te podría conseguir un empleo en el que lo ayudara de una vez por todas para que no necesitara más de correr de una esquina a otra con miedo
Cuando Mirella comentó que su jefe era rico, no pensó que fuera tanto. Las casas de aquel lugar eran muy bonitas, con espejos y
delante de sus ojos, hasta que las casas más bonitas comenzaron a desaparecer, una más lejana que la otra, hasta que el coche dobla
desde la fachada hasta el balcón sin color y sin flores solo con cortinas negras y vidrios
hombro y confrontó a Mel que intentó sonreír, pero algo le decía sólo para quedarse en el coche e ir. -
que Mel hiciera lo mismo y juntas siguieron hacia la entrada. Mirella ya era más que bienvenida, estaba p
araña en el vestíbulo, brillante y aparentemente elegante,
s y sin sentido. - Comentó la mayor. Entraron en la sala bien organizada y cada rincón allí era decorado y cuidado con
el silencio de la casa decían lo tri
se acercaba y encontró una señora bien arreglada y uniformada.
ndo una pequeña despedida. La señora la miró de pies a cabeza y estrechó los ojo
detuvo para enfrentar a la señora que
e para qu
diablos es
E
dilla de madera oscura estab
apartado. Tal vez algunas puertas eran la de la cocina que se podía ver desde allí, pero se podía notar que todo estaba bien arregla
unos cuadros en la pared e incluso de una familia antigua, o sería la del dueño de
die, pero ese silencio también era devastador. Mirella se detuvo frente a una d
decir que estás aquí y lista para tu entrevista. Muy pronto, bajaré cualq
za ya sintiendo una energía demasi
ientada hacia la mesa donde sólo se veían las espaldas de la misma y los cabellos negros que caían alrededor de su nuca. Las cortinas del lado
de una vez. trabajar para ese hombre era complicado. Sobrevivir con esa actitud mimada de n
en sus manos y se levantó lentamente de su silla. - ¿Dijo q
a gritar y enloquecer porque algunas personas no q
eran más obedientes de l
necesitas una empleada. Ella es hermosa, divertida y buena gente. Usted explica lo que quiere, y si ella quier
l otro lado golpeando contra la mesa, Mirella ni se asustó.
qué iba a dar. Tal vez otra taza de un café caliente y fuerte podría hacerla más feliz. Salió de la habitación nuevamente buscand
ró delante de la puerta y s
ia, y si dice algo qu
posible. No necesitaba sentirse nerviosa ya que había hecho tantas y tantas entrevistas que ni necesitaba más memorizar lo que hablaría. Abrió la puerta lentamente ya que ha
puso rojo al notar que los ojos de adentro venían hacia él con curiosidad. Entró de una vez extremadamente menos cómodo que fuera. El cuarto era
una pequeña barba sin afeitar. Era encantador y a pesar de ignorar, Mel sintió el cuerpo temblar, y sus piernas pesaron cuando lo vio alejarse de la silla para levantarse. Era increíblemen
y con una piel tan blanca que parecía no ver un sol hace años y la ciudad caliente que hora u otra agrietaba el suelo de tan caliente
la mesa rodeando la misma con pasadas pequeñas, quería entender y estudiar cada pedazo de
lía, las palabras huían de su mente. Pudo notar el color de los ojos era del
olescente... Esto era encantador, muy diferente de las otras chicas que entraron
donde hay ruido y luz, un lugar donde parece tener vida, muy
que algo está muerto, yo? - ¿Te apuntaste a ti mismo. - ¿Est
ada más, volvió a mirarlo encontrando una cara confusa, -
e eran delicadamente observados por él. La chica era bonita. Aunque no eran nada comparadas con las mujeres
para cubrir la vacante. La Sra. Mirella dijo que necesitaba a alguien para servirle en privado y tengo
arato cualquiera, estaba seguro. C
ga y llame a Mirella por mí, se lo pido con toda delica
diablos ella aún estaba haciendo allí. - Dije que tengo experiencia y he trabajado sirviendo a otros lugares. Y yo... yo... necesito el trabajo. - Diste un paso adelante sabiendo que
en asentir, el tono de su voz había cambiado, estaba más
y decidida, y él rió, una sonri
ces quítat