iento. –Somos tú y yo, me encanta mu
toma mis mejillas y deja un du
derecho de decirte lo contrario, tienes unos ojos verdos
recho de decírmelo –esta deja un l
o, pero estoy segura que habrá solo una que te mirara con más amor del que yo
nte ello, ¿Quién se osa a cortar mi inspiración en la limpieza? Corro con prisa a mi habitación tomo el móvil y observo el
z temblorosa al res
, señorita Kayenston –aliviada por es
–Señor Hunther, disculpe, pero
endo esa enorme hamburguesa ll
nunca estoy ocup
par
que buscare mi paga el lunes, supe
lo
a es su insistencia? – ¿Entonces el lunes? –silencio, alejo el
que debería alejarme de la
ver por la lentilla mi quijada cae al suelo como en los looney tunes, y ok, ya debo de dejar de comp
Este me mira de pie a cabeza, caigo en cuenta que estoy descalza, con mi cabello enmarañado y una vestimen
todo y envoltura al verlo con ese trajecito de gente adinerada, so
a a pasar seño
o yo espabilo y asiento.
or de los polvos en este apartamento. Cierro con tanta quietud la puerta y lo veo de espaldas
a que tiene la barba. Este voltea y yo alzo mi rostro con prisa de su culo, le doy una sonrisa y este pasa a extender su brazo, e
ervo, este tiene sus manos en sus bolsillos, s
bajo menos de lo qu
es eso,
ita Ka
apene titubearme –este
o de mostrarme su trabajo –asiento levemente. –Para nadie es un secreto que yo no comparto el pensar de esas personas que admiran el cuerpo voluptuoso que usted t
ue a él le gusta, lamentablemente deseaba comerme cada cuadrito que estoy cien por ciento se
as? –est
suben y con ello tengo la vida que merezco – ¡Dios mío! ¿Acaso se puede ser tan fino, arrogante y directo como este hombre? Que léxico, maldición, me tie
ta? ¿A mí? ¿
n que quizás piense,
yo pienso? –este da un par d
osa –suelto u
ue lo pensé! Dios mío es que yo lo veo y me dan es ganas de llevarlo hasta mi tin
le apene titubear
ca cerrada y asiente. – Uste
mí, para el
digo sin
yudo a Mark e hizo un magnifico y limpio trabajo, tiene una impresionante crea
o.
y así tendrá el fin de semana para pensárselo, pero créame, soy uno de los empresarios
está bien, m
ale, yo le miro de espaldas y le pido a mis ojos que se man
asiento. –Tiene unos encantado
ro la puerta, bajo la mirada y observo el cheque de 500 dólares en mis manos, es demasiado dinero para ser sincera, es el
¿Acaso tiene un fetiche con ello? ¿Señor Hunther?