"El amor te encuentra en los lugares más extraños". El matrimonio no estaba en la agenda de Marcus. Disfrutaba de la vida como el soltero más codiciado hasta que su familia comenzó a presionarlo. Después de un tiempo, no tuvo más remedio que casarse con una mujer que ni siquiera conocía. Su amigo bromeó: "¡Eres un cabrón con suerte! Tu esposa debe ser hermosa". Cuando Marcus pensó en la mujer que dormía con una máscara en su cama, le hirvió la sangre. ¿Su esposa era hermosa? ¡Bah! "Será mejor que pares. ¡Una palabra más y la haré tuya!", él maldijo. Marcus pensó que iba a ser un hombre casado miserable. Sin embargo, se llevó una sorpresa cuando su vida matrimonial resultó ser exactamente lo contrario. La curiosidad mató a quienes lo rodeaban después de un tiempo. Su amigo volvió a preguntar: "Sé que no te gusta hablar de tu esposa. Pero, ¿puedes describirme cómo es exactamente? ¿Por qué siempre lleva una máscara?". Esta vez, los labios de Marcus se curvaron en una sonrisa. "Mi amada es hermosa y adorable. Baja la mirada cada vez que la veas. Si te pillo mirándola, te haré quedar ciego". Todos se quedaron boquiabiertos cuando escucharon eso. Lo miraron como si estuviera loco. Un día, la esposa de Marcus de repente hizo su maleta y declaró: "Ya no puedo hacer esto. Ya tuve suficiente de tu humillación. ¡Por favor, dame el divorcio!". Esas palabras golpearon a Marcus como un rayo inesperado. Cuando vio que ella hablaba muy en serio, la abrazó con ambas manos y le suplicó: "Cariño, por favor no me dejes. Prometo tratarte mejor. Si quieres, puedo darte el mundo entero. ¡Quédate conmigo!". Y así comenzó una nueva etapa para la pareja.
Nadie habría pensado que la familia Thomas, el clan más poderoso de Preagend, se dejaría engañar de esa manera.
En una amplia y lujosa habitación, un hombre alto y bien vestido agarró del cuello a la mujer del magnífico vestido de novia en un arrebato de ira.
"¡Tú no eres Mia! ¿Cómo se atreven tú y tu familia a engañarme para que me case contigo? Debes de estar cansada de vivir", gruñó él.
Ella se vio obligada a inclinar la cabeza hacia atrás, pero su esbelto y atractivo cuello no consiguió despertar ninguna simpatía en él.
"Suelta... Suéltame...".
La mitad de los rasgos de ella estaban cubiertos por una máscara blanca, que solo dejaba ver sus ojos sorprendentemente hermosos, que ahora empezaban a humedecerse.
"No... Suéltame...".
Sus mejillas se sonrojaron y balbuceó angustiada.
Él tiró a la mujer, Millie Brown, al suelo de un manotazo y la miró con condescendencia.
Ella sintió un breve respingo de ansiedad al darse cuenta de que su máscara se había soltado por un lado. De inmediato se la ajustó.
El hombre abrió la puerta de golpe y salió a grandes zancadas.
La criada, que había visto todo lo ocurrido, se apresuró a ayudarla a levantarse del suelo.
"Señora, ¿se encuentra bien? Déjeme ayudarla", le dijo.
"Gracias", contestó Millie.
Cuando la mujer por fin se levantó, se frotó el cuello enrojecido, donde la habían agarrado con fuerza, y parpadeó con los ojos enrojecidos y confusos hacia la puerta abierta.
"¿Ese hombre es Marcus?".
La criada, que ahora le estaba alisando el vestido de novia, respondió: "Sí. Es el señor de la casa y su marido".
Millie frunció el ceño. Creía que Marcus Thomas era discapacitado, como decían los rumores. Su hermanastra, Mia Brown, había llorado mucho para evitar casarse con un discapacitado, luego la obligó a Millie a casarse con él en su lugar.
Resultó que las piernas de Marcus funcionaban perfectamente y podía caminar sin problemas.
Millie esbozó una sonrisa de satisfacción. Porque, sin duda, Mia se iba a arrepentir de su decisión si descubría que Marcus no era el supuesto discapacitado, sino un hombre atractivo con un físico de modelo.
La mujer arrastró su vestido de novia hasta la cama donde se suponía que Marcus y ella iban a pasar su noche de bodas, y se sentó. Ella se aclaró la garganta y preguntó: "Bueno, ¿no es hora ya de cenar?".
Había pasado todo el día sin comer y ahora se estaba muriendo de hambre.
La criada se quedó sorprendida. Las lágrimas que antes corrían por las mejillas de Millie mientras Marcus casi la asfixiaba habían desaparecido, y ahora actuaba como si nada hubiera pasado.
Cuando vio que Millie la miraba fijamente, salió rápidamente de sus pensamientos. Después agachó la cabeza y balbuceó: "En realidad, señora, usted es la única que aún no ha cenado; los demás ya lo han hecho".
Por un breve segundo, Millie se quedó muda.
Y se imaginó que se debía probablemente a que nunca había sido aceptada por la familia Thomas. Celeste Thomas, la madre de Marcus, tenía fama de ser muy estricta con las normas. Y a Millie ya le negaban la comida, a pesar de que acababa de incorporarse a la familia. Era obvio que era un intento de imponer su autoridad y asustar a la nueva nuera.
"Entonces, tráeme la comida", le ordenó Millie.
La expresión de la criada se tornó preocupada.
"Si te preguntan por qué me has traído la comida, les dices que llevo tres días sin comer y que, si no como, me moriré de hambre en casa de ellos. Además, diles que ya antes me he desmayado de hambre", le sugirió Millie.
"Pero... ¿De verdad va a funcionar?", le preguntó tímidamente la sirvienta.
Millie le guiñó un ojo de forma tranquilizadora y dijo: "Va a funcionar. Créeme".
En el salón, Marcus estaba sentado en el extravagante sofá de cuero, y sujetaba un vaso con tanta fuerza que parecía que lo iba a romper.
Su ayudante se le acercó con una pila de documentos. "Señor Thomas, tras una minuciosa investigación, podemos confirmar que la mujer con la que se casó no es Mia, sino Millie, otra hija de los Brown conocida por su rostro desfigurado. La familia Brown nos ha engañado".
Marcus frunció el ceño y soltó el vaso, y lo dejó caer al suelo.
Su ayudante había sacado dos fotos y las colocó delante de él.
Había una diferencia notable en ambas fotos. Mia tenía rasgos finos y un aspecto etéreo. Por el contrario, Millie tenía una horrible cicatriz en el lado derecho de la cara. Parecía como si un ciempiés se arrastrara por su cara.
El hombre soltó una risita siniestra. "¿Cómo se atrevieron a engañarme para que me casara con esa mujer? ¿De verdad creen que se pueden salir con la suya?".
Celeste, bien vestida y de pie junto a Marcus, agarró las fotos. Cuanto más las miraba, más enojada se sentía.
"¡Qué desvergüenza! Creían que mi hijo era un discapacitado, ¡por eso hicieron que esta mujer horrible se casara con él!", exclamó.
Hace cinco años, Marcus tuvo un accidente de auto y, desde entonces, circulaban rumores de que había quedado paralizado. Cuando Celeste quiso desmentir esas afirmaciones, Marcus la detuvo.
Rhea Evans, que estaba sentada junto a Celeste, sintió que la invadía un gran alivio. En su corazón, era ella la que debía ser la esposa de Marcus, y parecía que así seguía siendo la más adecuada. Después de todo, era imposible que él se enamorara de esa mujer tan fea.
"Señora Brown, por favor, tranquilícese. Déjeme darle un masaje", le dijo Rhea.
La unión entre ambas familias no se anunció al público, sino que se llevó a cabo con discreción.
La familia Thomas estaba decidida a elegir una chica de buena reputación, y habían pasado por varias rondas de entrevistas y reuniones con posibles candidatas antes de decidirse por Mia.
El día de la boda, la familia Thomas envió un auto a recoger a la novia a la casa de los Brown, y la ceremonia fue extremadamente sencilla. Era bien sabido que casarse con la familia Thomas elevaría la posición social de los Brown.
No obstante, nadie se imaginó que los Brown tendrían el valor de cambiar a la novia sin que los Thomas lo supieran, logrando engañarlos con éxito.
Marcus, que ya había visto a Mia, no se dio cuenta de que se había casado con otra persona hasta que llegó a casa del trabajo y vio la cara de Millie cubierta con una máscara.
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