e vista
voz femenina aguda dijo desd
lugar público, mientras intentaba actuar de la manera más mundana y doméstica posible. Se había imaginado a sí misma escondi
e
ca
vacío. Sus dedos lucharon por mantener su agarre en el teléfono, los temblores le recorrieron el cuerpo, haciéndola olvidar cómo respirar. Mantuvo los ojos clavados en la me
le d
, todo va a estar bien. Él no puede lastimarte más, se recordó a sí misma
no tenía ni idea
inundó todo su ser, como el oxígeno que fluía po
ntó sobre su pequeña pelea tonta, pero estoy cien p
avés del teléfono. Pero su amiga no sabía que no quería tener nada que ver con la mujer que decoraba ese no
te
saba que la amaba mucho. Un gemido ahogado desgarró su garganta, pero fue tan pequeño, tan prácticamente silencioso que ocultó su angustiado estado bajo una máscara
ucho que las uniera. Érase una vez, habían estado prácticamente pegadas la una a la otra. Esos eran los buenos tiempos, días en los que leían los mismos libros,
amente
nza de que la gente se quedaría para siempre, pero era un o
rando como si no hubiera un mañana solo para llenar sus horas sin sentido. Se reía de los comentarios sarcásticos qu
ares de diamantes y las pulseras de platino, sabiendo que funcionaban de la misma manera
l salvaje pudier
vierte en gatito solo ante la prome
dable, Sara- Su voz era suave y ligera, pero ten
tenerme e
consciente de que tendrían un sabor lo suficient
y aunque entiendo cómo debes sent
a entender cómo se sentía, simplemente no era posible. Ella había sido parte
ensamientos no lo sabía, pero había un hombre que estaba sentado unas mesas más al
ó uno nuevo. Sin embargo, nunca dejó de prestar atención a la mujer ni una
er más...
jo, pero era parte de una conversaci
nes turbios en blanco y miró su manicura francesa recién hecha, notando que ya se había r
ño viaje tuyo? Tenemos que reunirnos y ponernos al día- La sonrisa en su voz sensual era
taba molesta por el carácter de Sara, nunca podría olvidar a la niña
iversidad para terminar mi carrera, me quedo aquí- Había algo definitivo en su voz. Sonaba como un animal que acaba
taba en la línea de: "Tu hogar está aquí". Poco sabía ella, eso no era un hogar,
í- Te estás comportando mal, como cuando éramos adolescentes, pero es mejor que vuelvas a cas
enaza, sin embargo, Sara no sabía la verdad. En consecue
muy orgullosa de esa pregunta, pensando que había encontrado la manera perfecta de burlarla mientras ocultaba la pregunta a plena vi
iño, no soy una de esas esposas tr
lucrarse en otra discusión con person
uían cada uno de sus movimientos. Nerviosa, tomó su chocolate caliente en sus manos y lo acercó a sus labios, tr
bello de su cuello se erizara era abrumador. Por extraño que pare
ros de la vida. La curiosidad había tocado a su puert
l pecado, acepta el placer y el dolor que lo acompaña. Para Winnie no fue tan simple como eso. La decisión no se había tomado p
teléfono, dijo unas
sabe dónde estoy, que nunca le dijisde esperar. Sus oídos se aguzaron ante l
echo, no era su lugar cuestionar tales asuntos y, sin embargo, no lo hizo. Ni siquiera era decente, como parecía, y ¿qué diría su madre? ¿Qué diría es
o es m
a a ella y al poco amor que tenía en ella. Después de eso, mencionaría cada vez que sacrificó algo por ese mocoso des
No es que necesitara ayuda en eso. No había dejado su cabeza desde el día en que acudió en su ayuda. Había parecido tan absolutamente distante en los momentos previos a que la notara que
capaz de mantener el contacto vi
de Cassiel gritara de alegría. Tenía una nueva presa, una que no se había dado cuenta de
pueblo frío y desalmado con sus vestiditos
enía la costumbre de dejar sus ventanas abiertas de par en par, dándole una excelente vista de su f
la mesa, sin querer siquiera mirar el dispositivo en esos momentos. Su respira
ación, llámalo como quieras, el acto sigue siendo el mismo. Ellos te miran. A veces, se vuelven un poco más audaces y deciden sentarse en tu pecho, aplicar pr
sentía, impotente, incapa
mpensar sus hábitos y piensan que son demonios que se alimentan de esa sensación. Otros creen que solo te
ble que le provocaba en el bajo vientre. Parecía el tipo de hombre que te hacía olvidar por qué la lujuria se consideraba
a que la perseguía no llevaba ninguno de los siete pecados capitales sobre sus homb
l dragón y rescatan a la Princesa de su terrible destino, con su cabello rubio de longitud media que logr
dero mal tiene el rostro más ino
bía entregado a alguien que se aprovechaba de su culpa para manipularla. Debería haber visto que el Príncipe no era más que el v
ó a dejarla vacía, y