TE DE H
s invent
as robadas al sueño, uno puede llegar a convertirse en un experto en cualquier tema a fuerza de inmersiones en Google, Wikipedia y los m
ión de este universo de pozos sin fondo! ¡Alucina! Podrías invertir una vida entera en el rastreo de los millones de palabras escritas alrededor de un tema tan aparentemente minoritario, anecdótico y sociológicamente marginal. Y si además el tema tiene que ver con el sexo, necesitarías al menos un par de reencarnaciones para saberlo... ¿todo? Pero no desistes. Una vez entras en el laberi
ue s
po de parejas! No es muy distin
firma tu pareja, metid
uerdas de la peli de Anthony Quinn, cuando se carga al cura
mbres sexuales, como si fueseis auténticos doctores en antropología y expertos en sociología y costumbres. Las entusiastas sobre mesas parecen no tener fin. Ya casi habías olvidado
o cromos, como en una oferta de "dos por una". Y no hace tanto de eso. Continuó hasta los '70, ¡hace cua
vador en sexo. En un hotel por horas vieron que iban por ejemplo veinte parejas y, cuando
as partes. Incluso en la casta Italia los hay a patadas. Asociaciones, complej
rte! ¿No
cambio, porque si no, ¿cómo se explica que haya tantos locales
que era cosa de
ada del otro mundo. ¿Tener sexo con o
ad? Yo opi
los d
te gusta, ¡pues no vuelves y punto! Creo que no hay mucho que p
xac
.
ra... Es parecido a lo que le ocurre a los viajeros. A menudo suele ser más fascinante el ritual de los preparativos y la generación de expectativa que, al final, el viaje en sí mismo. En muchos casos culmina en una enorme decepción, como en nuestra primera experi
.
mento de lanza
an pasado a convertirse en un debate entusi
os encuentros sexuales de uvas a peras han pa
tarte a la mesa?), has dicho: "Bueno, ¡dejémonos de historias!". Y os habéis amado allí mismo, sobre la mesa del comedor, como
á pasand