ítu
es punto
A
les ganas de cometer un asesinato. Había visto las suficientes series de televisión para saber cómo matar a alguien y ocultar el cad
ás! Volvió a frotarse los labios con fuerza intentando eliminar el hormigueo que aún sentía sobre la piel. ¡¿Cómo se había atr
eza sobre ella para comenzar a gritar insultos. Realmente no sabía con quién estaba más enfadada, si con el imbécil de Damián por besarla, o con ella misma por no haberle partido la cara allí mismo. De hecho, su reacción fue de
odía darse
esarla?! Obviamente, lo había hecho como venganza por haberle tirado el plato de comida encima y humillarlo, pero había una línea que no debí
ncerrada en su habitación con un humor de perros pensando en una buena forma de vengarse, pero ninguna i
do por la puerta y sentándose de
ante atlética (como ella), tenía el rostro ligeramente redondeado, el cabello rubio -como toda inglesa- y muy largo, y unos brillantes ojos azules. Pero que su dulce y delicada apariencia de ángel caído del cielo no os engañase, ella era un demonio, un l
amián -contestó Dafne mirando hacia su amiga, la
, Dafne gruñó y meditó unos instantes si debía o no contarle lo sucedido; al
graciado me
briendo los ojos de forma desorbitad
o delante de toda la facultad! -indicó ella poniéndose en pie de la rabia y l
a asesina y la rubia entendió que, si no qu
ué has
de Tronos* -expuso Dafne con ojos brillantes; Ann suspiró, y
, la cual es adaptación de la novela escrita
no tienes id
eas, arrancarle los ojos con
nosotras arrestadas? -preguntó Ann; Dafne se quedó unos s
n par de vueltas, para luego detenerse y mirarla con media sonrisa
jor amiga?! -bramó Dafne tomándola de los
aprovechó el momento para tirarse sobre el puf * nuevo que había comprado-. Piénsalo bien, Damián está esperando tu venganz
gida que puede ser de diferentes materiales. El relleno es de trozos de po
s un pokemon -
de hecho, mañana voy a escaparme de alguna de mis clases, para poder ver cómo mi teoría se dem
r que se compró un diván para su dormitorio y que había empezado a pasar consulta a algunos vecinos. Pero tenía que reconocer que era una psicóloga muy buena y analizaba muy bien a
sospechar -habló Ann mi
principal razón por la que estaban saliendo en secreto) era el superprotector hermano mayor de la rubia. Matt era una de las personas más increíbles que había conocido en su vida, era guapo, inteligente, valiente, audaz, capaz
ra había insistido en que lo mejor era contarle la verdad a Matt, ni Ann ni Kyle estaban por la l
decírselo -dijo Dafn
Damien te h
horrible momento. Ann soltó una carcaj
cinco veces y gasté t
harlas y metérselas en la comida -
ue no hubiese sangre de por
mejor. -Dafne miró hacia Ann
-. Te besó y no le partiste la cara allí mismo; sé que el decano os ha llamado la
o, no me dio tiempo de rea
que, si se lo contaba a Ann, ella comenzaría a analizar la situación y a ella también, y no tenía ganas de que su amiga le hiciese un p
ose la mano derecha a la barbilla par
a mano para tomar una de sus zapatilla
lices! -exc
, ¿que te gustó besarlo? -curioseó Ann enarcando una c
raumatizada, ¡traumatizada por culpa de ese engendro! -chilló Dafne haciendo que su amiga comenzase a reírse de f
¡
bis -dijo tirándole el puf enci
cómo el estómago le daba un vuelco, claramente por el asco que le había dado el contacto de los labios de Damián sobre los suyos, por no hablar del hormigueo tan extraño que sentía aún en los labios (otra muestra más del
e la Xbox; mataría zombis imaginándose
-
MI
sacando los brazos detrás del cuello. Había hecho cincuenta abdominales, sabía que
Porque con ella nunca se sabía; quizás debería ir mañana a hacerse un análisis de sangre, porque ese ritmo cardíaco tan acelerado no era normal. Pero tenía que reconocer que había sido un puntazo, lástima que por miedo a su integridad
a estas horas esa mujer estaría desquiciada y
los humanos a veces estaba bien, no solo había recogido y limpiado la cocina, sino también su dormitorio, e incluso le habían sobrado energías y se había puesto a hacer abdominales para matar el
riminales*. Pues a esa mujer no se le ocurrió otra cosa que raparle al cero un cuarto de cabeza, afortunadamente, se despertó; ya que el objetivo de la...¿chica? -a veces dudaba de que fuera una mujer- era raparle media cabeza, y en la otra media cortarle el pelo como si una cabra le hubiese comido el cabello. A consecuencia de ese
erie estadounidense d
uién las
niendo el pelo disparejo, pero tenía que reconocer que aquello le sentaba bien,
ecidió buscarlo debajo de la cama y ¡bingo! Sacó el monopatín negr
bar cosas nuevas y qué mejor que el skate. Además, las habilidades del parkour le facilitaban las cosas. Salió de su casa e inmediatamente se subió sobre el monopatín tratando de impulsarse cada vez más. Le encantab
acidad motriz (escalar, saltar, correr, mantener el equilibrio,
ue la venganza no debía afectarle a él; tenía que hacer que ella sufriera y no dejarlo a él con ese extraño cosquilleo en el fondo del estómago dur
ro lo único que consiguió fue golpearse el tobillo.
s, por lo que le pegó una patada a la tabla hasta ponerla en p
iempre consigo era una tablet o un laptop para poder conectarse desde cualquier parte a Internet, ya que la tecnología era algo así como su obsesión. Pero tenía que reconocer que era el mejor hacker que había conocido en su vida (y había conocido a unos cuantos). De hecho, era esa gran habilidad
t a una velocidad increíble,
haces? -Ren levantó la ca
dad, estoy harto de llegar tarde porque mi autobús coge todos los semáforos en rojo -explicó R
s un d
an a pillarme -dijo Ren para volve
urre
-Ren guardó la tablet en su funda y miró hacia su tabla-. ¿
nzaban a caminar-. Ya sabes que no me gusta estar parado sin hacer nada,
las veces la gente se quejaba de su exceso de energía, por lo que debía aprovechar las raras ocasiones en las
planes para someter a la «Oye, oye» y al resto de jefes; y a eso había que sumarle los intentos de sublevación de varias bandas y las bromas que le gastaban a la patrulla policial que había a la entrada del instituto. Suspiró con mela
ijo tomando a Ren del hombro y medio abrazándolo-. Entre los dos podemos someterla
o y diversión, Damián asintió con fuerza y el japonés se liberó d
os -contestó con
había realizado a lo largo de los años. Porque aún no olvidaba la cantidad de veces que había sido castigado e ingresado en el hospital por su culpa. El día de su venganza llegaría, tarde o tempra