U
en tentación y líbr
olocarlas sobre la mesa. Mis ojos se abrieron nuevamente para fija
livar. Jamás había olido algo tan rico, pensé con un suspiro cansado, mientras cerraba los ojos y
or algo las señoras que visitan mi comu
y ocho años me sonríe tanto cada vez que la acompaño a sus citas médicas. Inclu
os cansados, que aún conservan el brillo de la travesura de su juventud. Luego mira
stoy enferma? No lo creo. Siempre
o nunca hambre. Sonrío, luego dejo de hacerlo al pensar en que realmen
y más porque soy una de
, retomo el pensamiento en ese momen
taurante al que he sido invitada y abandonada, prácticamente, sin que me
a en ese momento. Y es que después de tantas ho
sesenta y nueve kilos, me corrijo son perfectos, En el voleibol, deporte que tanto me gusta, nadi
n problema, excepto para el médico que
me hace agua la boca otra vez. N
omisura izquierda y tomo el primer cubierto que me hallo. Un tenedor
comer. Amo la cocina, es parte de lo que hago y soy muy buena he de presumir. También ayudo tres vece
del infierno. Solo espero que el diablo sea benévolo conmigo... y no tan feo como lo pintan.
día llegara y me presentara con mi hábito bicolor, mis zapato
buenos días señor diab
ia del diablo, pienso cada vez que lo digo por completo. Mi cue
e mi comunidad, especialmente del orfanato donde también
en mi adolescencia cuando me ofrecí para impartir la materi
iecisie
do que adoptó a una niña de diez años que no había tenido tanta suerte com
visitante del orfanato anterior y luego
dor, al no poder imaginar lo que deb
ovocaban crisis espantosas, llenas de lágrimas. Se sacudía tan fuerte que había que abrazarla por largo tiempo y all
su servicio, por haberme librado de tantos peligros. Él me ama muchísimo, p
z sirviendo a los más necesitados, brindando mi apoyo y compañía a aquél que lo necesit
o que me inqu
lud no ha sido de lo mejor en los últimos meses. Es un dolor que llevo con mucha
che muy larga. No tendré tiempo de pe
rprendente, es un filé mignon com batata
n así, sé que no lo dije bien y terminé por seña
re. Tal vez está grave, después de tantos años de lidiar con
nunca quiso que lo supiera. Alguna vez lo vi, pero era muy pequeña para r
dicta y nunca
que estoy, solo que ahora formo parte de la comunidad religiosa
a correr la misma suerte, ni voy a permi
San Francisco no era nada fácil, viviendo la mayor parte del tiempo e
on las monjas, en el sur de California, estaría mucho mejor. Con e
difícil. Estábamos en contacto a través de llamadas esporádicas. Con el tiempo la Madre Superiora se
eaba ser monja. Se rio de mi idea, pues era muy pequeña para la decisión tan seri
de edad, se puso a llorar diciendo q
ero fue todo lo contrario. Para mamá significó
; luego de dos años de noviciado hice mi profesión temporal, la misma que he estado renovando de año en año, durante
ogrado hacer de mí una persona de bien. Salía a visitarla una vez al año, ya como religiosa orden
años, muy hermosa; de cabello y ojos castaños, sumamente del
eca, voltea unos segundos hacia un hombre que está d
un traje azul de finas rayas, impecable. Se trata de un h
me he fijado en el sexo opuesto; pero ese hombre luce t
pero acaba de presentarse una situación en el spa -del cual es du
sal que abriría en Palm Beach. No tengo la menor i
en el acto. Luego me doy cuenta de que simplemente lo hizo para moverse de lugar, después de dar unas instrucciones. Mi torpeza crea
llevó a mi madre cuando le avisó que
adultos, hasta que me ordené y después con ese mismo apoyo pude cursar la carrera como auxiliar de enfermería. Mi comunidad religiosa es muy pobre y ha habido ocasiones en que la necesidad e
in, us
reocupes por nada -asegura con voz t
teléfono móvil y lo contesta. La escucho decir que va para allá. Sus tacon
o un suspiro y miro el platillo delante
turó una pierna y podré verla p
e a mí misma. Tomo nuevamente el cubier
mucho menos probar bocado. Fue el más económico que conseguí, y para mis
ris pasara por mi como prometió. Sin un teléfono móvil no pude con
. Ella prometió ayudarme y ahora se había marchado. Debo bus
calma. Quiero devorar todo, pero los
ace cerrar los ojos
digo en voz alta, atrayendo las miradas d
monja despierta en las pers
masticando lentamente. Este tr
la vista. Tiene los ojos más lindos que he visto en mi vida, de un azul intenso, como
oqué. Es muy alto, noto al tomar mi co
me cuenta de que lo e
ando un vistazo alrededor en ese restaurante que no tiene los
ante, el desconoc
os clásicos, hablan de un hombre distinguido, de clase alta y la manera en que viste definitivamente es
u gesto. Oh cielos, creo que lo he incomodado, pero es que nunca habí
samientos, mientras el color rojo invade mi ro
aire cuando se levanta de su asiento en la barra. Su cuerpo de un m
mo aire. Nuevamente los nervios empiezan a
on desesperación. El enigmático desconocido se pone en a
liarme, pero se contienen cuando una voz en extremo
que aún con mis ojos
causando un escalofrío, pero no tan fuerte como el q
ermana, déje
cintura y me ayudan a sostenerme mientras le
y bien... -le
l brazo y otra la cintura. Soy conscient
a otr
in saber
er
s ojos azules en los míos. Esa n
qu
o de alguna manera, ese gesto que no
guen mi gesto. Me ruborizo sin s
dejando de sentir hambre. Miro el
a -dice soltando s
ted
con esa voz que parece u
y Ric
como su cuerpo entra en rigor y al erguirse, hace más evidente su enorme estatura a mi lado, m
omo extiende su mano hacia mí. ¿Qué
mi hábito. Lo miro con cautela. Dios
ra mis adentros. Por favor
ogado de nuevo con nerviosismo al e
lta ese hombre? Ni