va amazónica, se encontraba oculto. Su reluci
fango, impregnaban el redu
si dos metros le dificultaba acomodarse. Comenzaba a molestarle el no p
Lo menos que le preocupaba era su apariencia. Sucio y
dónde ir, ni nada que comer
edor, se refugió en sus pensamientos. Al tiempo qu
de aquella primera vez. Su primer acercamiento, el día en que su
su risa era nerviosa. Un brillo especial y sus pupilas dilatadas fue lo últ
n una palabra, me indicó que me aceptaría
con su mirada directo a la tierra, apartó el cabello de sus ojos. Notando que una man
pacio, sin imaginarlo. ¡No
y curvilínea. Lo ponía loco de ganas. El deseo de poseerla se hizo cada vez más fuerte.
Rosa conseguía despertar su virilidad al máximo. Una
mpartían, rompieron la monotonía de sus vidas. Añadiendo ese toque de alegría que
a y disfrutarla. Una mujer tan cerca y bajo el mismo t
castigo anunciado a los pecadores nunca pudo con las verdaderas gan
que dejó de llover. Sale de su escondite y corre con todas sus fuerzas, aprovechando cada in
je, en su contra. Como si se tratase de un animal peligroso. Lo persiguieron durante tres días
ía salvarse. Volteaba hacia at
tía en voz baja, con el p
ría la única opción razonable. Solo q
los cogieran en el lecho. Disfrutand
ecidas por el roce fogoso del amor, se frotaban hac
ón? ¿Qué los delató? Nunca lo sabrán. Lo cierto es que, cuando má
spiraron y se reunieron al salir de
n su uniforme blanco, impecable, su bolso con los cua
ecreto. La familia de ella, muy alterada, no deseaban verle más. La ofensa debía ser cobrada con
urrir, poco tiempo después. Pensa
na, como la conoce la gente de los asentamientos
a a la vez. Nadie podía
camino de siempre, cantando. A la vez que
en cuidado césped. Pasó la cerca que div
pocos metros, la casa d
us pensamientos pecaminosos. Pintada de varios tonos, predominaba
, paredes y piso, todo del mismo material. Provisto de una hamaca y una mesa co
cios, rodeado de la naturaleza. Siguiendo por
struyó esa estructura techada que le servía de carpi
ara su destino. Deseaba descansar y reorganizarse, escapar de la ciudad y explora
ue trabajar, si no quería. Nadie sabía que su verdadero nombre
te lo apreciaba, considerándolo muy respetable, no solo porque era rico, sino que también colabor
icar a toda una familia y perder el respeto de los miembros de la comunidad. Podría haber acabado con su r