i primer encu
díamos sentarnos en una plaza, después de estar
isa, además de sus ojos achinados que provocaron que mi cuerpo se estremeciera-. ¿Q
rsona de cristal, no sabía si estaba bien o no sentirse así... con él-. Perdón, no sabía si te molestaría lo que diría,
eras mal ni mucho menos. -comentó, no pude evitar sonreír con sus palabras, aunque aún no me atrevía a mirarlo... él por su p
conocía y que me sentaría sin ningún tipo de protección pensando en que algo podía salir mal, además conversamos de su familia, de cómo vivía, de
yo. -comenté sonriendo, él también lo hizo y nos s
odos deberíamos realizar. -mencionó-. No te sorprendas de lo que hago
co de vergüenza comentar cosas de mi vida frente a él, sentía que nos conocíamos tan poco, pero a la vez teníamos cosas que nos comp
per las reglas. -mencionó sonriendo, lo había dicho cómo en un ton
tras me levantaba de la banqueta en la que nos encon
tramos en invierno, pero no nos hará mal un helado, ¿O sí? -agregó nuevamente, está vez m
i es que me estaba invitando a un helado o si solo quería que
nerte rojita. -agregó y me puse aún más roja, sonreí por l
me gustaba mucho que los demás pagaran por mí, a menos que no tuviera dinero y a menos que enserio no tuviera dinero, llámenlo cóm
que las cosas con él son tan simples, llámenlo admiración, aprecio, cómo quieran. En fin, le comenté lo mucho que me había gustado verlo y compartir con
é a leer s
er repetirlo pronto. -mencionó William, enviando
no te pongas incómoda. -ag
se habían cruzado por casualidad y ahora nos estábamos volviendo amigos, cosa que me llenaba
mejores tardes en mis últimos años, claro que entendía eso, y claro que yo también tenía mucho sueño, mañana era un día en
cer estos planes, últimamente prefiero más dormir, quedarme en casa escuchando música o haciendo ejercicio, fue fácil qu
, no me arrepiento de todo lo que estoy comenzando a sentir. ¿Si me da miedo? Claro que sí, estoy completamente aterrada, per
paseando por una plaza de la ciudad donde estudiaba, y aunque, ellos no me habían creído mucho al inicio, logré convencerlos, terminaron ente
alla de troya, pero ambos sabíamos que nuestros corazones sentían algo más, o por lo menos el mío sí lo sentía, quería estar con él y demostrarle mi afecto, cómo mi coraz
os, es cómo si el destino hubiese querido que ese día nos conociéramos y c
or la puerta mi primer pensamiento fue, «Llegó William» y mi corazón comenzó a latir con fuerza, tratando de escapar de mi pecho y correr en su búsqueda, «William, te estás convirtiendo en todo para mí» volví a pensar. Mi madre se eno