te del
os pájaros no cantan,
opular f
TIO
e es un dí
en que el astro del día desciende oculto tras los inmensos pl
ento los que se mezclan con los pau
ación vespertina, vibra en el mundo del sentimiento con una forma
o son el sublime canto funeral que el
las tristes, melancólicas y pausadas notas que se desprenden del bronce, yendo á
más sublimes páginas; páginas que á la voz de los recuerdos llegan al santua
siempre me parece nuevo, siemp
a sacudida magnética, creyendo percibir en su m
ro de la vida la última letra, al confundirse con el ruido de la piqueta que abre la fosa y el martillazo que cierra el ataúd; ú
te está h
s, perezosamente ha corrido el firmamento envuelta entre pardas nu
hay cr
astro que lo alienta y viv
gras alas en el cemen
nes, no he notado que la luz artifi
la or
or los qu
*
entre las notas de mi cartera, encabezadas con dos renglones que decían: ?Recuerdos de Filipina
aba la relación de lo escrito con su epígrafe. ?Bah!-dije por último tirando la cartera sobre la mesa-sea de ello lo que quier
azón-dije distra
-le dije en tono de buen humor á mi buen Quico, antiguo veterano de la guer
on esa gravedad del que trata de investigar una cosa qu
que una india pueda llegar á ponerse muy flaca,
más,
ba! Pue
uro,
por allí-y le se?alé los picachos del vecino Banajao-que haya cantado muy ba
e, s
á la idealidad del querer, á la poética fusión de dos almas, á p
o Quico, interrump
uere ha
ca del indio.-Pregunte V. á su amiga X ... y ella
habitual en los horizontes que cierran las elevadas cumbres del Banajao, cabalgaba camino del pintore
TIO
o, semi-derruído y de lúgubre aspecto que se eleva á un lado del camino. Su antigua y sólida fábrica ha adquirido con el tiempo, las aguas, y la viscosidad de los musgos que abrazan la bóveda que lo forma, un aspecto tan sencillo, al par que severo, que parece decir al viajero:-?Deten tu marcha; deletrea en mis piedras con los ojos de la investigación; escucha el gemir de las puras ondas que en un beso eterno acarician mi vida; contempla el panorama que rodea mi cuna; oye los alegres can
?Cuál fué su vida?
lo que en lenguaje natural y verídico
TIO
s quince, desde que su madre, india en toda su pureza, lanzó el último a
say, cayó sobre los inmó
supo quién f
z expós
no la habían legado más que un padrón de deshonra su padre, y una ardiente lágrima,
e Selgas-que se conocen los
ierto
un aro, he detenido al peque?o ser que lo buscaba! Al ver una de aquellas rubias cabecitas cuidadosamente peinadas, formando bucles; al distinguir entre los blanquísimos pliegues de la batista una peque?ita Virgen de los Dolores; al apreci
anto el nomb
sustituyendo algunos botones con alfileres puestos á la ligera, no la he mirado al sonrosado y puro seno, pues estaba seguro que cual en la
la flor; encerrar esta en una estufa, privarla de los prime
madre es c
es! ?Tiene tanto calor el se
e las ni?as que no tienen mad
e el vegetal; en el amor de la segunda, se establece el lazo de unión entre lo inmortal y lo mortal, entre lo infin
gado á escribir todavía en estas playas el filosófico pareado que in
el honor, te
el amor, te
expresan y revelan todo un mundo de pasión el primero, todo un in
ncia de la madre que ahog
los amantes brazos que le dan vida y calor, solo halló, al alargar sus manitas, el frío hierro de la reja del refugio, ó sintió sobre su sonrosa
truosidad del corazón, tampoco se conoce
a?os, en que una casualidad hizo la conociese Do?a Luisa, excelente y buenísima mujer, qu
sa de Do?a Luisa, y un día en que Hasay llevaba
a vida de Hasay to
TIO
rjuicio que las atesoraba, y muy pingües, para las necesidades materiales, en las que acaudaló su di
que su marido descendió á la tumba, concentró toda su vida,
Do?a Luisa, teniend
Do?a Luisa desarrollaron la existencia
bello corazón latía para el amor, y lo que en un principio fué
segunda madre
e pena alguna amargase la tierna infanci
dicho, era de
ros en que la vida se auna con el saber, formando de la ni?a que juega con la mu?e
la misma distancia que de
móviles formas del cartón, lo mismo que la mariposa llega un momento en que rom
madres del beaterío de Santa Isabel, no sin antes tener que vencer algunas dificult
tre sus amigas, sus
er la primera gota de hiel en el hermoso vas
aman colegios, trascienden hechos íntimos que se desarrollan en el hogar de los peque?os asociados. Lo que todos
ra?-Preguntó un día Hasay
la; y, dime: ?por q
stido á ángela, y esta al ver que es
e la vida de la ni?a, quedó grabada en su memoria, y poc
TIO
esapareciendo, sustituyén
a?os, la ni?
dejó de ju
sostenía una terrible crisis, luchan
lirio que poco á poco
implacable, avanza y avanza siempre cual si lo empujara la maléfica influencia de la maldición del réprobo; esa enfermedad, tormento de la ciencia q
e no puede parar las funciones del organismo. El pulmón obedece al co
je que se componga fu
como las obras del Divino
l corazón no dejará de l
mpre un rincón en las
TIO
prendieron bien pronto que la terrib
para la enferma sería el campo
o fué prescrito á la enferma la vida del campo, su solícita madre dió órdenes pa
en pocos días el aspecto de la granja agrícola en mansión se?orial. No se olvidó ni un detalle en el peque?o santuario de la coquetería, que constituye el tocador de una dama, ni se dejó
suspiro, conocido por entonces, por el del Capricho, nombre que tuvo su origen en el info
quirir algunas curiosas noticias
r, virtuoso y docto,
dice en s
deras para la formación de la colosal cimbra que bejucos, ca?as, cocos y bongas; entrando en su construcción solo argamasa; su único ojo mide de luz cincuenta y dos pies de alto por cuarenta y ocho de ancho, co
ó mejor diré fenómeno, no es la opinión del que suscribe, sino de toda la ciencia junta la que lo condena.?-A cuyo informe, donosamente dice un cronista de la orden del constructor. ?Hete aquí un puente, tan asaz atrevido, que á pesar de estar condenado por toda la ciencia junta, tiene la desfachatez de mantenerse firme, de sufrir temblores como los del 16 de Setiembre de 1852 y el 3 de Junio de 1863 sin re
iculares y oficiales; pero como nuestra misión ni es arquitectónica, ni histórica, ni más que ligeramente descriptiva,
TIO
, se destacaba cual sombría atalaya
al Pedro, criado depositario de la confianza de la familia ya largos
rmurio de sus bosques, el lenguaje poético y enamorado de los cientos de arroyos que retratan en sus bulliciosas ondas la palma, la bonga y el coco; la existencia tranquila, la bondad del clima y los exquisitos cu
spiraba
amente est
ales del rocío de la ma?ana
rancaba triste y melancólica la humilde
os; cuando los de Hasay se posaban en el marfil, solo producían tiernos nocturnos. A
s tipos, las do
e su negra y ardiente pupila el rugir de la pasión. Las rizadas hebras que adornaban á Lola se esparcían sobre su sonrosado seno, cuya blancura se confundía con las purísimas mallas del encaje que resguardaba los encantos de l
su difunto marido. En dicha carta la decía tendría sobre anclas el barco hasta abarrotar sus bodegas y cubierta de madera, y aprovechando la circunstancia de la larga
dieron órdenes para emprend
has veces coger un libro y pasar horas sin volver una hoj
fuera empujada por una invisible fuerza? ?Por qué contempla con la inmovilidad de la estatua del dolor, el profundo abismo? ?Por qué cuidadosamente limpia de gram
ios lo
ION
aban los crespones de las sombras, en el amanecer del
ón americana. El Neblí besó por primera vez las saladas aguas, en las que acarician las playas de California. En uno de sus viajes dió fondo
dido viajes tan ráp
do en la fresca ventolina se largaban gabias y velas altas, crugiendo cables, motones y relingas; cuando no quedaba rizo, trapo, ni estay que al viento no
jado las rutinarias y graves carreras universitarias, optand
idad de Madrid, en cuyos claustros siempre se hab
tudiante alguno ha corrido la calle de la Luna, llevando con más gracia la recortada torera; jamás pirata callejero, ha sabido mej
que se gastaba era el suyo, y en la
legante victoria de Mu?oz, hasta la histórica calesa; desde los aristocráticos bastidores del teatro de Oriente, hasta las desgarradas bambalinas de Capellanes; todo le era f
ores, que gustaba de las mujeres, daba jaqueca á los padres y maridos, y de cuando en cuando los disgustos iban preced
o aquel caminito de rosas lo llevaban directamente y en tren expres á la portería de San Bernardino, santo respetable en el a
mismo, resolviendo variar de vida, emprendiendo la carrera de la marina mercante, confiando en q
instaló en Cádiz, de donde salió á los tr
TIO
menos de interrogarla, y con cierto disimulo, para que no lo oyera su madre, me dijo no le era desconocido Fígaro
o gesto al ver mi admiración de que á las agrestes vertientes del Banajao se evocara
y sus dos hijas ocho días, al cabo d
TIO
desde que Do?a Luisa y sus
es de Di
espiraba una temperatura semej
n semejanza con los que retrata el suelo y el cielo de nuestr
rillo y el cielo se cubre de fantásticos nubarrones que velo
odea se impregna de sentimiento y amor, se encontraba Hasay
ídas sus facciones. Sus labios dibujan ora una son
fema? ?Implo
re n
adiación, sus facciones se acentuaron y ?hay que acabar!-murmuró su lengua, al par que como una c
TIO
casa. A la ma?ana siguiente se encont
s de los frondosos suspiros
orazón ó la última resolución del suicida? ?Dios y la m
mi amiga,-?por
guiente al en que se encontró el cadáver de
a enamorada
in esper
be sin duda á las flores que crecen á su alrededor, vertió una lágrima á la memoria de Hasay, l
el genio de mi buena amiga, arrancando de su
ájaro, de plumaje tan bello como armonioso era su canto, que alo
s de China?-di
nace allí,-dijo se?alándome las alturas de
TIO
eos del pájaro del sol, son una página que claramente dice
yenda, recibo el correo de Europa. Entre las cartas
e a
han logrado en la Exposición de Viena, las esencias de
ION
as
jaro d
e la Exposic
*
, tiene
s aman, los pájaros can