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Natasha vive una vida feliz al lado de su esposo Juan Carlos, llevan 5 años casados, ella se sienta la mujer más afortunada al tener a un buen hombre a su lado, tienen pensado tener un hijo, pero un día, el mundo de Natasha se viene abajo al ser secuestrada por un hombre, un hombre que ella conoce muy bien.
- Cariño, con cuidado.
Natasha tiene una cinta en sus ojos y no puede ver el camino, su esposo Juan Carlos la guía. Natasha estaba más que acostumbrada a las sorpresas de Juan Carlos, era todo un príncipe encarnado, el hombre que cualquier mujer quiere en la vida. Ella estaba muy orgullosa de haberlo conseguido.
- Bien. Aquí es.
Dice Juan Carlos mientras la detiene. Natasha alza sus brazos buscando algo que tocar.
- ¿Qué clase de sorpresa es?
- Ya lo sabrás.
Juan Carlos se alejó y Natasha escuchó unos sonidos que venían del frente.
- Bien, ahora sí.
Le quitó la cinta de los ojos y Natasha se quedó boquiabierta.
- ¡Feliz cumpleaños mi amor!
En frente de ella había una Range Rover color negro, estaba reluciente, con un enorme lazo blanco.
- ¿Es para mi?
Pregunta ella emocionada.
- Claro que si. ¿Para quién más sería?
Dice él con ironía.
- Además, hoy te nombran gerente general de Luxor Enterprises. ¿No crees que es un regalo doble?
Dice mientras se acerca y le da besos en la frente. Natasha nunca se sintió tan dichosa.
- Después de muchos años de arduo trabajo al fin reconocen mi esfuerzo.
Dice ella con lágrimas en los ojos y a punto de llorar.
- Te lo mereces, eso y mucho más.
La acerca a él y la besa apasionadamente, Natasha se hunde en su beso, anhelaba volver a la cama y hacer al amor todo el día. Ella se detiene, y toma su rostro entre sus manos.
- Debo ir a trabajar, no quiero ser la gerente general que llega tarde el día de su ascenso.
Juan Carlos ríe y quita sus manos de sus caderas.
- Recuerde que hoy comenzamos la propuesta para crear a ese bebé, gerente general.
Natasha sonríe.
- Lo sé, mi vida, me entusiasma mucho ser mamá.
- ¿Estás segura se comenzar ésta noche? Podemos aplazarlo para después. Estarás muy ocupada con tu nuevo cargo, es una gran resposabilidad lo que tienes encima ahora.
Natasha se suelta se su agarre y camina hacia su habitación.
- Por eso puedo estar más tranquila ahora, puedo tener una largas vavaciones si quiero, puedo trabajar desde casa luego mientras esté embarazada y luego de tener a nuestro hijo.
Juan Carlos se acerca nuevamente a ella por su espalda y la abraza fuerte.
- Tienes todo calculado.
- Sabes que soy experta en eso.
Ella se voltea, le da un fugaz beso y empieza a buscar en sus cosméticos.
- Iré a ducharme.
Dice él caminando hacia el baño.
- ¿Hoy no vas al trabajo?
- No, me quedaré en casa creando algunos folletos en la computadora, a mi jefe le urge que los termine pronto.
Dice él desde la ducha, se escuchan las gotas caer. De repente, el teléfono de Juan Carlos que está en el lavamanos suena. Natasha deja de maquillarse y observa.
- Es tu madre dice que quiere que vayamos ésta noche a cenar.
Dice ella mientras se coloca rimel. Natasha nunca tuvo la necesidad de husgar en las cosas de su esposo, él nunca le ha dado motivos para desconfiar. Eran una pareja consolidada y que podrían solucionar cualquier problema.
- Tendremos que pasar, mi madre no arruinará nuestros planes.
Dice ella alzando la voz desde la ducha y Natasha sonríe. Ésta vez es su teléfono el que suena.
- Debo irme cariño. Susana me envió un mensaje, hay una reunión urgente a las 8:00a.m en punto.
Ella ve su reloj.
- Está bien cariño, nos vemos a la noche.
- Si me apuro, puedo llegar en 15 minutos. Espero no haya tráfico. Te amo.
- Yo también te amo.
Natasha toma su cartera, las llaves de su nuevo auto, se mira en el espejo por última vez, se acomoda la falda y camina hacia la puerta. Presentía que hoy sería un gran día. ¿Qué podría salir mal? Sube a su nuevo auto, se siente una mujer empoderada. Sin temores e inseguridades. Arranca el auto y empieza a manejar, llega a la autopista.
- No hay tráfico, que bueno.
Dice ella mientras mira por el retrovisor. Se distrae por un momento pero vuelve a concentrarse en el camino. Toma su auricular, y llama a Susana.
- ¿Si jefa?
- Susana, voy en camino, llegaré a tiempo para la reunión, reúne los archivos que te pedí que les sacarás copias ayer.
- De acuerdo, enseguida.
Natasha cuelga y se quita el auricular del oído, sigue conduciendo y de repente ve un carro negro estacionado a un lado de la vía.
- No puede estacionarse así. ¿Que le pasa?
Mientras se acerca se da cuenta que es una señora de la tercera edad, lleva lentes y una falda larga. Natasha la mira, parece angustiada. Ella decide detenerse a un lado. Apaga el motor y se baja.
- ¿Se encuentra bien señora?
La señora la mira y corre hacia ella.
- Estoy bien, pero mi auto tuvo una falla y tuve que detenerme.
Natasha la mira y mira a los alrededores, le parecía extraño y vergonzoso que nadie se haya detenido a ayuarla, era una señora de unos 75 años aproximadamente.
- ¿Llamó a una grúa?
- Si, ya lo hice, pero están tardando mucho, hace media hora que llamé y aún no llegan.
Natasha mira su reloj, 7:45a.m, le quedaban sólo 15 minutos para llegar al trabajo y a su gran reconocimiento.
- Puedo hacerle compañía, usted es una persona mayor, no puedo dejarla aquí sola.
- No te preocupes querida, he vivido parte de mi vida sola, mi marido murió hace 20 años, me las he arreglado sola desde entonces, puedes irte, te ves más apurada que yo.
Natasha la mira.
- ¿Está segura? Hay muchas personas crueles por ahí sueltas.
La señora se ríe.
- Querida, esas personas que dices no están por ahí, sueltas, están entre nuestros familiares.
Natasha frunce el ceño.
- ¿A que se refiere?
- Que puedes estar durmiendo en la misma cama con tu enemigo y no saberlo.
La señora pone cara seria. Natasha no entiende, pero a la vez siente una mala vibra luego de escuchar sus palabras.
- Bueno, como usted diga, debo irme. Espero que la grúa llegue pronto.
Natasha empieza a caminar hacia su auto sin mirar hacia la señora, apura el paso pero siente que alguien está detrás de ella. La señora grita algo pero ella no la escucha, sólo voltea.
- ¿Que dijo?
Natasha ve frente a ella un hombre alto, con una capucha y vestido de negro, unos hombres detrás de él, y una Van negra detrás del carro de la señora.
- Dijo que hoy será tu mejor día.
Dice el hombre y le da un golpe en la cabeza, que la hace desmayarse, él la toma entra sus brazos y la lleva a la Van, los otros hombres se cercioran de que nadie esté mirando, se apuran a subir, uno de ellos prende el vehículo.
- ¡De prisa!
Dice el que se sentó en el asiento de conductor.
- Cállate imbécil, no es la primera vez que secuestramos a alguien.
Dice el hombre alto y fornido que se sube en el asiento de copiloto. Ambos se miran, miran a la señora que está frente a la Van y asienten, la señora sonríe, vuelve a su auto, se sube y se va. Ellos hacen lo mismo.
- ¡Buen trabajo! ¡Esto hay que celebrarlo con unas cervezas!
Dice uno de los que va atrás escoltando a Natasha. Su teléfono empieza a sonar, los hombres se miran y sonríen.
- Es una lástima que no llegue a su trabajo.
Dice uno de ellos y todos se ríen, menos el hombre que sigue con su capucha, él sólo mira el camino.
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