-El pretendiente y la pretendida..-El pamimianan.-El _amang-cruz.-_Una casa vacía y una casa provista.-El _habiling.-_Calabazas en redondo.-Influencia de los mayores.-Renc
da en el mundo varía sus costumbres, costando no poco traba
onias y es objeto de un sinnúmero de fórmulas difíciles de enumerar, y desgraciado de él si en esa larga gestación de pretendiente á
xigente futura suegra, ni el candidato extra-oficial en distrito cunero, ni el cesante con ocho hijos frente á despótico casero, tolera las injusti
s el
dres no van al pueblo sino los domingos, los días de procesión y aquellos otros en que el ronco ta?ido del tambulic del matandá sa nayon anuncia al barrio que en la población ha de verificarse algo extraordinario. Cabezang Juan, acompa?ado de su hijo-que es primogénito de su cabecería,-asiste á las altas deliberaciones que algunos sábados se discuten en el Tribunal, y no sin gran trabajo recauda de sus carolos el tributo, t
cho lo saben otros, que con la música puede darse las buenas tardes y hasta pedir un fósforo al vecino; pudiéndose hacer esto, y muchísimo más, en el arte coreográfico, en el que, y solo con la ayuda de los pies se pueden recitar todos los pentacrósticos de Estrada. El arte mímico ha llegado á una gran altura en el viejo mundo; pero juramos á nuestros lectores, que con toda aquella mímica junta, no se llega á la expresión que envuelve el hecho de pararse un bagontao ante una dalaga, y rascarse. Las u?as en es
sobre todo, observó que bajó la mano y se rascó con el mismo mimo y parsimonia que podría hacerlo un gitano sobre el lomo de un pollino
bas, el hombre trabaja mientras es novio, cuando
á nuestr
cargó con un pesado bombón de ca?a, que llenó en un manantial vecino. Con este trabajo empieza el via-crucis que tiene que recorrer el pretendiente. En el mero hecho de haber desempe?ado una ocupación de la dalaga, se le acepta, y en tal concepto, presta con el nombre del servicio, ó sea el pamimianan, toda clase de trabajos. Acompa?a á su prete
gasta en obsequios, sean de la clase que quieran. Los trabajos también tienen su tarifa, abonándose en cuenta dos reales por los servicios de noche, y uno los de día. Las listas del pamimianan son altamente curiosas, leyéndose en ellas, al lado de una libra de lichón, un pa?uelo de guinaras, figurando más allá de este apunte, dos reales por una noche en claro velando el romadizo de
de la dalaga, la cual con raras excepciones sigue la
i bancos, mesas y lamcapes en la caída y sala, entonces la cosa varía de aspecto, y el novio, el amang-cruz y los individuos de la familia de aquel, en un momento llevan cuanto hace falta, procediéndose acto continuo á preparar la cena y buscar á la dalaga, que la tienen escondida en alguna casa vecina. Encontrada aquella-y es de advertir que se la encuentra siempre-el amang-cruz entrega á su padre una bandeja adornada de flores. Entre estas se coloca una cajita, en cuyo fondo se ponen dos monedas de plata, cuy
o sucede, el rencor se lleva á un terreno casi incomprensible. Conocimos una joven, que habiendo apelado al amparo de las leyes, y habiéndose decretado su depósito, escribió á sus padres una carta pidiéndoles perdón. El día que tal hizo fuimos á la casa en que se hallaba, y la encontramos llorando, teniendo á la vista su carta con los cuatro picos quemados, una mortaja, un cordón, un rosario y cuatro vel
ma y del jonjon, se prestan en primer término para las cábalas amorosas. Aquí no hay echadoras de cartas, ni agoreras pitonisas; pero el género no es descon
ó como un cumplido pacientísimo su a?o de servicio, y cabezang Juan guardó en el fondo del arca las dos moneda
que dirige al convento, Bindoy, Nínay, el amang-cruz y los padres de aquellos. Presentes los novios ante
e nombre se da una fiesta, que se repite la víspera de la unión, con
ial que se repite de unos á otros con la pre
emnes palabras de San Pablo, Bindoy miró de reojo á Nínay, el cura bendijo la unión de ambos, y todos contentos y satisfechos regresaron á la casa de la desposada, en la que el pobre marido, antes de entrar en posesión de su mujer, tiene que sufrir nueve-?nueve!-interminables días, por supuesto con sus correspondientes noches de baile, cut
Nínay. Veamos en el siguiente capítulo si