mperie. La luna llena brillaba sobre mí y el cielo estaba cubierto de estrellas. Oí el murmullo de una discusión acalorada y comencé a acercarme para ver de qué se trataba. Los seres alados
tres mujeres. Tenían rasgos similares, p
las espadas de sus cinturones y se desató la lucha. Me escondí detrás de un árbol, pa
ir intentando escapar de aquella pelea. Aquellos seres alados parecían realmente enfadados y letales. Corrí y corrí, pero los sentía pisándome
r. La alarma del despertador todavía no había sonado, así que me levan
luego tomé mis cosas para salir a trabajar. Como todos los días
, antes de que alguna de las dos pudiera decir palabra. Hacía tiempo que venían con el mismo dis
uentro. Déjenme frente a mi ordenador todo el día o toda la noche, allí estaré bien. No necesito
dado cuenta de que Eva se acercaba
o, mientras entraba-. Tienes ojeras -observó-. ¿Has d
já
jo, posando la taza frente a mí
aci
, ¿sabes? -comenzó-. Deberías venir es
mosa familia, y finalmente, había renunciado a su trabajo para dedicarse a la maternidad. No e
ensar
ya lo eres Abi, salirte un poco de tu papel no te hará mal. Relájate, por un día al
no le decía que sí iba a continuar con eso to
¿puedes dejar de molest
upuesto! -dijo con una sonrisa
sea una ci
otras, lo
sentí. Eva bebió un poco más de su café, se levantó de su silla de un sa
ta, amiga.
a mañana de arduo trabajo. Al menos no tenía q
emparejarme con alguien ya llevaba un tiempo. Yo no me preocupaba tanto por esas cosas. Ya llegaría mi
restaurante que había abajo y almorcé frente a mi ordenador, como hacía
erta, acercaron las sillas,
ecesitabas comp
s a la cocina a comer con
vándome un bocado de
dijo seriamente Amelia-.
ias por pensar en mí. Si no traba
a ahora, entonces ¿cuándo
a. Jugué un poco con el
con nosotras este viernes y le encontrará el sentido a la
va. Nada de chicos. Si voy,
Irás. Ya lo pro
ntremos, es sólo para pasar tiempo con ust
e una pregunta
im
húsas tanto a e
engo
iempo. Siempre pued
. Había tenido malas experiencias en el pasado y no quería
alidad este tema me tiene cansada.
tamos al
petito -expresé, son
ibrarás tan fácilmente de nosotras, y lo sabes.
lona, y el resto de la tarde me enfrasqué en m
rabajando desde mi laptop, mientras escuc
re, tanto que mencionaron estar en pareja y
acercaba a mí, tomaba mi barbilla y hacía que lo mirara. Su rostro era bellísimo, y me daban ganas de besarlo. Continuaba mirando hacia arriba, embelesada, pero ninguno de los dos daba el primer paso. Parecía estar esperando mi permiso. Entonces
e mí. Alcé mi vista y pude ver que detrás de él había una cama que antes no había notado que estaba allí,
as y pilas de trabajo se iban acumulando en mi escritorio y la rutina me ago
s no lo recordaba, pues dicen que siempre soñamos, sólo que no l
vino en la mano. Ni bien terminé la cena, abrí un libro e intent
mejores amantes y mis mejores escapes cuando todo lo demás se de
ntas. El sueño llegó diligente y me envolvió una bruma que me condujo a una habitación algo osc
o parecía estar tan lejos de mí, aun así, la e
lcanzable. De pronto, mis pies comenzaron a avanzar con un poco más de velocidad, y noté que él se quitaba su camisa, la arrojaba al suelo, luego s
ra era bien definida, aunque no exagerada, y sus brazos se veían bien fuertes. Su piel estaba algo bronceada y usaba la barba de uno
pé con un muro invisible y las palmas de mis manos comenzaron a palpar ese muro en busca de una abertura para poder atravesarlo. Las luces de su habitación comenza
do desperté en la mañana,
había accedido a ir con ellas. Querían ir de compras luego del trabajo, pues por lo visto mi guarda
Abi -decía Eva, tan
ije, fingiendo sorpresa-. ¿Que pa
a-
melia, saliendo
opa y me hicieron probar de todo: ropa casual, de fiesta, tacones... Me estaban volviendo loca.
, por favor, b
Amelia sosteniendo una falda entre sus man
a encima suyo para ve
-dijo, y me la alcanzó par
volví al
a? Déjame ver
a y Amelia inspecci
e irás así maña
n blanco, pero
és: macarons, éclairs, paris-brests para compartir y una crème brûlée para cada una. Bueno, esas eran las salidas con amigas que más disfrutab
osas (como si no nos viéramos todos los días en el trabajo), y al caer la noche, decidim
l trabajo, Abi, y en la noche
salida? -dije, fi
an fácil de nosot
fácil, me han torturad
o a la cama. Estaba demasiado cansada y no tenía hambre. Nos habíamos llen
no estaba segura si era bueno o malo. Por un lado, extrañaba a ese rubio alto al que no conocía y por otro, la se