en
me siento. Como una jodida títere
no deja de maquinar todo lo que ha ocurrido estos últimos días, desde la fatídica noticia de que papá estaba en el hospital tras una golpiza, hasta la gloriosa noc
soltar un profundo y melancólico suspiro, me tallo l
en el que pise mi nueva casa... «¿Qué casa, de cuál maldi
r a una esquina de mi cuarto. En estas circunstancias, dónde mi op
e mi habitación. Levanto la mirada y me enc
Uno de sus brazos me rodea los hombros y dejo caer mi cabeza c
fícil, yo te
que lo haces, no eres tú quien debe casarse con un desconocido y abandonar toda una vida -asevero sin siquiera exa
odríamos ser. A sus treinta y cuatro años es una mujer realizada, con un maravilloso esposo y dos hermosas hijas gemelas de ocho a
no culmina una carrera para iniciar otra, vive al tope de trabajo y los estudios la excluyen de nuestro pequeño círculo afectivo; y a mí, la menor de las tio, y tampoco puedo hacer nada para impedirlo. El dinero tiene más poder que las maldit
tan pobres que solo me queda acceder, llorar y sentir
alá pudiera remediarlo, de verdad. -
-mascullo, hundida en mi propio agujero, con la mente perdida e
ma mi rostro entre sus manos. Fija sus ojos en los mí
as ondas casi perfectas. Sus ojos verdosos con matices cafés es lo único que tenemos en común, eso y el contorno de unos labios envidiables. Eve siempre
-Termina de hablar, rozando mis mejill
ó de serlo -recalco con rabia. Frunzo mis labios y ella
porque es esta mi vida, es este mi hogar... Pero también es la casa del hombre que arruinó mi futuro po
odo esto Ele, yo voy a hacer todo lo posible
s las esperanzas a un lado, porque ya las he perdido -la interrumpo con u
el sentimiento de impotencia que siento es tan grande que
Elena, yo no lo haré -replica aseverando su palabras, imponiendo
triste y una lágrima se desliza por su mejilla. Lleva una de sus manos a mi rostro y me acaricia con una ternura que me
do la puerta tras su
nto con una mochila. Le doy una última mirada a mi habitación y hago lo mism
n los que le transmito todo el dolor que siento en estos momentos, quiero que se sienta tan culpable al punto de que llore junto conmigo, pero el mal
us brazos para recibirme, o más bien despedirme. Me aproximo a ella y le pido que continúe sus múltiples estudi
ar, pero no descarto la posibil
amo mucho -musita en mi oíd
esto último en voz alta, lo suficiente para que nuestro pa
eme que vas a cuidarte -me pide y ahora
o pueda oponerme a la cama de un viejo ext
apá, formando un escándalo que no estoy dispuesta a continuar. Mis hermanas observan en silencio, es increíble el r
alo a ambas y regreso la vista a su figura-,
ica que le lanza Eve para que no conteste. Bien sabe lo mal que me en
e duele como el demonio soltarme de su agarre. Juntamos nuestras fre
r guarda mis cosas en el maletero y cuando todo está listo enciende el vehículo. Mi cabeza reposa en la ventanilla y a través de esta les doy una última mirada a m
a y mi pesadilla inicia