/0/11654/coverbig.jpg?v=d135161b2c6600c966177c474bc9e680)
Scarlett se casó con un hombre al que nunca había visto antes. Un año después, finalmente solicitó el divorcio a su misterioso marido, con la esperanza de llevar una vida pacífica como mujer soltera. Pero aparentemente el destino siempre tiene sus propios planes. Se decía que Elias, el gran jefe de una empresa millonaria, era un hombre que no tenía ningún interés en las mujeres. Curiosamente, prestaba mucha atención a Scarlett. No pudo soportar tanta pasión del hombre, Scarlett le mostró su certificado de matrimonio y le dijo: "Soy una mujer casada. ¡No puedo salir contigo!". Este tomó el documento y sacó una foto mientras sonreía. "¡Aún mejor! Ya es hora de que me presente. ¡Hola, soy Elias Roberts, tu querido marido!". Scarlett estaba conmocionada. ¡No podía creer que su misterioso marido fuera en realidad el CEO de una importante empresa! ¿Cómo sucedió esto?
"Señora Roberts, ¿realmente se va a divorciar?", preguntó Alex Brown, el mayordomo de la familia Roberts mientras miraba el acuerdo de divorcio que tenía ante él, con un rostro que mostraba un dejo de consternación.
Asintiendo, Scarlett Wallace contestó con una voz suave: "Sí, Alex. Ya tomé la decisión. Por favor, entrégale este documento a...".
Scarlett hizo una pausa cuando se dio cuenta de que no había visto a su marido desde su boda. Debido a que ya había transcurrido un año desde que se casaron, hasta se había olvidado ya de su nombre. Entonces, sonriéndole incómodamente a Alex, la mujer agregó: "Por favor, entrégaselo al señor Roberts".
El hombre estuvo a punto de instar a Scarlett a que reconsiderara su decisión, pero cuando vio la determinación que reflejaban sus dulces ojos, cambió de opinión y tomó el acuerdo de divorcio.
De alguna manera, no pudo evitar sentirse un poco triste, suspiró suavemente y dijo: "Cuídese, señora".
En respuesta, Scarlett asintió con una sonrisa. Luego, mientras salía de la mansión con su maleta a cuestas, experimentó una sensación de alivio sin precedentes.
Quizás, en comparación con continuar con ese matrimonio meramente nominal, el divorcio era una mejor opción para ella.
A partir de ese momento, comenzaría un nuevo capítulo en su vida.
El cielo crepuscular pasó gradualmente de un tono naranja oscuro a uno completamente negro, sin embargo, la sede del Grupo Roberts permaneció brillantemente iluminada.
En ese momento, la puerta de la sala de reuniones del último piso se abrió, y salió Elias Roberts, quien acababa de concluir una reunión.
Jude Green, su asistente, lo seguía de cerca, listo para informarle sobre el resto de sus actividades.
"Señor, en media hora tendrá una videoconferencia. Además, el señor Kyle Wright ha organizado una fiesta para celebrar su regreso".
"Rechaza la invitación", ordenó el hombre en tono indiferente.
Bajando la cabeza, Jude respondió: "Entendido, señor".
Después de una breve pausa, dudó durante un momento, tras lo cual dijo: "Jefe, hay una cosa más...".
Después de detenerse abruptamente, Elias le dirigió a Jude una mirada grave. Su voz profunda se volvió gélida cuando preguntó: "¿Desde cuándo te volviste tan titubeante?".
Ante eso, Jude informó rápidamente: "Alex llamó y me informó que la señora Roberts preparó el acuerdo de divorcio y ya lo firmó".
El asistente bajó la mirada para evitar el contacto visual con Elias, sintiéndose un poco nervioso por mencionar a esa mujer frente a él.
Por un momento, la atmósfera se volvió pesada. Justo cuando Jude pensó que su jefe no abordaría el asunto, escuchó una risa irónica.
Jude había trabajado para Elias durante años, por lo que sabía que eso no era común y solo ocurría cuando estaba de muy mal humor.
Al darse cuenta de eso, Jude empezó a sudar frío.
Levantando la mirada, Elias ordenó inexpresivamente: "Envíame el acuerdo".
Jude asintió rápidamente, al mismo tiempo que contestaba: "Entendido, señor".
Poco después, Elias recibió el documento. Cuando llegó a la última página, sus ojos se posaron en la firma: "Scarlett Wallace".
Entrecerrando los ojos, el hombre no pudo evitar sentir un dejo de desdén, ya que tiempo atrás, esa mujer se había casado con él por dinero. ¿Y ahora, de repente, le proponía el divorcio? ¿Qué podría querer ahora?
Elias leyó casualmente el acuerdo, con la mirada fija en una de las cláusulas, en la cual se estipulaba que Scarlett renunciaba a todos los bienes conyugales. Además, había una nota que indicaba que el dinero que le había pedido prestado a la familia Roberts un año atrás había sido devuelto, junto con los intereses acumulados.
Al leer eso, Elias se quedó desconcertado, pues no esperaba que Scarlett pagara esa deuda.
Lo anterior le hizo preguntarse si había juzgado mal a la joven. Quizás ella no estaba interesada únicamente en el dinero.
Los pensamientos de Elias fueron abruptamente interrumpidos por el timbre de un celular. Era una llamada de su abuela, Paloma Roberts.
El hombre descolgó con el entrecejo fruncido.
La voz de Paloma sonaba ansiosa cuando dijo: "¡Elias, no permitiré que te divorcies de Scarlett!".
Entrecerrando los ojos y con un dejo de ironía, el aludido contestó: "Abuela, estás muy bien informada".
En el momento en el que la anciana recibió el acuerdo de divorcio, llamó a Elias para convencerle de que no lo firmara. Por alguna razón, el hombre no pudo evitar sospechar que Scarlett había orquestado todo eso.
¡Esa mujer ciertamente era sorprendente!
La anciana hizo una pausa por un momento, antes de decir en tono serio: "¡Eso no importa! ¡Simplemente no puedes divorciarte de Scarlett! No sé en qué estás pensando. Ella es una chica maravillosa. ¿Por qué no la valoras?".
Elias dejó el acuerdo sobre el escritorio mientras explicaba: "Abuela, ella es la que quiere que nos divorciemos".
Paloma se mantuvo decidida mientras exclamó: "¡Durante un año has estado alejado de ella! ¡Sin importar lo fuerte que sea, es muy difícil tolerar a un marido tan distante!".
Elias se frotó las sienes con frustración, pues no podía entender por qué su abuela quería tanto a Scarlett. En primer lugar, fue ella quien lo presionó para que se casara con la joven, y ahora le impedía divorciarse de ella.
Después de soltar un suspiro, el joven preguntó: "Abuela, ¿por qué no me preguntas si Scarlett me gusta?".
"No te gusta porque nunca la has conocido. Scarlett es una chica maravillosa. Una vez que la conozcas, seguramente te agradará", respondió la anciana con obstinada convicción.
En esa ocasión, Elias decidió no responder. Interiormente, no pudo evitar burlarse de la insistencia de su abuela.
Al darse cuenta de la reticencia de Elias, ella continuó su discurso: "Te lo ruego por última vez; tómate un tiempo para conocer a Scarlett, ¿de acuerdo? ¡Estoy segura de que tu opinión sobre ella cambiará!".
"¿Malgastar el tiempo para conocer a una mujer como ella?", preguntó Elias con evidente repulsión.
"¡Tres meses! Solo te pido que mantengas tu matrimonio con Scarlett durante otros tres meses. Si después de eso aún quieres divorciarte de ella, ¡no interferiré! ¿Qué dices?", insistió Paloma.
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
Cuando Julianne Smith decidió vengarse de su ex esposo infiel, no pensó que acabaría destrozando el coche de William Covington, un guapo y rudo desconocido de aspecto peligroso y tatuajes por doquier que le promete hacer su vida de cuadritos producto de su error. Esperando no volver a encontrarse, su pequeño hijo llega a casa con su nueva amiga de escuela, sin imaginar ni esperar que aquella niña fuese hija del mismo hombre que le había vuelto la vida un completo caos. Enfrascados en la amistad desbordante de sus hijos, William y Julianne se ven obligados a pasar más tiempo juntos, sin esperar que hubiesen más hilos conectados entre ellos de los que imaginaban, y que los llevarían poco a poco a desarrollar una intensa atracción imposible de evitar, aun cuando eran completamente diferentes.
En su borrachera, Miranda se acercó audazmente a Leland, sólo para encontrarse con su mirada fría. La inmovilizó contra la pared y le advirtió: "No me provoques. Dudo que puedas soportarlo". Poco después, su compromiso se canceló, dejándola en la indigencia. Sin otras opciones, Miranda buscó refugio con Leland. Con el tiempo, asumió el papel de madrastra, cuidando a su hijo. Llegó a comprender que la decisión de Leland de casarse con ella no se debía solo a que ella era obediente y fácilmente controlada, sino también porque se parecía a alguien que él apreciaba. Ante la solicitud de divorcio de Miranda, Leland respondió con un abrazo desesperado y una súplica para que reconsiderara su decisión. Miranda, impasible, respondió con una sonrisa de complicidad, insinuando un cambio en su dinámica. El señor Adams, que siempre fue el controlador, ahora parecía ser el atrapado.
Valentina, una mujer hermosa y exitosa, tiene un encuentro amoroso con un hombre misterioso en una noche de pasión y romance. Sin embargo, al amanecer, el hombre desaparece sin dejar rastro, y Valentina se queda con más preguntas que respuestas. Un mes después, Valentina recibe la noticia que cambia su vida para siempre: está embarazada. Sintiéndose avergonzada y confundida, Valentina decide viajar a otra ciudad para empezar de nuevo y evitar el escándalo. Años después, Valentina regresa a la capital para pasar las Navidades con su abuela. Mientras explora la ciudad, se encuentra con la boutique más famosa de la ciudad, propiedad de la esposa de un poderoso magnate. Al entrar en la tienda, Valentina se sorprende al ver la reacción de la señora al ver a su hijo. Martina se queda atónita al ver el parecido entre el niño y su esposo, el magnate Gabriel. Furiosa y celosa, decide enfrentar a su esposo y exigirle una explicación. Gabriel, sin embargo, sigue declarándose inocente y fiel a su esposa. Los hijos de la pareja, Benjamín y Jazmín, tratan de calmar la situación y pedir una explicación a su padre. Sin embargo, Gabriel sigue negando cualquier relación con Valentina o su hijo. Mientras tanto, Valentina se siente confundida y asustada por la reacción de Martina. Aún así, continúa con su vida. Pero todo se complica cuando frente a ella aparece toda la familia Milano, reclamando y acusándola como la amante de Gabriel. Furiosa decide revelar el único recuerdo que tiene de aquel hombre con el cual se acostó y producto de eso nació su hermoso hijo, Valerio. ¿Qué pasó realmente aquella noche? ¿Es Gabriel el padre de su hijo? La verdad es más complicada de lo que parece, y Valentina deberá enfrentar sus miedos y dudas para descubrirla.
Tras ser expulsada de su casa, Harlee se enteró de que no era hija biológica de su familia. Se rumoreaba que su empobrecida familia biológica favorecía a los hijos varones y planeaba sacar provecho de su regreso. Inesperadamente, su verdadero padre era multimillonario, lo que la catapultó a una inmensa riqueza y la convirtió en el miembro más apreciado de la familia. Mientras esperaban su desgracia, Harlee poseía en secreto patentes de diseño valoradas en miles de millones. Por su brillantez, fue invitada como mentora a un grupo nacional de aviación, atrajo el interés de varios pretendientes adinerados y llamó la atención de un misterioso personaje, ascendiendo a la cima del mundo.
Helen Fonseca, es una chiquilla tierna, dulce e inocente. Tras la enfermedad de su madre se verá obligada a casarse con el CEO de una empresa. Un hombre despiadado, arrogante y mucho mayor que ella, que, además está atado a una silla de ruedas. Podrá Helen cambiar el corazón de ese hombre? ¿O un matrimonio por contrato no permitirá que lleguen a amarse?