así no más, aunque supiera que la Superiora debía estar por llegar para asegurarse de que ya tuviera mis maletas hechas, la c
r desde la puerta, al otro lado del cuar
mo si fuera una gallina que se estuviera bamboleando. Soplé el
nutos en el internado, ya no tendrá que soportarme más. Solo d
n brasier y que, como temía, me había puesto la fa
que, si no fuera por la fortuna de tu familia, estoy segura que no te atreverías a tener, así que cámbiala porque nunca sabes de los giros que puede dar la vida y un día, quizá, debas agachar
as fueran más que una advertencia y hasta me dieron la impresión de ser una especie de m
s maletas. No era mucho lo que me llevaba: los uniformes los dejaba, para alguna otra chica que pudiera necesitarlos, por lo que solo debía empacar mi ropa interior, unas novelas románticas que saqué de debajo de la tabla suelta en la qu
adres que preferían hacer dinero a soportar los altibajos emocionales de sus vástagos adolescentes, y otras que ni siquiera tenían padres. Entre estas últimas estaba Ivania, mi mejor am
buscarás. -Le dije al oído mientras la abrazaba. Creo que
su aliento, que siempre olía a chicle, co
recogió la maleta, la guardó en el carro para darme unos segundos más y luego me abrió la puerta del asiento trasero. Me despedí con la mano antes de subirme y dediqué mi últim
ófer cuando ya habíamos salido del internado
mbién me estrujaba el corazón saber que no vería a Ivania sino hasta dentro de dos años; quizá, si algo extraordinario sucedía, en unas vacaciones, si la Superiora le daba
spués de unos segundos-.
ien, s
-Me molestaba ese apelativo. Me hacía se
orita Valentina -c
e dije, encontrándome con su mirada en el espejo r
, como
mo y luego saldríamos a los suburbios. Estuve en casa una semana antes, durante el velorio de mamá
mamá y con quien no he compartido otras palabras que un saludo frío. Ahora supongo que tendré que verlo más seguido, aunque espero que no sea así y que si, como escuché que decían cuando el cuerpo de mamá todavía no se había enfriad
está? ¿Ya rec
esta más que me llamen
Vamos camino a la mansión. Estaremo
tuvieron a
La señorita
porta. Los es
r. Hasta
pregunté cuando escuché q
eñor Camilo. La es
orita", pero ya no iba a seguir peleándole por eso. Me
fer. Yo me moría por un cigarrillo y cuando baj
o de sacar mi maleta del baúl del carro. Antes de contestarle vi que el mayord
umar. Ah
preses que decoraban la entrada a la mansión y a los jardineros que, bajo el sol del mediodía, podaban los arbustos que los atr
Acercó su mano a mis labios hasta tomar el cigarrillo, lo sacó de mi b
so de una de las columnas que bordeaban la entrada de la mansión y el rostro de un hér
o reuní valor para hacerlo-. E
vaje en mis aterrados ojos-. De esa forma, te será más sencill
cajetilla en mi bolsillo, segura de que todavía me quedaban uno o dos
troncos que debían ser más gruesos que mis muslos, y siguió la ruta que mis dedos trazaron luego de capturar el cigarro, encenderlo y llevarlo a mis labios. No esper
e pasa,
grande que sentí como si fuera a serle suficiente para rodearme la cadera. La sacó con la misma velocidad con que me
e que lo miraba a los ojos-. Soy tu padrastro y, desde la muerte de tu madre, tu tutor legal y único administrador de tu dinero, así que, a partir de este momento, soy como un dios para ti. De mí depende con qué ropa te vistes, qué shampoo utilizas para lavarte el
sobre mis derechos, igual, no le
iña, tengo algo imp
odio. Es el peor ti