/0/12217/coverbig.jpg?v=0393afc6834abdb379cb848146dc71bf)
Emely sabía que enamorarse era un problema. Su madre y su alocada vida amorosa se lo han demostrado. Sin embargo, eso no impidió que se enamorara de su jefe Ian desde muy joven y comenzara un amorío intenso a su lado. Con él aprendió lo que debía saber del amor y lo complicado que puede llegar a ser. Así mismo lo que implica el irse a vivir con un hombre desde muy joven. Sabe que, aunque él a veces le sea infiel con otras mujeres, la ama; a fin de cuentas, sigue siendo la que todas las noches duerme a su lado. Todo estará bien: tiene un futuro prometedor al lado de uno de los grandes empresarios del país. Solo debe seguir cumpliendo su papel de mujer enamorada en la relación.
-Le dices que pagaré el cinco -dijo la madre de Emely mientras escribía una lista en la hoja de papel.
Emely tragó en seco, mordió su labio inferior e inclinó la mirada.
-El señor Francisco dijo que no nos fiaría una cosa más -replicó Emely-, es mejor que esta vez vayas tú.
La mujer soltó un gruñido.
-Sólo dile lo que dije -regañó-, le voy a pagar el cinco. La empresa ha demorado en pagarnos.
-Mami -llamó la chica-, no nos dará nada.
-¿Entonces qué vamos a hacer? -La mujer dejó de escribir en el papel-, ¿piensas aguantar el día de hambre?, ¿y qué haremos con tu hermana?, ¿pasará el día en blanco mañana?
Emely sintió que un nudo se creó en su garganta. Su mandíbula comenzó a temblar y respiró hondo para controlar las ganas de llorar.
-Le dices que lo anote a la cuenta, que yo en la mañana pasaré a hablar con él -informó la mujer mientras le pasaba el papel.
La jovencita lo tomó y pasó una rápida mirada por la lista.
-Falta la cartulina -comentó Emely-, mañana debo llevarla para la clase de artística.
-Cierto, cierto. Cartulina, ¿y qué más? -su madre tomó rápidamente el papel y comenzó a escribir-; ¿no debías llevar unos marcadores?
-El señor Francisco no vende marcadores.
-Pero su esposa sí, ve a la papelería y le dices que te los fíe, que lo anote a la cuenta.
"Que lo anote a la cuenta", Emely odiaba esas palabras.
-Ella no fía, ma...
La mujer volvió a gruñir.
-¡Claro que sí!, ¿en dónde crees que compré la calculadora que debías llevar? -Cuestionó la mujer con voz áspera-, toma -volvió a pasarle el papel-, ya sabes: que lo ponga en la cuenta.
Emely apretó con fuerza el papel en sus manos y dio media vuelta en la sala, buscó con la mirada sus viejas sandalias negras y las encontró debajo de la mesa donde su hermana de tres años comía un puré de papa. Rápidamente las tomó y se las puso.
El reloj colgado en la desgastada pared blanca marcaba las siete y media de la noche.
Al salir de la pequeña vivienda, Emely bajó los dos escalones y se encontró con una calle bastante concurrida, en la esquina había un parque donde unos adolescentes jugaban fútbol en una cancha.
En la carretera los carros iban y venían, creando un ruidoso sonido de bocinas y motores. A veces los peatones esquivaban a la jovencita al cruzarse en su camino.
La mente de Emely recreaba una y otra vez la escena donde ella llegaría a la tienda y los viejos ebrios que pasaban la noche en el estadero comenzaban a llamarla, a gritarle piropos sucios y enfermos, la desnudarían con la mirada y ella debería soportar todo eso en silencio.
Vio en la esquina la tienda y bar, la música era bastante fuerte y las mesas se encontraban atiborradas de botellas de cerveza y los hombres reían y conversaban. Vio a un grupo de jóvenes en una mesa y dos de ellos jugaban a pulso.
Emely entendió que una jovencita de quince años, que llevaba una minifalda, no pasaría desapercibida de aquel grupo de borrachos y tampoco del tendero; ese que cada vez que la veía le proponía sexo a cambio de cancelar la larga cuenta que su madre tenía allí.
Sus pasos se volvieron lentos, inseguros. Se detuvo antes de cruzar la carretera principal. Un camión pasó a gran velocidad, haciendo que el cabello castaño claro de Emely revoloteara y algunos mechones cayeran encima de su rostro.
Rápidamente, Emely quitó los mechones de cabello de su cara y volteó a mirar hacia los lados, cerciorándose que no hubiera algún vehículo cerca. Cruzó y se acercó con mucha rapidez a la tienda.
Fue cuestión de segundos para que los hombres la vieran entrar. Los silbidos y los piropos emanaron. Algunos gritaban o carcajeaban mientras la comían con los ojos.
Para ningún hombre que pudiera ver, era evidente que Emely era muy hermosa: de piernas largas, unas hermosas curvas y una forma de andar que emanaba seducción al caminar.
El rostro de Emely se enrojeció y apretó con fuerza su mandíbula, de hecho, su respiración se contuvo sin darse cuenta.
Estando frente a la tienda, un viejo gordo, con una prominente barriga se acercó al mesón y desplegó una gran sonrisa ladeada.
-Buenas noches, señor Francisco -saludó Emely intentando no sonar nerviosa.
-Dime que ya traes mi paga -arremetió el hombre con una voz ronca.
-Hum... no -soltó la joven con nerviosismo-, pero mi mamá dijo que pagará todo el cinco -aclaró con afán-, que la empresa se ha atrasado con el pago, pero que ya le pagarán, en serio.
El hombre soltó una pequeña risa sarcástica.
-Bueno, entonces esperaré al cinco -dijo mientras apoyaba un codo al mesón de madera-. Dile a tu mamá que le fiaré cuando cancele la cuenta.
-Pe-pero... señor... por favor.
-¿Ya pensaste en lo que te dije?
La respiración de Emely nuevamente se contuvo y su rostro se volvió algo sombrío.
-Tú puedes ayudar a tu mamá.
Emely se volvió muda. Estaba perpleja, sus manos sudaban y temblaban.
No... quería... estar en ese lugar.
Un joven que llevaba puesta una chaqueta negra se posó a la derecha de Emely, interrumpiendo por completo la conversación entre ella y el tendero.
-Buenas noches -saludó al tendero-, una cerveza, por favor.
El hombre con un rostro serio y un tanto amargado se dirigió a buscar la cerveza.
Emely no sabía quién era aquel joven, pero, deseaba que se quedara a su lado hasta que el tendero le diera su pedido.
Por un momento subió la mirada por encima de su hombro y vio a un joven alto, de cabello negro y con piel un poco bronceada por el sol. Se veía mucho mayor que ella, debía tener alrededor de unos veinticinco años.
-¿Te estaba molestando? -preguntó el joven.
Aquello sorprendió a Emely, ¿acaso se dio cuenta de lo que estaba sucediendo? ¿No se posó a su lado por casualidad?
-Eres la amiga de Diana, ¿no? -dijo el joven.
-Ah... ¿Diana? -Emely lo miró fijamente un tanto dudosa.
-Eres la chica que llegó hace dos días a mi casa para hacer un trabajo con Diana.
Y fue ahí donde Emely lo recordó, él debía ser Ian, el hermano mayor de Diana; ella hablaba mucho de él. Lo fastidioso que era y las muchas discusiones que tenía con su madre. Llevaba dos meses viviendo en la casa y, según Diana, por su culpa el hogar se volvió un infierno.
-Sí, soy amiga de Diana -respondió Emily.
No se consideraba amiga de esa chica. Desde que Diana cambió los nombres en el examen para ganarse la nota de Emely, supo que era alguien que deseaba tener a metros. Por su culpa casi perdió la materia de economía.
-¿Ese viejo te estaba molestando? -preguntó Ian.
Emely bajó por un momento la mirada, no quería hablar de sus problemas con un desconocido.
-La cerveza -dijo el tendero poniendo la botella fría sobre el mesón frente a Ian.
El joven rodó una butaca alta de madera y se sentó en ella, prácticamente custodiando a Emely de aquel depravado que intentaba aprovecharse. Tomó un tragó de su cerveza mientras pasaba una mirada por Emely.
Aquello molestó al señor Francisco, que por momentos rebuznaba al darse cuenta que ya no podría seguir el tema si estaba aquel tipo pendiente de la chiquilla.
-Bien, dame la lista -ordenó el hombre mientras extendía la mano izquierda.
Emely le pasó con rapidez el papel, aliviada al saber que no se iría con el estómago vacío la mañana siguiente.
El hombre comenzó a poner tomates, cebollas, huevos y otras cosas más encima del mesón.
-¿En qué curso estás? -preguntó Ian.
-Décimo -respondió Emily confundida, ¿acaso no sabía que estudiaba con su hermana?
-¿Cómo te llamas?
-Emely.
-Soy Ian.
-Lo sé -informó la joven.
-¿Sí?
-Diana habla mucho de ti.
Ian soltó una pequeña risita mientras negaba con la cabeza.
-Me imagino las cosas que te ha dicho de mí -soltó con un tono decepcionado.
-Te odia.
-Como todos en esa maldita casa -bufó Ian y después le dio un trago a su cerveza.
Emely no necesitaba que le contaran mucho para darse cuenta que Ian era la oveja negra de la casa. Todos parecían tenerle envidia, ¿y quién no? Era hijo único de un hombre millonario que recién había muerto de un ataque al corazón y le dejó toda su herencia.
La madre del joven creyó que metiéndose con un hombre soltero y viejo podría quedarse con toda su fortuna al darle un hijo; pero se decepcionó y lo dejó al enterarse que el padre de Ian solo le daría estudios y una buena crianza a su hijo, al parecer sabía la calaña de mujer que tenía. Desde ese momento la señora odió a su exesposo y a su primogénito.
Dañó su figura con el embarazo y culpó a Ian de toda su desgracia. Pero dos años después de separarse de su esposo se casó con un viejo que más o menos podría darle la vida que ella quería, le dio dos hijos, pero al tenerlos ya no podía darse todos los gustos que deseaba. Se dio cuenta que aquel hombre no tenía mucho dinero, de hecho, entre más pasaban los años, menos dinero entraba en la casa.
Por lo que Emely sabía (que era casi toda la vida de esa familia) ahora la madre de Ian lo atosigaba con que debía darle parte de la herencia que le dejó su padre, ya que ella "le había dado la vida" y solo con ese hecho ya tenía una gran deuda con ella. Emely sabía que esa mujer no se quedaría tranquila hasta quitarle el último peso que su hijo mayor tenía.
-¿Por qué vives con ellos si tratan tan mal? -eso era lo que deseaba preguntarle a Ian, pero no era capaz de decirlo.
Penélope está decidida a quedar embarazada, lo ha planeado por años. Ha decidido que el hombre perfecto para esta misión es Alessandro Bacheli: él podrá mejorar su descendencia. Pero tiene un problema: él parece que la odia, así que deberá idear un plan para arrastrarlo hasta su cama todas las veces que sean necesarias, hasta que quede embarazada. Lo que Penélope no sabe es que hay alguien que también la tiene en la mira y necesita que ella lleve una sortija de compromiso: Alessandro Bacheli. Su padre al descubrir que tiene una aventura con una mujer casada le ha exigido que consiga una esposa para fin de año o de lo contrario lo va a desheredar. Y él sabe que si debe obligarse a tener esposa la única idónea para ese puesto es Penélope, porque al menos con ella sabe a qué atenerse. ¿El problema? Penélope no se ve para nada interesada en querer contraer matrimonio.
Lo último que vio Valentina antes de morir fue el rostro de su jefe, la mirada de miedo de él cuando bajó del auto y entendió que había acabado de asesinarla. Valentina nunca creyó que a sus veintiocho años iba a morir, sin haber conocido lo que era el amor y mucho menos la satisfacción hacerle pagar a Merina por todo el daño que le hizo. Pero vengarse siempre fue imposible, pues Merina era la esposa del magnate Marko Rumanof, quien desgraciadamente terminó siendo jefe de Valentina. Y él acababa de asesinarla. Pero lo que Valentina creyó ser la muerte, realmente terminó siendo una oportunidad, pues al despertarse se vio a sus diecisiete años: justo el año en que toda su desgracia comenzó. Ahora tiene que impedir que Merina se case con Marko y la mejor forma es conquistándolo y destruirlo al mismo tiempo.
¿Puede funcionar un matrimonio por interés? Danna es la hija menor de una familia adinerada con un importante apellido, está acostumbrada a estar rodeada de lujos, aunque, todo esto termina en un arrepentido momento donde se entera que le han robado a su padre el préstamo que hizo en el banco y ahora han quedado con grandes deudas las cuales no pueden pagar. Es allí cuando a su vida entra un joven llamado Daniel. Él, al enterarse de la situación de la chica, decide ayudarla, pero con una condición, debe casarse con él. Ahora su familia tratará de hacer todo lo posible por casarse con Daniel, pero ella ama a otro hombre y debe elegir entre fortuna y amor.
Camila, Neyret, Sandrid y Eliana son unas amigas muy cercanas que pasan por mal de amores y para su mala suerte, tienen que ver a los chicos que han roto sus corazones todos los días porque ellos son sus compañeros de clases y entre todos son un grupo inseparable. Neyret es la que se encuentra con una gran mala suerte al estar enamorada del hermano mayor de Camila y entre todas idean un plan para hacer que el chico se fije en ella buscando a Sebastián, un joven mujeriego que es amigo de Camila y le proponen hacerse pasar por novio de Neyret para así hacer que Cristian se fije en ella, pero, ¿será esto posible? ¿Y qué sucederá con las demás, podrán conquistar a los chicos de los cuales están enamoradas?
Camila era una dulce joven con unos kilos de más que amaba probar todo tipo de platos. Desde pequeña tuvo un grupo de amigos en los que se encontraba Luis Ángel, un chico genio que será el heredero de todo un imperio cuando sea mayor de edad. Camila un día se da cuenta que está enamorada de Luis Ángel y al tener baja autoestima decide bajar de peso, aunque, un día en medio de un juego Luis Ángel le pregunta si quiere ser su novia, algo que nadie imaginaba que llegaría a pasar. Camila comienza un debate interno al no poder creer que es la novia del chico que parece ser perfecto, aunque, todos sospechan de aquella relación al no saber las intenciones de Luis Ángel. ¿Será que Luis Ángel sólo quiere jugar con los sentimientos de Camila?
Lily Rousse ha decidido quitarse la vida lanzándose por un puente. Pero una mano la toma con fuerza cuando estaba a punto de caer al vacío. Su mayor secreto ha sido revelado a la persona que menos imaginaba: Alejandro, el nuevo coordinador del centro de desarrollo donde trabaja como profesora. Ella toda su vida ha escondido su verdadero rostro de las personas que la rodean y ahora el hombre en quien menos confía lo sabe. Ha trazado todo un plan para lograr dejar de vivir, pero ha sido estropeado y la ha dejado con su mayor miedo latiendo a flor de piel: ser vulnerable ante una persona. Poco a poco las caras de Lily Rousse comienzan a romperse y sus ganas de vivir florecen mucho más. ¿Podrá cumplir su plan de acabar con su vida o volverá a tener una mano que la salve del vacío profundo que está debajo de sus pies?
Durante tres años de matrimonio, Chelsea siempre fue una esposa devota de Edmund. Pensó que su amor y atención algún día derretirían el frío corazón del hombre, pero resultó que estaba equivocada. Finalmente, no pudo soportar más la decepción y decidió poner fin a su matrimonio. Edmund siempre pensó que su esposa era aburrida. Así que se sorprendió cuando Chelsea de repente le arrojó los papeles de divorcio frente a todos en la fiesta de cumpleaños de Nelson. ¡Qué humillación! Después de eso, todos pensaron que la pareja nunca se volvería a ver, y Chelsea pensó lo mismo. Sin embargo, se equivocó una vez más. Tiempo después, en una entrega de premios, Chelsea subió al escenario para aceptar el premio al Mejor Guión, mientras que su exmarido, Edmund, fue quien le entregaría el premio. Cuando le dio el trofeo, de repente la agarró de la mano y humildemente le rogó frente a la audiencia, "Chelsea, lamento no haberte apreciado antes. ¿Podría darme otra oportunidad?". Chelsea solo lo miró con indiferencia, "Lo siento, señor Nelson. Ahora solo me importa mi negocio". El corazón de Edmundo se rompió en mil pedazos. "Chelsea, no puedo vivir sin ti". Pero su exesposa se fue sin dudar un momento. ¿Es una buena idea para ella centrarse en su carrera? De cualquier manera, los hombres solo la distraerían, especialmente, su exesposo.
Clarissa Chapman, un día, al entregar preservativos a una habitación de hotel, descubrió que su cliente era su... ¿prometido? ¡Atrapó a su prometido y media hermana en la cama! ¡Solo entonces Clarissa se dio cuenta de que su novio de seis años la había engañado! ¿Qué es más ridículo? Su padre dijo que era porque ella no era atractiva y su hermana lo merecía más. Dejó a su prometido idiota, ¡se encontró con su Sr. Correcto en una aventura de una noche! Espera... ¿por qué este hombre se veía exactamente parecido al CEO multimillonario - Anderson Jordan en la televisión? Anderson era de muchas cosas, guapo, considerado y leal. Nunca imaginó que un apuesto como Anderson se enamoraría de ella, hasta ese día... Su familia de pesadilla la encontró, tratando de arrastrarla al pasado miserable... otra vez...
Los rumores decían que Lucas se había casado con una mujer poco atractiva y sin antecedentes. En los tres años que estuvieron juntos, se mantuvo frío y distante con Belinda, que aguantó en silencio. Su amor por él la obligó a sacrificar su autoestima y sus sueños. Cuando el primer amor de Lucas reapareció, Belinda se dio cuenta de que su matrimonio era una farsa desde el principio, una estratagema para salvar la vida de otra mujer. Entonces firmó los papeles del divorcio y se marchó. Tres años después, Belinda regresó convertida en un prodigio de la cirugía y una maestra del piano. Perdido en el arrepentimiento, Lucas la persiguió bajo la lluvia y la abrazó con fuerza: "Eres mía, Belinda".
Después de ser traicionada por su novio de cinco años llena de dolor, ira y con deseos de venganza contra el hombre a quien ella amo ciegamente y la traicionó, acepta un matrimonio relámpago con un misterioso millonario. .... La parte B será una buena esposa y realizará sus deberes de esposa perfectamente sin quejarse. Éstas incluyen; Preparando el desayuno de Party A antes de ir a trabajar, preparándole la ropa de trabajo y otorgándole sus derechos conyugales. La parte B no interferirá en la vida privada de la parte A y no provocará ningún tipo de escena. La Parte B hará todo lo posible para asegurarse de que la Parte A esté satisfecha y cómoda. La parte B no puede solicitar el divorcio hasta que la parte A lo diga. ¿Qué pasará en su nueva vida y matrimonio? ¿Es su salvador o es otro diablo disfrazado?
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved