nde una nota co
mergencia, ¿podrías ir y reco
la inmensidad de los terrenos, pareciera que estoy dentro de un campo de golf con todos esos jardines y árboles que separan una mansión de la otra. El taxi arranca tan pronto
árboles. A mi lado izquierdo hay un timbre, en la nota no dice si tengo que llamar a la puerta o esperar afuera. Presiono el botón y espero. Inmediatamente
ofrece algo? -pregunta
ido de soltera desde que pasó lo de mi padre, yo no he podido deshacerme de él,
enos recuerdos y
clama-. Sigue el camino
r. Ahora puedo ver un poco más, pero el follaje de los árboles sigue ocultando lo que hay detrás. Me tardo unos minutos en lleg
alcones y, en el centro, unas escalerillas que desembocan en una puerta de madera labrada. Bordeando la casa hay jardamable, cierra la puerta y baja las escaleras sin dejar de llamarme
ando -dice-. Vamos por la puerta de atrás
ajos de mamá, la mayoría de los clientes mandan a sus trabajadores a atenderme y rara vez abren la puerta principal, algunos ni siquiera
Becky, p
pondo vien
l patio trasero. No me da tiempo de fisgonear, la señora me da un jaloncito en el brazo para que ingrese a la casa. Me
arto de lavado -dice mientras camina
entre tantos muebles ostentosos y un frigorífico pequeño; del otro lado de la barra, empotrados a la pared, están lo
uego me doy cuenta de que los pasos provienen del exterior de la cocina. Alguien entra s
u rostro son inconfundibles. Me quedo estupefacta, contemplándolo. Está usando bermudas negras y una
haber imaginado que era su casa o quizá no, ¿yo cómo iba a saberlo? Mi corazón l
sirve agua y, después, silencio. No me muevo, ni siquiera para respirar, pues temo que me descubra. Apr
s escondidas o debo
od
o me topo con esa masa de músculos bien trabajados, me cuesta trabajo no escanearlo, cual
onoce, su comisura derecha se alza y forma
e ronco me hace tragar saliva, espero que no pueda notar lo nervi
ace recordar a cómo me miraba el viernes mientras bailaba en el escenario, lucho con las
ecky, no puedo responderle como se merece por
n convertirse en diseñadora de modas, después se casó con mi padre y todo se vino abajo, tuvo que abandonar la escuela y su sueño. La madre de Dan es Helen Adams, la dueña de la bouti
s salgan de mi boca, pues mi madre podría perder un gran cliente. Un
i cocina? -pregu
ara encontrarme con los suyos. Verlos de lejos no se puede comparar a verlos a escasos
, respirando hondo para calmarme, aunque no sé si es
Y
que me impide seguir a Becky, Dan Adams está fre
cky o pensaste mi propuesta y viene
ngua para no so
chupárte
escarga me hace temblar, mi cuerpo reacciona al suyo. Mi resp
unos cuantos centímetros, lo suficiente pa
meto entre tus pierna
. ¿Cómo era que se respiraba? Hay algo llamado prudencia, pero tal parece
del Senador muchos ojos están puestos sobre él y sobre todos sus movimientos. No soy mucho de escuchar
n medio -digo
a al mismo tiempo, Becky está cargando una caja y l
y deja de bloquear el pasillo para que la señora pueda unirse a nosotros en la cocina. Él le ha hecho caso a l
á y por fin de dejará en paz, me enf
o ha te
úsculos de su espalda mientras camina hacia la sali
rdad? -pregunto antes de
chasquea
Dan es así, ha tenido todo en la vida, no está acostumbrado a que le digan que
uncio más para
¿Vienes con alguien? Puedes decirle que entre par
ré en
nce, al igual
se llegase a enterar que permití que te fueras así. -Niega con la cabeza, algo en su t
jo que no me ha impactado saber que hay casas secundarias en este lugar. Minutos despué
No trae auto y necesitamos que l
exclama, alegr
acia el exterior por la puerta trasera. Lo sigo, preguntándome cómo estas personas tan
e distancia. Yo no sé de autos, pero no es la camioneta de Dan, y s
automóvil, y se espera hasta que entro para cerrarla. El interior huele a
e pone una especie de boina que me parece
voy a lleva
o, una vez que arranca y salimos de la gran mansión, me relajo. De
¿cierto? -pregunta él con amabilidad,
po
cuando entré l
tiempo trabaja
scuela y para recogerlo, la señora y el señor siempre fueron personas muy ocupadas.
e mi madre se levantaba muy temprano y arreglaba mi cabello, luego preparaba el desayuno, me ac
arme y una mujer de cuidarme. Pensar que tiene cualquier cosa que deseé, pero no la presencia d
soy egoísta, no voy a negar que me gustaría tener sus posibilidades para poder ayudar a mi her
guntarle más, tampoco quiero qu
a caja. Mamá ya está en el exterior esperándonos, me da una mira
. Él asiente y sale de la casa, saca
sta, así puedo pasar por ella o
os movemos hasta que se marcha. So
carme... Iré a comprar hilos caros y agujas que no maltraten l
al le dirán a otras personas y na
obre sus hombros y
lo vas a h
ue le diga que se trata de una diseñadora famosa en la ciudad. Dejar