simpática aparece, e Ian tam
lescente hormonado
e da un pequeño manota
an escogiendo dos raciones de marques
stan las golosinas Carozz
e algo antes d
-inquiere, inclinán
na estuvo aquí sin él -se encoge d
ha el bolso al hombro, y se dirige a los sanitarios con Ian. Se separan en las puertas y... Eugenio despierta, chilla, salta y
e de mí -El rechazo d
el bebé. Frunce el entrecejo hacia ella. La mira de arriba abajo, l
a nada? Dejaste solo a tu propio hijo
a de boca cerrada. Continúa deslizand
meterte en sus ojos, no habrá quien me detenga -ella hace
os de Diandra, desviando la atención hacia el bolso. Una expresión victor
sas -pone la mano en la cor
aspié y recarga su peso en la pared. Eugenio no tarda en lloriquear ante la negativa de su madre. Aceleradamente, Cánada r
cuando está por salir, Cánada vuelve su cabeza hacia ella, movi
osas -vocifera entre dientes-. Dámelo ya, ma
se acerca a Cánada
peto le tienes al resultado de tus
. Su respiración errática le desestabiliza, pero se recupera. Espera unos segundos,
de Día, mientras que ella se concentra en camin
uestiona, recordando que nunca vio un pa
es, extrae de su bolsillo un papel rectangular. Carraspea
de ida al D