Dos años después de su boda, Ximena perdió el conocimiento en un charco de sangre durante un parto difícil, olvidando que su exmarido se iba a casar con otra persona ese día. "Nos vamos a divorciar, pero el bebé se queda conmigo". Estas palabras resonaron en su mente. Sabía que él no estaba allí para ayudarla, sino para quitarle a su hijo. Ximena preferiría morir antes que ver a su hijo llamar madre a otra mujer. Posteriormente perdió la vida en la mesa de operaciones con dos bebés en su vientre. Pero ese no fue el final para ella... Años más tarde volvió a encontrarse con Ramon, que ha cambiado mucho. Quería quedársela para él a pesar de que ya era madre de dos hijos. Y cuando supo que ella se iba a casar de nuevo, irrumpió como un loco. "Ramon, ya morí una vez antes, así que no me importa volver a morir. Pero esta vez, quiero que muramos juntos", gritó ella, mirándolo con angustia en sus ojos. Ximena pensó que él no la amaba y estaba feliz de estar fuera de su vida. Pero lo que ella no sabía era que la noticia de su inesperada muerte le había roto el corazón. Durante mucho tiempo lloró de dolor y agonía. Siempre deseó poder retroceder en el tiempo o ver su hermoso rostro una vez más. Todo esto fue demasiado para Ximena, cuya vida estuvo llena de idas y venidas. No sabía si debía volver al lado de su exmarido o seguir adelante con su vida. ¿Cuál elegiría ella?
Ximena Griffin había perdido la cuenta del número de veces que marcó el número de Ramon Mitchell en la última hora. En cada intento se encontraba con el mismo silencio decepcionante. Acababa de dar a luz a su hijo y él no aparecía por ninguna parte. ¿Cómo podía ser tan insensible?
Aferrada a la manta esterilizada del hospital, su visión se nubló por las lágrimas no derramadas. En su frustración, se mordió el labio inferior con tanta fuerza que sintió el sabor de la sangre. En el exterior, distinguió débilmente a alguien que suplicaba al médico que salvara la vida del bebé. Fue entonces cuando recordó que era el día de la boda de Ramon, con otra mujer.
Ella sabía que él solo quería al bebé, no a ella.
Ya había elegido un nombre para su hijo y una nueva madre para sustituirla.
¡Qué audacia!
Luchando contra las lágrimas y soportando el dolor agonizante que sacudía su cuerpo, Ximena se aferró con fuerza a su recién nacido.
De repente, la puerta de la sala de partos se abrió de golpe. Entró un grupo de personas, entre ellas Melanie Griffin. Ximena perdió el color de su rostro. Sujetó a su bebé con más fuerza y su mirada se endureció al ver a los intrusos.
Melanie la contempló con desprecio y exigió: "¡Entrégame al bebé, Ximena! Se lo debes a mi hermana. Si le pasa algo, Ramon te lo hará pagar".
"¡Yo no le hice daño a Lyla!", replicó la joven, desafiante.
Sin inmutarse, Melanie se burló: "Que lo hicieras o no es irrelevante. Si Ramon cree que eres culpable, entonces lo eres. Dame al bebé. Es la clave para que Lyla entre en la familia Mitchell y se case con Ramon. Mi familia lo celebrará. En cuanto a ti, ¡te pudrirás en la cárcel por lo que le hiciste!".
"¡No! ¡No tuve nada que ver con lo que le pasó! ¡No pueden llevarse a mi bebé!", protestó Ximena enérgicamente.
¡Era inocente! ¿Por qué Ramon creería tales mentiras y la castigaría de forma tan injusta? Llevó nueve meses al niño, y lo quería con toda su alma. No permitiría que nadie se lo llevara.
Con manos temblorosas, tomó el celular y marcó repetidamente el número de Ramon, pero fue en vano. Finalmente, su celular se apagó.
Melanie se burló: "¿De verdad crees que Ramon contestará? No eres más que una herramienta para él. Ahora que has dado a luz, no sirves para nada. Ramon se divorció de ti por asco y prefiere casarse con Lyla, incluso en estado vegetativo, antes que estar contigo. ¡Despierta, Ximena! ¡Ramon nunca te quiso!".
Las palabras de Melanie fueron como una daga en el corazón de Ximena. No podía creer que Ramon fuera tan cruel. Sus dos años de matrimonio no significaban nada para él, y ella no era más que un peldaño para que Lyla pudiera unirse en matrimonio a la familia Mitchell.
De repente, un dolor agudo brotó de su bajo vientre. Ximena jadeó horrorizada. Sentía como si le estuvieran desgarrando el cuerpo. Notó el goteo caliente de la sangre que le bajaba por las piernas y se acumulaba en el blanco piso. Su respiración era entrecortada y sintió que perdía el conocimiento.
"¡Tiene una hemorragia!", gritó asustada una enfermera.
Melanie observó con indiferencia cómo Ximena se desplomaba en el piso y luego gritó: "¿Qué están esperando? ¡Traigan al bebé! ¡Rápido, o lo lamentarán!".
El bebé fue rápidamente arrebatado de los brazos de Ximena.
Aunque su cuerpo cayó sin conocimiento, el grupo que había irrumpido parecía indiferente a su situación.
Inmediatamente después, el equipo quirúrgico del hospital se apresuró a obtener el consentimiento para una operación de urgencia, pero nadie estaba dispuesto a firmarlo.
Todos sabían que Ramon no amaba a Ximena. Ella y su bebé no eran más que peones para facilitar que Lyla Griffin se uniera a la familia Mitchell. A nadie le importaba el bienestar de la joven; para ellos, su muerte sería un resultado más favorable.
Poco después de que Ximena fuera llevada a urgencias, el médico salió con expresión sombría, anunciando que había sufrido un paro cardíaco. Melanie no mostró sorpresa y se marchó con el bebé.
Las duras luces del hospital proyectaban un brillo espeluznante sobre el piso empapado de sangre, y el formulario de consentimiento sin firmar yacía olvidado, manchado con la sangre de Ximena.
Sin embargo, en cuanto Melanie y los demás se hubieron marchado, un asistente médico salió corriendo de la sala de urgencias e informó al médico: "¡Tenemos un problema, doctor! La paciente... ¡Tiene otros dos bebés en el vientre...!".
Cuatro años después de aquel fatídico día, un niño estaba sentado tranquilamente en su habitación de la propiedad de la familia Griffin.
El pequeño, Neil Mitchell, tenía unos ojos profundos y expresión madura que contradecían su edad. Su rostro era perfecto, salvo por la leve marca de una bofetada en la mejilla.
La puerta se abrió de repente, dejando ver a Melanie con su vestido rojo de alta costura y tacones altos. Su irritación fue evidente al ver que el niño seguía sin vestirse para el evento.
"Los invitados están aquí, Neil. ¡Cámbiate de ropa ahora y sal conmigo!".
"No voy a salir", respondió con frialdad.
El rostro de Melanie se contorsionó de ira mientras se abalanzaba sobre él.
"¡Dije que te pusieras tu ropa formal ya mismo!".
"¡No quiero hacerlo!", replicó Neil, mostrando su mejilla hinchada.
Los ojos de Melanie se posaron en el castillo de Lego que él había construido con tanto esfuerzo, y lo tiró al piso en un arrebato de furia.
El pequeño observó incrédulo cómo su pieza se hacía añicos, con los ojos llenos de lágrimas. Se las secó y gritó: "¡Tía Melanie! Pasé toda la noche construyéndolo. ¿Por qué lo rompiste?".
Oír la palabra "tía" no hizo más que avivar la indignación de la mujer. Era un recordatorio constante de que todo lo que tenía era gracias a Neil. Sus ojos eran fríos cuando dijo: "Eso te pasa por testarudo. ¡Ahora baja!".
"¡Te odio!", siseó Neil, recogiendo la ropa de etiqueta del piso y arrojándosela a Melanie.
Ella lo agarró de la muñeca y lo miró fijamente. "Escucha, Neil. De no ser por mí, te habrían abandonado en el orfanato. Así que no me importa que me odies, pero tienes que aguantarte hasta que acabe la fiesta y se hayan ido todos los invitados. ¡Si no, te enviaré al orfanato!".
Era la primera vez en cuatro años que Ramon organizaba una gran fiesta de cumpleaños para Neil. Y para Melanie se trataba de una preciosa oportunidad de acercarse al hombre después de tantos años. Nunca dejaría que este niño obstinado arruinara su futuro.
"¡Si no quieres bajar, quédate aquí para siempre y no salgas nunca!".
Melanie salió furiosa del dormitorio y cerró la puerta por fuera.
El miedo inundó inmediatamente el rostro de Neil. La última vez que estuvo encerrado, se asustó mucho porque todo estaba oscuro y espeluznante, y solo tenía ratones como compañía. Aquello lo traumatizó tanto que desarrolló una fobia a estar solo y en la oscuridad.
El pobre niño corrió hacia la puerta cerrada y la golpeó con sus pequeñas manos, llorando y suplicando: "¡Tía Melanie, lo siento! ¡Por favor, abre la puerta! ¡No quiero estar solo! ¡Tengo miedo! ¡Prometo portarme bien! ¡Tía, por favor!".
Eden McBride pasó toda su vida siguiendo las pautas de la sociedad. Pero cuando su prometido la dejó un mes antes de su boda, Eden deja de seguir las reglas. Una furia insaciable es justo lo que recomienda el médico para su corazón roto. No, en realidad no era así. Sin embargo, era lo que necesitaba Eden. Liam Anderson, el heredero de la empresa de logística más grande de Rock Union, era el tipo perfecto. Apodado el Príncipe de los Tres Meses porque nunca estaba con la misma chica por más de tres meses, Liam había tenido una buena cantidad de aventuras de una noche y no espera que Eden sea nada más que eso. Cuando se despertó y la encontró con su camisa de mezclilla favorita, Liam comenzó a estar irritado, pero extrañamente intrigado. Ninguna mujer había abandonado su cama voluntariamente ni le había robado. Eden había hecho ambas cosas. Necesitaba encontrarla y arreglar las cuentas. Pero en una ciudad de más de cinco millones de habitantes, encontrar a una persona era como buscar una aguja en un paja. No se vieron hasta que el destino los volvió a reunir dos años después. Eden ya no era la chica ingenua que era cuando saltó a la cama de Liam; en ese momento tenía un secreto que proteger a toda costa. Liam estaba decidido a conseguir todo lo que Eden le robó, y no fue solo su camisa.
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
Adamaris Campabell, sufre un accidente automovilístico, dónde su estado mental debido al golpe en la cabeza, pasa a ser el de una niña, aunque es consciente de algunas cosas, sus incoherencias avergüenzan a la familia Campabell, en especial a su padre. Quién ocultó aquella tragedia para que la empresa y la familia no se viera afectada siendo ella la heredera de la gran fortuna que dejó su difunta madre. La traición azota el corazón de Adamaris, quien al recuperar su estado mental se percata de los más vil, su hermana y ex prometido tiene un romance que ha sido aceptado por su propio padre, solamente por él beneficio social entre familias. Humillación, enojo y venganza, sentimientos que se despiertan en el corazón de la hermosa e inteligente Ada, por aquel falso amor de su prometido, por la cruel envidia de su hermana. Adamaris aprovecha la oportunidad que le ofrece la vida, cuando el destino coloca en su camino al hombre multimillonario y cruel que necesita una esposa que le dé un heredero. Adams Grey es prepotente, pero cauteloso en cada paso que da y Adamaris fue su ficha clave para contraer matrimonio y así, no permitir que su tío y primo tomarán posesión de la industria METALGREY. La cual deja grandes sumas de dinero y ha incrementado, gracias a él. Adamaris Campabell y Adams Grey se unieron por beneficio, él juró ayudarla a vengarse de los que le hicieron daño y ella, darle un heredero. Sin embargo el fingir amor complica la situación, el caos se desencadena cuando los que los rodean no quieren perder y aquel beneficio matrimonial se torna confuso y más para Adamaris. Su ex infiel la quiere recuperar ¿Será que Ada lo perdonará? ¿O Adams Grey se robó el corazón de Ada?
Después de haber sido obligada a casarse con un hombre que aborrece, del cual escapa, con la ayuda de su abuelo. Tiene una loca experiencia de una noche con un desconocido que le dejará un bello e inesperado regalo. Lo cual hará que se vea obligada a crecer y mirar la vida de otro modo. Es contratada como asistente del apuesto CEO, que le pide el favor de que lo ayude por la falta de memoria que padece debido a un aparatoso accidente que tuvo, que lo dejó en coma un año y sin memoria de su vida al despertar. Sus vidas se verán envueltas de una manera que ninguno de los dos podía imaginar cuando se embarcaron en un Matrimonio por contrato.
Después de tres años de matrimonio sin amor, la traición de Neil hirió profundamente a Katelyn. Ella no perdió tiempo y rápidamente se deshizo de ese canalla. Tras el divorcio, se dedicó a su carrera profesional. Alcanzó la fama como diseñadora, doctora y hacker brillante, y se convirtió en un icono venerado. Neil, consciente de su grave error, intentó en vano reconquistarla, solo para presenciar su magnífica boda con otro. Mientras sus votos se retransmitían en la mayor valla publicitaria del mundo, Vincent deslizó un anillo en el dedo de Katelyn y declaró: "Katelyn es ahora mi esposa, un tesoro de valor incalculable. Que todos los que la codicien tengan cuidado".
Rhonda era una chica que amaba demaisado. Después de que su novio de varios años perdiera su trabajo, ella no dudó en apoyarlo económicamente. Incluso lo mimó, para que no se sintiera deprimido. ¿Y qué hizo él para devolverle el favor? ¡Engañó a Rhonda con su mejor amiga! Ella estaba tan devastada. Para hacer que su ex infiel pague, aprovechó la oportunidad para casarse con un hombre que nunca ha conocido. Eliam, su esposo, era un hombre tradicional. Él le dijo que él sería responsable de todas las facturas de la casa y que ella no tendría que preocuparse por nada. Rhonda se rio de él y concluyó que era uno de esos hombres a los que les gusta presumir de su habilidad. Pensó que su vida de casada sería un infierno. Al contrario, Eliam resultó ser un esposo cariñoso, comprensivo y hasta un poco pegajoso. Él la animó a ascender en la escala profesional. Además, la ayudaba con las tareas del hogar y le daba carta blanca para decorar su hogar. No pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a apoyarse mutuamente como un verdadero equipo. Eliam sabía cómo resolver los problemas de la vida. Nunca dejaba de acudir en ayuda de Rhonda cada vez que ella estaba en un aprieto. A primera vista, parecía un hombre común, por lo que Rhonda no pudo evitar preguntarle cómo podía poseer tantos conocimientos acerca de diferentes áreas. Pero Eliam siempre ha logrado esquivar esta pregunta. En un abrir y cerrar de ojos, Rhonda alcanzó la cima de su carrera gracias a la ayuda de su esposo. La vida les iba bien hasta que un día, Rhonda encontró una revista de negocios global. ¡El hombre de la portada se parecía exactamente a su marido! ¡Qué significaba eso! ¿Eran gemelos? ¿O le estaba ocultando un gran secreto todo este tiempo?