Creyó que me quedaría: Su error
Hoy era mi cuarto aniversario con Alejandro. Me dijo que me pusiera mi vestido blanco para una sorpresa que había planeado. Pasé toda la tarde arreglándome, practicando mi "Sí, acepto", segura de que por fin me iba a proponer matrimonio.
Pero cuando llegué al salón del hotel, la pancarta decía: "Felicidades, Alejandro y Karen".
Frente a todos sus amigos y familiares, se arrodilló y le propuso matrimonio a su amiga de la infancia, Karen Valdés.
Usó el anillo de su madre, una reliquia familiar. El mismo que una vez me enseñó, diciendo que era para la mujer con la que pasaría el resto de su vida.
Luego me presentó, a mí, su novia de cuatro años, como "una muy buena amiga". Su nueva prometida sonrió dulcemente y me dijo que su matrimonio sería abierto, dándome permiso para quedarme como su amante.
Lo escuché decirle a su amigo su verdadero plan: "Karen es mi esposa para aparentar, pero Sofía puede ser mi mujer para divertirme".
Creyó que aceptaría ser su juguete. Se equivocó.
Saqué mi celular y le escribí a un número al que nunca me había atrevido a llamar: el albacea del testamento de mi padre, con quien no hablaba.
"Necesito reclamar mi herencia".
Su respuesta fue instantánea. "Por supuesto, señorita Garza. La condición es que se case conmigo. ¿Está lista para proceder?".
"Sí", le respondí. Mi vida con Alejandro había terminado.