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Thomas Cortéz es un famoso jefe y empresario, conocido por sus millonarios logros en el mundo de los negocios. Una noche de bar, acompaña a su colega a buscar un trago en una locación particular, del cual su compañero había confesado que se había vuelto su lugar favorito. Y no es para menos, pues allí daba sus shows la aclamada Alanna Myles, una joven misteriosa que desprendía la sensualidad por sus poros. Jamás daba a conocer su identidad por completo, siendo siempre respaldada por un pequeño antifaz en su rostro. Más esto no era inconveniente alguno, pues cuentan las leyendas que lograba derretir corazones con tan sólo una mirada. No obstante, las cosas se habían puesto particularmente difíciles en Henessy, el bar dónde ella trabajaba y había crecido toda su vida. Por lo que, en un intento por mejorar la situación económica del lugar que la alojó siempre, decida tomar un segundo trabajo, siendo secretaria del señor Cortéz. Thomas se llevará una gran sorpresa al darse cuenta que aquella joven por la que había sentido una atracción instantánea, tiene más en común con su recién contratada secretaria de lo que se imagina.
_¿Estás seguro de a dónde nos estamos dirigiendo?
Su mejor amigo chistó la lengua, mirándolo de mala gana.
_Te he dicho que me lo dejes a mí. Se perfectamente donde queda este lugar.
_¿En medio de la nada?
Bromeó Thomas mientras miraba hacia la oscuridad total de la carretera solitaria por la cuál se dirigían. Suspiró pesadamente y se guardó cualquier comentario que tenía al respecto. Habían tenido un día largo de trabajo y su mejor amigo le había propuesto ir por unos tragos a un lugar específico, que decía conocer muy bien.
_Cambia esa cara de aborrecimiento.-Se quejó Milo, su mejor amigo, mientras empujaba a Thomas levemente.-Sólo serán un par de cervezas, como en los viejos tiempos. Sabes que me casaré dentro de poco y luego ya no podremos hacer esto.
Thomas sonrió, era cierto. Milo se había comprometido esa misma semana, luciendo su anillo en el dedo corazón de su mano derecha. El pensar en una boda próxima y sin nadie a quien llevar le estresaba un poco internamente. Como si su amigo le hubiese leído la mente, soltó un comentario poco afortunado al respecto:
_¿Ya tienes pensado con quien irás a la boda?
Thomas rodó sus ojos mientras veía la sonrisa divertida de su colega disfrutar del asunto.
_No, aún no pienso en nadie.
_¿Qué hay de Nadia? Se veían bien juntos.
El joven arrugó su nariz mientras pensaba en su respuesta.
_Me ha bloqueado de todas partes luego de...bueno, ya sabes.
Su amigo sonrió divertido, asintiendo con su cabeza.
_Yo también lo haría si me dieras la respuesta que le diste.
_¿Qué hubieses pretendido que haga? No estaba listo para comprometerme a una relación.
_¡Era tu secretaria!
Thomas soltó un sonoro soplido.
_Eso no quita la raíz del problema.
_¿Qué no te sepas tomar un compromiso en serio?
Él levantó sus hombros.
_Ella no ha sabido separar trabajo y vida privada.
Su amigo negó con su cabeza, sabiendo bien que no podría ganarle una discusión a su testarudo compadre.
_Eres alguien realmente fascinante, Cortéz.-Soltó en un tono sarcástico.-¿Cómo va la búsqueda de la nueva secretaria entonces?
_Sharon ha escogido a un par de ellas, tengo entrevista el lunes por la mañana.
_Esperemos que puedas ser un buen jefe con la próxima.
Thomas se encontraba lidiando con la búsqueda de una nueva secretaria debido a que Nadia, quien lo era anteriormente, decidió terminar –todo tipo- de relación con él.
Y es que Thomas a veces no sabía dividir el balance entre vida y trabajo, llevándose consigo las consecuencias de ello. Por estas razones ninguna mujer había sabido llevarse a su lado y a sus alocados tiempos, ni siquiera su propia secretaria desde hace años.
Esto le traía ciertas complicaciones, sobre todo internas, al ser el único que quedaba de sus amigos y cercanos sin comprometerse, o al menos, en una relación.
Si bien el mismísimo Thomas no veía esto como un problema, la mayoría de sus allegados sí, creyendo que los excesos de la noche y la soltería lo tenían cautivo de un lugar en el que, alguien como él, debía de salir.
Ya casi era la hora del show. Cómo tal, todos corrían de un lado a otro entre los pasillos, los vestuarios y los demás objetos de utilería necesarios para sus números.
Alanna se encontraba terminando de maquillarse cuando anunciaron que su número era el siguiente. Ella asintió con una dulce sonrisa, como siempre. Con agilidad se puso sus medias de red y acto seguido sus grandes zapatos altos, que brillaban bajo las luces cálidas del camerín. Mientras ella terminaba de prepararse, Vanessa, su hermana, entró cual estampida hacia dónde se encontraba.
_¿Estás lista? Sales en cinco.
_De acuerdo.- Alanna asintió con su cabeza mientras acomodaba su peinado. Su hermana se desplomó en el sillón a su lado mientras se cambiaba los zapatos, soltando un suspiro agotado.
_Ponte tu mejor maquillaje, esta noche tenemos algunos empresarios invitados.
Una maliciosa sonrisa se formó en los labios de la menor.
_Los haré sentir como en su casa.
Su hermana soltó una pequeña risa, negando con su cabeza.
_Estoy segura de que sí.
_¿Qué tal ha estado la búsqueda de trabajo?-Preguntó Alanna, en un intento por cambiar el tema.
Su hermana mayor soltó un bufido, rodando sus ojos.
_Hoy he estado todo el día entregando currículums. Hay dos empresas que tienen que responderme pronto. Espero que algo bueno salga de eso.
_¡Woah! ¿Empresa? ¿Serás la asistente de algún jefe?
Su hermana sonrió ante el tono juguetón con el cuál le había preguntado. De forma coqueta levantó su hombro antes de responder.
_Pues sí, eso es lo que pretendo. Las cosas han estado algo difíciles aquí y si no pagamos las cuentas, Henessy terminará siendo un salón en subasta.
_Tranquila.-Soltó mientras acariciaba los hombros de su hermana.-Pronto encontraremos la solución. Siempre lo hemos hecho.
Esta asintió ante las palabras reconfortantes, aunque no se veía muy convencida por ello.
_Sí, lo sé. Sólo que en este momento es diferente. Realmente necesito de este trabajo.
Alana sabía que lo que su hermana decía era cierto. Henessy, el famoso bar que ambas habían heredado de su abuela, estaba teniendo muy pocos clientes durante la última temporada. Solían ir muchos de los clientes locales frecuentes, pero no eran los suficientes para cubrir los gastos que se necesitaban mantener.
Ella se negaba a cerrar el bar en dónde había crecido toda su vida. Henessy era para las hermanas Myles la reliquia familiar mejor reservada. Y luego de la pérdida de su padre, se había convertido en lo único que les quedaba de su familia.
Abrazó a su hermana y volvió su atención a prepararse. Le gustaba dar lo mejor en cada show que daba. Ajustó su corset y se aseguró que todas las plumas estuviesen en el lugar correcto. Mientras tanto, podía escuchar su presentación sonando a través de los altoparlantes. La gente comenzaba a aplaudir. Y es que por supuesto, ya la conocían.
_¿A dónde se supone que me llevas ahora?
Preguntó a su socio y mejor amigo, quién le había insistido en una compartida noche de copas luego de que ambos cerraran un importante acuerdo con su empresa.
Luego de un viaje por carretera de media hora, ambos estacionaron el coche junto a un pequeño bar rústico, sobre el cual el nombre "Hennessy" brillaba sobre unas imponentes luces de neón.
Thomas le dio una mirada de reojo a su amigo.
_Confía en mí. No digas nada hasta que te encuentres dentro.-Soltó con una sonrisa entusiasta.
Ambos hombres caminaron hacia la entrada, desde donde ya se podía escuchar la música sonando bastante fuerte. Una mujer de unos cincuenta años los esperaba en la puerta, mientras terminaba su cigarro.
_Caballeros.-Saludó de mala gana.
_Buenas noches.-Se adelantó Milo, asintiendo con su cabeza.-Tenemos reservación. Mesa para dos.
Thomas no pudo evitar mirar hacia su amigo. ¿Había oído bien? ¿Ese lugar trabajaba con reservación?
Decidió darle una mirada panorámica al lugar, en un intento por justificar el afán de su amigo de reemplazar una cerveza en su penthouse por aquella travesía al particular lugar. Lo cierto es que encontraba al lugar bastante común y corriente, aunque por cordialidad con su mejor amigo decidió quedarse.
"A lo mejor venden tragos buenos aquí"-Pensó mientras ambos caminaban a su mesa asignada.
Cuando caminó a través del gran salón notó el escenario frente a ellos. Esto despertó curiosidad en él, quien señaló con su cabeza el altar de madera.
_¿Y eso de ahí?
_De ahí proviene el show que estás por apreciar.-Dicho esto, llamó a una de las meseras que caminaba por allí.-Una botella de bourbon, por favor.
La joven asintió y ambos tomaron asientos mientras disfrutaban del trago en tanto comenzaba el show. Cada minuto que pasaba, Thomas sentía que seguía sin encontrarle el encanto al lugar al cual su amigo tanto adoraba.
Hasta que, repentinamente, las luces de todo el lugar se apagan. Los vitoreos comienzan a sonar cada vez con mayor intensidad en lo que muchos ya se preparan para la siguiente escena. Thomas es testigo de incluso la sonrisa amplia en el rostro de su amigo, sin quitar sus ojos del escenario.
Su amigo lo golpeó con el codo sin poder ocultar su emoción.
_Ahora la conocerás a ella.
_¿A ella?
Sin decir nada más, su amigo señaló el escenario nuevamente. Una luz se hizo presente en el medio, mientras se podía escuchar al presentador a través de los altoparlantes.
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