Fernando Laureti es la oveja negra de la familia; un joven alegre, creÃdo y seductor que está acostumbrado a llevar a las mujeres que les gusta a su cama. Su padre, Demetrio Laureti cansado de su promiscuidad, decide poner a su cargo la empresa que tiene en ParÃs, con el simple propósito de alejarlos de sus mujeres y de el BDSM, pero no será nada fácil, conoce a Samantha Mercier, una mujer de carácter fuerte, hermosa y decidida que no se la pondrá nada fácil, logrando con eso que el CEO se obsesione con llevarla a su cama y convertirla en su sumisa, acto que ella no cederá, porque le gritara en la cara cuántas veces se necesario: ¡No seré tu sumisa!
Pov Fernando.
¿Quién soy yo? Fernando Laureti, como dice mi madre: la alegrÃa de la familia, él que habitualmente tiene una sonrisa que dar o un chiste que contar, pero la realidad es otra muy diferente, y la razón es: el monstruo sexual en el que ella me convirtió. Conocà a Astrid en un viaje de negocios, me enamoré de ella y me convertà en su objeto de placer, hasta ese maldito dÃa que me dijo que no me amaba, que yo era un juguete para satisfacerse, y que se casarÃa con mi hermano. Desde ese dÃa, tengo un lema claro en mi mente; no te enamores, no confÃes en esas preciosas perlas de cabellos largos y piernas ardientes, disfruta de ellas y aléjate lo más que puedas.
-¿Vas a subir? -pregunta Reana, una de mis once sumisas y con la que más me gusta disfrutar y descargar mis más cochinos deseos.
La miro con una sonrisa de lado, al ver sus grandes glúteos morenos moverse al compás de su caminata.
Relamo mis labios y me pongo de pie saliendo de mis tontos pensamientos.
Constantemente hay un vacÃo en mÃ
que me ahoga, algo que no logro llenar y que me embarga por completo, pero, aun asÃ, intento descubrir qué es.
Me pongo de pie y como el niño obediente que no soy, la sigo hasta mi cuarto de juegos. Cuando estoy ahà me siento el hombre más poderoso del mundo, me siento invencible, como si nada pudiera pasarme jamás, y eso definitivamente me encanta.
-Quita todos los pendientes que cubren tu cuerpo -ordeno con voz ronca.
La excitación en mi cuerpo hierve como fuego en la chimenea. Aún no logro entender como jamás logro saciarme con nada, es como si fuera un pervertido que ninguna mujer logra apagar el calor que emana de mi cuerpo.
Veo a Reana quitarse su ropa, nerviosa. Está asustada, sabe que aquà no soy el Fernando, dulce que suelo ser siempre, sabe que aquà soy el puto amo que domara su cuerpo hasta saciarse, y que ella tendrá que obedecerme porque asà lo dispuso ella.
La tomo con delicadeza de su mano y la coloco en unas de mis máquinas, una de las más favoritas, mi Berkeley Horse, una máquina donde su cuello al igual que su rostro queda expuesto para mÃ, sus manos a los lados de sus hombros, sin movilidad, sin posibilidad de que pueda escapar.
Camino para mirarla. Su trasero está expuesto para mÃ, pero mi lujuria me grita ver marcas en él, no follarlo, aún.
Me muevo a paso rápido hasta una de las gavetas, y busco un látigo de multi cola, para no dejar una marca en ella tan fuerte, aunque es lo que deseo, no la lastimaré más de los que soporte su cuerpo.
Miro sus glúteos brillantes y los acaricio con el látigo. La veo removerse, incómoda al sentir mis movimientos. Su respiración entrecortada porque sabe lo que viene me prende más, estoy listo y es ahà cuando golpeó sus nalgas, una, dos, tres veces.
Siento algo que me llena por completo. Aspiro profundamente para observar sus nalgas marcadas. SonrÃo complacido y me pongo delante de ella. La veo relamer sus labios porque está cerca de mi pene. Sé que le gusta el tamaño, sé que le gusta que folle su boca hasta hacerla llorar, y que sus mejillas ardan de dolor.
Acaricio sus labios y pongo la punta de mi cabeza en su boca. Ella comienza a abrir sus labios, y yo a meter mi miembro entero dentro de su boca jugosa.
-¡Ahhh! -gimo de placer enterrando todo mi largo pene en su boca y comenzando a follar de ella con fuerza.
Sus lágrimas caen por sus mejillas. Sé que le duele, sé que siente que está ahogada, y eso le gusta, pero a mà definitivamente me gusta mucho más.
Me separo de ella y la veo toser ahogada. Sus ojos me miran con miedo y eso me complace.
Sé que le gustarÃa que le devuelva el favor con mi lengua, pero jamás he besado los pliegues de una mujer, no aún, no sé lo que se siente y no sé si algún dÃa lo sepa.
La saco de la máquina, y toco su pequeña vagina. Está tan húmeda que mi pene entrarÃa tan fácil en ella
-Fóllame ya -súplica con las piernas temblorosas.
-Silencio -le ordeno suavemente, tan suave como un rayo silencioso que no le gusta repetir las cosas más de una vez.
La arrastro hasta otra de mis máquinas. SÃ, mi cuarto de juegos es inmenso, tiene alrededor de nueve máquinas importadas, grandes y muchas pequeñas que he perdido la cuenta. Lo sé, estoy completamente loco, pero esto es lo único que me mantiene vivo cada dÃa de mi triste vida.
La acomodo entre los grilletes y tiro de ellos con el control remoto. La vagina de Reana está tan expuesta que no hay nada que no pueda ver de ella. Mi boca se humedece de solo verla y todo mi cuerpo se prende.
Sonrió para mis adentros y corro a buscar un vibrador. Ella abre los ojos de par en par, quiere mi pene, lo sé, pero no se lo daré tan fácilmente.
Pongo el aparato en su clÃtoris y la veo removerse.
Mi cuerpo se llena de espasmo al verla removerse con intensidad, su mirada me suplica que no pare, y como buen amo aumento la velocidad.
-¡Amo! -grita sintiendo el orgasmo recorrer su cuerpo y yo me tenso con brusquedad al verla.
Veo como un lÃquido blanco sale de su cuerpo y como ella tiembla sin poder moverse. SÃ, me encanta complacer a mis sumisas, me llena torturarlas y darle el mayor placer, y el mayor dolor que sus cuerpos soportan, porque sé que luego de eso, será mi turno de satisfacción.
Aparto el vibrador y busco un huevo anal que introduzco sin previo aviso en ella, para luego penetrarla. No me importa si está exhausta, el monstruo que llevo dentro no lo está, y estoy seguro de que no lo estará hasta dentro de un par de horas, porque, esto es lo que es, el gran Fernando Laureti, un monstruo insaciable.
...
Miro la hora en el reloj de pared y tomo la copa de vino tinto que tengo en mi mano. Este sentimiento de soledad después de una dosis tan fuerte de sexo no se me quita con nada.
Aspiro el aroma del despacho de mi departamento, para luego limpiar una lágrima en mi mejilla, que quiere salir.
-¿Vas a dormir conmigo hoy? -pregunta Reana fuera del despacho.
Siempre que la follo son esas sus preguntas, pero mi respuesta es la misma.
-No me gusta dormir con mujeres, Reana -le digo con cariño-. Trato de estar alejadas de ellas -bromeo y ella suspira resignada.
No soy tan malo como creen, soy dulce fuera de mi cuarto de juegos, o eso intento ser.
La veo irse y vuelvo a tomar hasta cansarme.
Cuando abro los ojos, el sol que entra por mi ventana me indica la hora.
-¡Jode! ¡Andrea, me espera hoy en la casa de modas de Amber! -exclamo levantándome de pronto.
Salgo presuroso a la sala de estar, y la figura de Demetrio Laureti está sentado en mi sofá con una taza de café.
El miedo me invade por completo, preso del temor que me genera saber que ha descubierto mi más oscuro secreto.
-Padre, ¿Cuándo llegaste? -le pregunto nervioso.
-Siéntate -me ordena y lo hago. Mis padres son las únicas personas creadas en el mundo que pueden matarme y a los que yo no le diré ni una sola palabra, la razón: los respeto demasiado.
-Yo, lo siento...
-Estoy decepcionado de ti, Fernando, vas a cumplir veinticinco años y sigues viviendo tu vida como si nada en el mundo, importara más que las mujeres -intento protestar, pero sus ojos frÃos me indican que no debo hacerlo-. Te quiero en Francia, te daré la empresa que está ahà para que la manejes, y trabajes de la mano de la gerente encargada.
Bajo la cabeza, molesto y a la vez contento, porque serÃa la primera vez que mi padre me dé una empresa. Estoy cansado de ser un tÃtere. Soy el único de los trillizos al que no le dan una empresa para gerenciar al cien por ciento.
-No, es mejor que yo trabaje como jefe, y esa mujer esté a mi cargo -le digo molesto- ¿Cuándo me vas a tomar en cuenta para los negocios familiares? -digo esto con un nudo en la garganta, que me ahoga, pero que por fin logra sacar.
-Cuando me demuestres que no eres un puto promiscuo, que solo estás dispuesto a llevarte a cualquier mujer a la cama -dice mi padre molesto.
Suspiro resignado, porque extrañamente sé que tiene la razón, estoy cansado de esta mierda, aunque, no sé cómo salirme de esto.
...
Fernando bajó del avión privado y dirigió sus pasos a la empresa que se le habÃa asignado. Sus cabellos claros se movÃan al compás de la brisa, y sus ojos azules miraban todo como curiosidad.
Cualquiera que lo mirara podÃa deducir que era un adonis de la maldad, sus rasgos duros y perfeccionados, o simplemente por el apellido que adornaba sus nombres, lo predominaba.
Entró al edificio, y comenzó a leer las indicaciones que le habÃa dejado Filibert, la mano derecha de su padre.
-Reunión de personal -leyó la hora en el formulario- ¡Joder! Es tarde, voy retrasado -exclamó subiendo el ascensor, debajo de las miradas de las personas que querÃan saber quién era el hombre que parecÃa un puto dios griego.
Entró rápidamente a la sala de juntas y se sentó enseguida en la cabecera de la mesa sin dejar de ver los archivos, hasta que una voz femenina llamó su atención.
-¿Usted es personal nuevo de la empresa? -Fernando subió la mirada.
Una mujer hermosa, que enseguida prendió su cuerpo, le habló con altivez.
-SÃ, ¿algún problema? -preguntó él con una sonrisa que podÃa mover medio mundo.
-No voy a tolerar que llegue tarde a su primer dÃa de trabajo, ¿me oye? -se acercó a él.
Fernando pudo ver los ojos grises de la mujer mirarlo con intensidad, sus labios rosas fruncidos y su semblante penetrante.
-No tengo porqué darte explicaciones -sonrió en carcajadas.
-¿Acaso usted cree que yo soy una payasa para que se rÃa en mi cara? -preguntó ella posando su cuerpo cerca de Fernando.
Fernando miró los pechos de la mujer que sobresalÃa de la camisa. Eran redondos y lo incitaban a tocarlos.
-No, es solo que me parece tan chistoso que una mujer tan hermosa sea tan amargada.
-Mire señor, no le permito que me falte el respeto, está usted suspendido de sus labores, soy la gerente de esta empresa y no voy a permitir.
-¿Usted es quién? -preguntó Fernando en un tono burlesco.
-Soy la gerente de esta...
Fernando miró al personal que estaban tiesos como estatuas y sonrió con ironÃa.
-Mucho gusto, mi nombre es Fernando Laureti y soy el dueño de esta empresa.
Después de la muerte de su esposa, Andrea Laureti se convirtió en un hombre obstinado, cerrado y dominante. Con un niño de cinco años, y la empresa más importante a su cargo su vida se vuelve un caos, hasta que llega ella, Amber RodrÃguez, su nueva secretaria, una mujer extremadamente torpe, pero lamentablemente sexi, tanto, que pondrá el mundo del arrogante CEO de cabezas, porque él necesita una solución a sus problemas, y ella una salida a los suyos, por eso le propone un trato, un trato que los beneficia a ambos, ¿Qué podÃa salir mal? Cabe destacar que el nombre Andrea es masculino
Demetrio Laureti, es el millonario más cotizado de la ciudad. Un hombre arrogante, dominante y, extremadamente guapo, que está acostumbrado a llevar a su cama a todas las mujeres que se le antoje. Cuando despiden a su secretaria, él manda a contratar inmediatamente una nueva. Confiado que han contratado a la más hermosa de todas, decide hacer una apuesta con su mejor amigo y conquistar a Evangelina Anderson, una mujer de aspecto grotesco que no es para nada del gusto del italiano, pero, que, sin embargo logra enloquecer todos su sentidos. ¿ Podrá Demetrio conquistar a su fea secretaria? ¿ Podrá Eva perdonar a Demetrio después de esa apuesta?
Helen Fonseca, es una chiquilla tierna, dulce e inocente. Tras la enfermedad de su madre se verá obligada a casarse con el CEO de una empresa. Un hombre despiadado, arrogante y mucho mayor que ella, que, además está atado a una silla de ruedas. Podrá Helen cambiar el corazón de ese hombre? ¿O un matrimonio por contrato no permitirá que lleguen a amarse?
Alexander regresó a RÃo de Janeiro después de cinco años viviendo en Francia. El CEO se sorprendió al encontrar a su ex con un hijo. Nicole no estaba preparada para un enfrentamiento con Alexander. Durante años, ella cuidó al pequeño Alex y se ocupó del trabajo con la esperanza de escapar del pasado. Sin embargo, el destino le devolvió lo que aún trataba de olvidar. Después de años de no saber nada del hombre que la abandonó, ella no reveló los motivos que la llevaron a ocultar la existencia del niño. En busca de la verdad, el Doctor Alexander Bittencourt intenta acercarse con la esperanza de redimirse de los errores del pasado. Pero, hay una barrera construida por el egoÃsmo y la posesividad. ¿PodrÃan el tiempo o las omisiones destruir el amor verdadero? A veces el destino nos reparte una jugada extraña y cambia los caminos de la vida El libro Siempre serás mÃa cuenta la historia romántica y sensual de dos jóvenes enamorados que fueron separados por las desgracias de la vida. Un drama lleno de deseo y pasión, pero con un pasado misterioso y un abismo de dolor.
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza frÃa a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difÃcil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que habÃa estado enamorado de mà durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increÃblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidà olvidarme de todo y seguir adelante, descubrà que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
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Casarse con su mejor amigo fue un sueño hecho realidad para Kelly, pero todo tiene realmente una limitación. Pierce es el primer amor de Kelly, pero como su mejor amiga, sabÃa bien que siempre habÃa otra mujer en lo profundo de su corazón. Lexi Gilbert. La mujer que Pierce nunca podrÃa olvidar incluso si ya hubiera acordado casarse con Kelly. *** Kelly finalmente se dio cuenta de que su feliz matrimonio de los últimos tres años era solo un hermoso sueño cuando Pierce pidió el divorcio solo porque Lexi regresó. Ella sólo podrÃa ser su mejor amiga incluso si estuviera encinta de su bebé. *** Dado que su amistad se habÃa convertido en una jaula, Kelly decidió dejarlo en libertad, asà como a la miserable misma. Pero ¿por qué entonces fue Pierce quien se negó a seguir adelante? Para empeorar las cosas, su diabólico hermanastro también intervino de manera dominante al mismo tiempo, pidiéndole que fuera suya. *** ¿Su prÃncipe azul contra su hermanastro diabólico? ¿Cómo podrÃa Kelly salvar su corazón en esta batalla de amor y odio?