que estaba pasando, Winnie les había ordenado
ubiera llamado desde el plató, no habría sabido que intentaste seducir en secreto a Gerald. No solo te quitaste los an
ostro de Sheila, pero no había nada q
in importar nada, W
es y los puños en silencio. Entonces el corazón
uaciones, ¿qu
oche, no tú. Y también iba a decirle que no eres más que una cazafortunas". Dicho eso, l
y enseguida la agarró por el cuello, queri
añear. "Mientras te asegures de que Ivan sea operado sin problema
eila, la miró con calma. "¿Qué te hace pensar que Gerald te creerá a ti y no a mí?", preguntó todavía sonriendo co
de una de las empleadas domésticas y comenzó a acercársel
estaba d
metros de ella, Sheila cerró los ojos
tent
recorrió a las personas presentes hasta que sus ojos se posaron
chándose de que se parece a mí. ¿No puedo da
Enoch le preguntó en voz
as lágrimas rodaban por sus mejillas
el corazón se le ablandó, y secándole las lágrim
preguntó con suavida
. Papá, ¿puedo...?", respondió Sheila, pero vaciló, preguntándose si podría
de médula ósea", replicó él a modo de c
ó Winnie, queri
rada, le advirtió: "Cállate. Tú y yo hablaremos de esto más tarde. No
eras tu hija?", escupió Winnie iracunda, y sin esp
esposa de Gerald, borraría a
tuvo al pensarlo mejor. Con una expresión complicada, suspiró, se d
e había quitado un peso de encima. Entonces le d
la decidió manteners
espués, algo los conectaría f