mo tiempo que lo arrancaba. Elisa me dio un ridícul
uiero nada contigo. Solo es sexo, ya lo hablamos. No hay sentimientos que me aten a ti, no hay nada entre tú y yo
ó enfu
n gilipollas-mascul
si se tratara de una tentativa de arrepentimiento, porque se dio la vuelta y me miró casi
alto, pero no disminuí la velocidad. Al contrario, apreté los dientes y aceleré aún más. Si tenía algún problema con la carabinieri, más tarde lo
suficiente para ver cómo las miradas de los transeúntes que paseaban por las aceras se quedaban reflejadas en el retrovisor. No de
quilos por la avenida y tuve que ralentizar mi marcha para poder esquivarlos. Adelanté a varios vehículos rozando los retrovisores las calles era
enfrente ya se había llenado de coches que pasaban a toda velocidad, pero no me impor
is
os con un dedo mientras Vladimir detenía
que eres perfecta. Estarlo
los podía hacer una persona con las características de Vladimir.
jas de vivir ese infierno de relación que
o que se parecía a Leonado DiCaprio. La única diferencia era que Vladimi
en serio. Aunque la diferenci
ete años, Vladimir -l
nclinó hacia delante y me besó en la mejilla. -
ismo tiempo que descubría a varios g
po de hippies que se pasa la tarde fuman
ta del coche y apoyé los codos sobre la venta mientras insi
bias no seas
llo. La imagen no pudo haber quedó más imp
he antes que a estos ch
s algo, llámame
, te quiero
n te quier
o lo más rápido que pude y encontré el nombre de Evan parpadeand
lia y que me muero de envidia por ese cuerpazo que ti
lizando un tono burlón y
seguían o
es siendo la misma chica creída de si
rza. Comenzó a gritar mi nombre y a dar saltos. Varias personas nos miraban sor
ió a gritar aferr
amente pude detectar aquel a
l, la espera se me ha hecho eterna.
rte pero al salir tuve una charla motivacional con mi hermana-
suaves mechas amarillas sobre su color castaño. El flequillo también estaba retocado; se lo había cortado a la
el cabello? -pregunté
onrisa inclinando la
te
ueda
magen, y Rebeca y Ye
e asienta. Y por cierto, do
perando. Tengo muchas g
minutos que tardamos en llegar a la cafetería. No dejaba de contarme cosas sobre todos los amigos que había hecho, sobre los
l, seguro que te gusta -me aseguró Evan
ndos y dispensadores de helado de la época; paredes rojas, y sillas forradas de cuero. Daba la impresión de es
ró y sonrió
y esta canción -casi so
etes algo de swin
que l
a de caminar al ritmo de la melodía. De la mesa del fi
bien peripuesto. Llevaba el flequillo hacia un lado y el resto de su negro cabello engominado hacia atrás. Dos p
fotos! Y créeme, eso es muy difícil, no ver tu encanto -añadió tocando con su mano cada curva de mi cara como
ro no. No me
Evans, sonriente-. Específicamente los estudio,
medicina, escoges la más sencilla -dijo, irónicame
ntigo -continuó Rebeca. Vi enseguida que aquel muchac
s observaba cómo Rebec
tan deslumbrante ese azu
ne ese color...
que parecía ser Yesenia y yo observábamos cómo
-prosigu
sé de al
Qu
o -conte
Leon
eca Gambino. Aunque
el hijo pequeño de Rebeca Gambino entrara en nue
. -Rebeca levantó los ojos al techo,
si te estás preguntando si Rebeca es así siempre; la verdad es que sí,
esenia le proviene -dijo
imero le propi
encantaba su estilo. Vestía de una forma más urbana, aunque resultaba sensual y muy femenino y su cuerpo de verdad que provocaba. Se le notaba que era de una persona
xpli? -me preguntó Yesenia aferrándose a su bufanda
sobre él y esperaba
obar el helado Alejandro ib
con más gente de la que esperaba. El grupito de Elvis y sus muñequitas de porcelana
puñetazos. Cuando me detenía y me bajaba de mi coche me dio tiempo a ver que una de ellas saco
los brazos de Leonardo mientras Elvis le daba varios golpe en el estómago. Mi amigo Alexander tenía la cabeza de Billy bien aferrada entre su brazo y las costillas y no dejaba de darle puñetazos. Otro muchacho saltó sobre él, pero Alexander
nreía mientras los esquivaba con mucha facilidad a esos mequetrefes. Anthony era pequeño y mu
un muchacho que estaba entre el público, fuer
nas semanas con él, pero no era la primera vez que le rompía algo ya el vidrio se lo había cambiad
ea. Le arrebate el móvil y, con él, le di un puñetazo en la cara. El cayendo de espalda observa cuando su
ierna y la lancé contra su pecho con tal fuerza que lo tiré al suelo. Al caer, pude oír un pequeño gemido. No dejé que se leva
un en su estado pudo, sacó fuerzas de donde no las tenía para sujetarme y empujar
Aquel simple gesto hizo que yo volviera a darle otro puñetazo. Lo que no esperaba era que Billy se le escapa
lizaba por mi cara, pero eso no impidió que me lanzara sobre él. Rápidamente le
aba de las viejas había sido muy efectiva. Era el momento de salir cagando
mí con fuerza y
s, Alejandro! -gritó Alex
os, los gemelos y el muchacho
o! -chilló