frente que me desestabilizo y caigo. Mierda, ya no sé caminar
al tiempo que unos brazos fuertes
de arriba abajo y me sacude trozos de pasto que están en mi blusa
y siento el calor en mi r
or-. De hecho no sabía que Neli fuer
mente se debe a que el directo
chillona―. No la conocí, pero
cerca de mí que puedo vislumbrar las minúsculas manchas en su iris. Un aleteo feroz nace en mi pecho y
e brincar. Las aletas de su nariz se dilatan, si las miradas mataran, él ya me habría as
stá adelan
para caminar tras su hermano. Lo veo alejarse y no puedo evitar p
mos. Da igual, tampoco se trata de confiar en
a sea Dalia y sus apariciones poco oportunas―. Pensé que
ea una ceja y truena la boca, no sé si se debate entre disgustada o decepcionada. O ambas. Ahora su
o puede ser peligroso porque nos nubla el juicio. Sé que no q
orque necesito evitar que piense mal de mí. A ver Kendra, ubícate, nunca te ha importado mucho lo que piensen de ti. Mis pensamientos se ven interrumpidos por la visión perfecta de Marlene y Juan
e a nuevo con una pizca de naranja. Es agradable. Dalia se adueña del as
o -Dalia com
cortesía hace como una semana -Sebastián cierra la
aún, a Ventura. Me queda en claro que Dalia no abrirá la boca sobre m
igos se
de los Diener ―Sebastián se pone el cinturón―. No entien
be en su teléfono, Dalia tararea una canción, canta bien. Sebastián mane
―rompo el silencio―. Tomo clase con Tristán, hacemos
para responder la pregunta de Pav
areció i
ejo retrovisor, me encuentro con la mira
al volante, triunfante―. Con eso se vuelve más
ieron retorcidamente y no podemos dejarnos. He sido egoísta, primero al ir a la policía, d
con sarcasmo―. Pero ya dije que lo haré.
el tanque. Dalia y yo aprovechamos para comprar golosinas en la tienda mientras Sebastián paga por la gasolina. E
ene un golpe en la cabeza y está inconsciente. Sebastián corre hacia la cajuela mientras Dalia y yo auxiliamos a Pavel. La herida sangra
igo, tal vez f
ces?! No
entamente los ojos. Puedo escuchar a Sebastián gritar y maldecir mi
―pregunta Dali
levantarse, gime de dol
bajarme porque tardaron y no
la mirada. Su boca es una fina línea que
bastián quien no me responde porque
evar! ―nos mira desde atrás
ce nuestro compañero, Dalia le limpia con una servilleta qu
e querí
...
so es muy vag
ea el suelo con su pie,
a mi habitación ―Sebastián está tan rojo que parece un tomate―. Iba a desecharla, pero esperaba el momento i
siado y lo único qu
nías una cám
sombría, se cruza de brazos
sta, quería grabar el e
e parece algo muy fuera de lugar. Y además lo d
no sé qué mierda pasó. Despertamos, olvidé que tenía la
respuesta a nu
y no aparece na
alia quien abraza a Pavel, ya se ve mejor―. Debe
color que tiene―. Es que, no estoy
-digo con seguridad-. Creo que podemos
a arrancar la piel de un momento a otro. Muerde fuertemente
l al hospital ―se sube al automóvil después de
ntro de las instalaciones del campus. No soy de clase social alta, pero tampoco me considero de bajos recursos y aun así, la cuenta por una
se queja Pavel mientras firma por el cobro con tarje
mente por las calles, hoy somos nosotros; mañana podríamos estar muert
amioneta-. Creo que eso es lo primordial ¿nos despertamos antes de que pudier
ntana, Pavel retuerce sus manos nerviosamente y Sebas
nal para tomar la salida al campus
n matar; nos acosan, ¿pero quieren
la residencia. Dalia se preocupa en exceso por Pavel, camina demasiado cerca de él y no par
l se detienen y voltean a ver hacia acá, les hago una seña para que se acerquen y entonces vuelvo mi atención a Sebastián. Me acerco para ver qué está haciendo y pillo al muy mald
teléfono que tiene en las manos-.
logra evadirme. Me subo sobre sus hombros para tratar
ber algo i
HAY
o en el grupo; él se fue contra Sebastián el día de la masacre, tengo esperanzas. Entonces me acuerdo de que al final fue Sebastián quién quedó arriba de él y se me
os del aparato. El video está pausado, Dal
ntifaz cubre la mitad de su rostro, no puedo verla bien, pero hay algo familiar en la forma de su barbilla. La chic
es incómodo, tal vez Sebastián dijo
e arrastra hacia la cama, la mano de Sebastián la toma de la barbilla apretando sus mejil
Dalia, a mi la
gimiendo y alza sus manos hacia él. Un segundo después, la voltea de forma que queda en cuatro y le da una nalgada (vale, creo que no debemos seguir viendo esto). Se e
ior, la respiración del chico se escucha acelerada, pero pesada, como si le costara trabajo. Después ata, con un cinturón, los pies de la chica cuya respiración también se acelera. Y entonces e
chica y le quita el antifaz del rostro, de alguna forma también le desamarra el cabello. El momento en donde se ve a la perfecció
a hacia abajo, se escucha un golpe, luego
n, lo cual jamás podré borrarme de la cabeza, si no a la chica. Durante un segundo pude ver de lleno su rostro e inmediatamente la reconocí. S
sado desagrado aun cuando e
ra, la chica que por poco se acostó con Sebastián está muerta. Y el muy imb
e nota derrotado y al ver su rostro color tomate me doy cuenta de que también está
l dice sarcástico―. Hey,
tbolista, un sonido de desagrado de pa
o quería enseñarles un carajo, pero son unos entrometidos d
rehumano para hablar―. La del vide
cocina la tengo tan vívida en la cabeza,
ca y los ojos entrecerrados, si de por sí los tien
os de par en par, la boca entreabierta y el labio inferior le tiembla. Creo que tiene un tic en la mano derecha p
je, fui al baño y después desperté en el armario. Cuando vi e
No sé, cabrón, nunca me
an cerca como para besarse―. Yo estaba encerrado, no pude haber matado a nadie... Pero tú, ¿cómo
ernillándose de risa. Busco en mi teléfono el nombre de la chica de la cocina, debe haber información sobre ella. La
n de intentar matarse. ¿Por qué les gusta resolver todo co
stro a Sebastián
a, tarda un par de segund
nemos grupos, chateamos y quedamos, p
rbo falo sese
e. La rivalidad entre estos dos es irritante. Se lanz
os en la fiesta de los Diener, pero no pregunté, nunca preguntamos, casi todo se reduce al sexo ―Dalia se muerde las uñas nerviosamente, Pavel se cruza de brazos y tiene expresión de estar oliendo m
y las espos
se cruza de brazos y
encargó
llero pu
así lo
edo mover los brazos de lo tensa que estoy. El cántico de los grillos es lo único que nos acompaña, quiero irme, seguramente todos queremos, pero nadie hace movimiento alguno. Un peso aplastan
ión es de desconcierto, los tres n
raré". Por la forma en que se ven las imágenes, alguien está arrastrando a Sebastián. Se abre una puerta y veo a alguien sentado
..Ur
de que la pantalla se pon
stagram --> asdetrebol08 Facebook: Historia