"Es un varón". Fue la frase que cambió la vida de Taylor para siempre. Taylor Bizzozzero era el único hijo de Massimo, presidente de la multimillonaria agencia de viajes "Traveling". Massimo preparaba a Taylor para ser su sucesor, pero en cuanto terminó su carrera universitaria, fue enviado por su abuelo al Hotel "I'll Castello" para trabajar como el secretario personal del malhumorado CEO Roger Croce. Como poseÃan personalidades completamente opuestas, se enfrentaron dÃa tras dÃa y las discusiones se hicieron eternas. Sin embargo, poco a poco, Roger empezó a sentirse extraño cerca de Taylor. ¿Qué será ese sentimiento? ¿Porqué tiene la sensación de ser atraÃdo cada vez más hacia ese chico? Taylor Bizzozzero era conocido como el heredero de Traveling, pero nadie se imaginaba que en realidad era una mujer.
-Es un varón -Massimo dio la noticia a su padre, luego de que a su esposa le practicaran una ecografÃa para conocer el género del bebé.
Nathaniel Bizzozzero, el futuro abuelo paterno, se levantó de su asiento y se acercó a Massimo con una radiante sonrisa. Lo rodeó con los brazos y dio unas palmadas a su espalda.
-Lo hiciste, hijo. Finalmente tendrás a tu primogénito, un varón -celebró.
Massimo se esforzó por lucir contento y no alarmar a su padre. Correspondió a su abrazo y agradeció que estuviera presente, aunque en realidad se sintiera inquieto. La idea inicial era que Massimo fuera al hospital junto con su esposa, nadie más que ellos dos solos. Sin embargo, recibieron la inesperada visita de Nathaniel y no pudieron evitar que quisiera acompañarlos.
De todas formas, no habÃa manera de escapar. Iba a tener que informárselo tarde o temprano.
-A partir de ahora, la vida será muy diferente para ti -agregó Nathaniel, separándose de su hijo para mirarlo de frente-. Te convertirás en padre y... ya que has cumplido con todos mis requisitos, serás el heredero de mi empresa.
Massimo lanzó un suspiro de alivio, pero a pesar de haber conseguido lo que tanto deseaba, no podÃa liberarse de la incertidumbre que, en realidad, se volverÃa su compañera durante largos años.
-Gracias, padre. Prometo no defraudarte -expresó.
Nathaniel le dedicó una sonrisa, dio otro par de palmadas al hombro izquierdo de Massimo y se marchó del hospital.
Después de asegurarse de que su padre se habÃa ido, entró al cuarto clÃnico en donde se hallaba su esposa, quien platicaba con la ginecóloga.
-Doctora, necesito... hablar con usted por un momento. ¿PodrÃa acompañarme, por favor? -señaló, en lo que notó que su mujer lo miró extrañada-. Olivia, espérame aquÃ.
La ginecóloga dio un asentimiento y se levantó de su silla para acompañar a Massimo fuera del cuarto. Tras unos minutos, solo regresó el hombre. Le habÃa pedido amablemente a la doctora que lo dejara hablar a solas con su esposa.
-¿Qué está pasando, Massimo? ¿Porqué tanto misterio? -interrogó Olivia, quien comenzó a preocuparse debido a la tensión del ambiente.
-Olivia... -la tomó de la mano y respiró profundamente-. Le dije a mi padre que tendremos un varón.
La mujer lo clavó con la mirada y sus ojos se expandieron, escrutándolo con evidente desconcierto.
-¿De qué estás hablando? ¿Porqué le dijiste eso? -cuestionó, temerosa.
-Tuve que hacerlo. Si le mencionaba que en realidad tendremos una hija, no me tendrá en cuenta para el puesto de presidente de la empresa -replicó con frustración.
El resultado de la ecografÃa habÃa revelado que Massimo y Olivia tendrÃan una niña, pero el hombre engañó a su padre y le hizo creer que serÃa un varón.
-Tú más que nadie sabes cuánto me he sacrificado por la agencia -agregó él, apretando los puños-. Le he dedicado mi vida entera a la empresa, he estudiado y trabajado sin descanso para heredar la presidencia. Soy el mayor y por ende es mi derecho, soy el primogénito -resaltó, colocando la mano en su pecho-. Sin embargo, a mi padre se le ocurrió la "brillante" idea de añadir un nuevo requisito. No solo basta con que sea diligente, inteligente y que sepa manejar la empresa mejor que cualquiera, sino que debÃa tener un hijo varón con el pretexto de que, cuando herede la presidencia, mi hijo sea el próximo sucesor. Él desea, a toda costa, que la empresa la maneje un hombre. Mientras siga vivo, no permitirá que una mujer se haga cargo.
Nathaniel Bizzozzero era el presidente de una agencia de viajes de nombre "Traveling". Se la conocÃa por brindar servicios costosos, pero excelentes y sin márgenes de errores. Por esa razón, era la predilecta de los viajeros y estaban dispuestos a pagar lo que fuese por comprar los paquetes de turismo que ésta ofrecÃa.
Importantes empresarios e incluso celebridades han elegido Traveling para vivir la máxima experiencia viajera. Por lo tanto, se trataba de una empresa multimillonaria.
Massimo era el hijo mayor de Nathaniel y el legÃtimo heredero de la agencia, sin embargo, Nathaniel deseaba que su primogénito le diera un nieto y que le asegurara que el próximo sucesor serÃa un hombre. Por desgracia para Massimo, su hermano menor IsaÃas habÃa sido el primero en convertirse en padre de un hijo varón. IsaÃas era formidable, pero no poseÃa la madera de lÃder con la cual sà contaba Massimo. Sin embargo, a pesar de que IsaÃas no era un candidato ideal para el puesto, se habÃa tornado una amenaza desde que tuvo a su primer hijo.
Olivia no pudo ser madre en el primer intento. A decir verdad, le llevó varios años de tratamiento. Pero para la mala suerte de Massimo, era su primogénita quien venÃa en camino.
-Massimo, ¿cómo puedes decir una mentira de esa magnitud? -refunfuñó Olivia-. Sé que has trabajado mucho por la empresa, pero negar a tu hija es... es aberrante...
-¡No estoy negando a mi hija! -se exasperó y gruñó casi en susurros-. Solo estoy ocultando... lo que es. No perderé mi oportunidad de heredar la presidencia, me lo merezco, Olivia. No dejaré que el inmaduro de IsaÃas tome lo que me pertenece solo por tener un varón, ¡es simplemente absurdo! -se levantó y comenzó a caminar en cÃrculos.
Olivia observó la desesperación de su esposo y en verdad querÃa ayudarlo, pero no estaba de acuerdo con engañar a su suegro. Además, no solo debÃa engañarlo a él, sino a toda la familia de Massimo e incluso a la suya. Una mentira tan grande no serÃa fácil de sostener.
-Cariño, por favor, sé razonable -imploró ella-. Sé honesto con tu padre, dile que tendrás una hija. Estoy segura de que aquel supuesto requisito perderá toda validez. Nathaniel no es un tonto, no te quitará la presidencia para dársela a tu hermano solo por no haber tenido un varón -Olivia intentó que Massimo entendiera la gravedad del fraude que pensaba cometer, pero su insistencia fue en vano.
-No me arriesgaré, Olivia. Tampoco daré marcha atrás con respecto a mi decisión, ya he elegido el camino para nosotros -manifestó sin un ápice de vacilación. Se acercó a su esposa y la tomó de los hombros-. Escucha, que yo herede la agencia no solo me beneficiará a mÃ, también a ti y a nuestra hija. Seremos aún más ricos de lo que ya somos y todo el paÃs hablará de nosotros. Seremos muy... muy poderosos -las pupilas de Massimo irradiaban un intenso brillo que cegaba a Olivia.
-¿Hasta donde llegará tu ambición? ¿Más ricos de lo que ya somos? Jamás me ha importado el dinero, me he casado contigo porque te amo y nuestra hija es el fruto de ese amor, no un puente entre la empresa y tú -declaró ella, clavando el dedo Ãndice en el tórax de su marido-. Dile la verdad a tu padre, no perderás la presidencia.
-¿Y si la pierdo por confiar en ti? -insinuó Massimo.
-¡Entonces confórmate con la vicepresidencia! -exclamó Olivia, furiosa-. ¡Dios! ¡No dejarás de ser un hombre rico, no te quedarás en la calle ni morirás por no ser el presidente!
-¿Me estás sugiriendo que renuncie a lo que he dedicado toda mi vida y me conforme con ser el lacayo de mi hermano menor? ¡No! ¡Sobre mi cadáver!
-No lo entiendo, Massimo. ¿Qué pretendes? Nuestra hija es lo que es, una niña, y aunque intentes ocultarlo, no podrás hacerlo para siempre -advirtió Olivia.
-Vivirá como un hombre... hasta que mi posición sea asegurada -manifestó, dejando a su esposa estupefacta.
Olivia lo escrutó con los labios ligeramente separados y sin poder dar crédito a lo que acababa de escuchar. No podÃa estar hablando en serio.
-¿Qué estás diciendo? ¿Harás pasar a nuestra hija como un chico... solo para mantener tu posición? ¿Has perdido la cabeza? -gruñó.
-Haré lo que tenga que hacer -expuso Massimo con la vista incrustada en ella. Definitivamente no estaba bromeando.
-¿Tú de verdad crees que lo permitiré? -Olivia se acercó a paso lento, deteniéndose a unos pocos centÃmetros delante de él-. No dejaré que mi hija sea tu tÃtere, Massimo, y que la hagas dudar de ella misma. Lucharé contra ti y contra quien sea para defender el bienestar de mi niña. Si a su padre le importa más una agencia, no hay problema, tiene a su madre para cuidarla.
-¿A dónde quieres llegar? -el hombre entornó los ojos y la miró con recelo.
-Si continúas con ese plan, olvÃdate de nosotras. Quédate con la presidencia y haz lo que desees hacer, a comparación de ti no necesito un puesto para sentirme bien con mi vida. Me iré muy lejos a donde no puedas encontrarme y viviré feliz con mi hija -Olivia tomó su cartera y se disponÃa a salir del cuarto clÃnico, en lo que Massimo la agarró del brazo, sin ejercer presión pero con firmeza.
-No me hagas esto, Olivia. Yo no podrÃa llegar a la cima sin ti... sin ambas -expresó, refiriéndose también a su hija.
-Quieres usar a mi bebé para tus negocios, pero no te dejaré hacerlo. He hecho un gran esfuerzo para concebirla, tú no me arrebatarás mi felicidad.
-No pretendo hacerles la vida difÃcil -la tomó del rostro con ambas manos-. Las necesito. Por favor, no me dejes solo en esto...
-Me quedaré a tu lado si reconsideras tu decisión y eres honesto con tu padre -condicionó Olivia.
Massimo la contempló durante unos segundos, descendió sus manos y apretó los labios.
-Esa niña es... mi carta de poder -se atrevió a articular. Esas palabras hicieron arder en furia a Olivia y unas llamas se encendieron a su alrededor.
-¡OlvÃdate de nosotras! -exclamó-. ¡Si tanto deseas un varón, búscate a otra mujer que te lo dé!
Olivia intentó salir disparada de aquel cuarto, pero Massimo no se lo permitió. La agarró de los brazos para detenerla y pretendÃa calmarla, pero ella estaba demasiado enfadada para ceder. No darÃa su brazo a torcer, eso estaba claro.
Comenzaron a forcejear mientras que olvidaban un importante detalle. Olivia experimentaba su octavo mes de embarazo, el cual era de alto riesgo.
En todos los meses anteriores, habÃa tomado reposo absoluto, no debÃa estresarse ni hacer esfuerzos fÃsicos, cualquier mÃnimo error podÃa ser fatal.
Desafortunadamente, aquella discusión con Massimo la habÃa angustiado tanto que no lo soportó. Tras unos minutos, empezó a sufrir dolores intensos en el vientre, los cuales la hicieron lanzar terribles alaridos.
Massimo entró en pánico y llamó a todos los doctores que se encontraban alrededor para que auxiliaran a Olivia. La subieron a una camilla y se la llevaron.
El hombre daba vueltas y vueltas, pasándose los dedos por el pelo y mordiéndose las uñas debido a la ansiedad. Finalmente, el doctor se acercó a él para dejarlo en una terrible encrucijada.
-Señor Bizzozzero, el estado de su esposa es grave y está en riesgo su vida, asà como también la del bebé -respiró hondo para exponer lo siguiente-. Lamento decirle que... no será posible salvar a ambos. Usted deberá elegir la vida de su esposa... o la de su bebé.
Massimo palideció y dio un paso hacia atrás para evitar caer de espalda. Su mente se puso en blanco durante unos segundos y no podÃa creer lo que estaba sucediendo.
Amaba a Olivia, era una mujer de carácter firme y fuerte y eso le encantaba de ella. Sin embargo, jamás pensó que dicha caracterÃstica le jugarÃa en contra.
Deseaba, con todo su corazón, salvarla a ella, pero conocÃa muy bien a su esposa y sabÃa que hubiese preferido morir a perder a su bebé.
No fue fácil, pero ya no habÃa tiempo y Massimo debÃa tomar una decisión cuanto antes.
-Mi hijo... salven a mi hijo.
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