La tranquila vida de Jenna Miller, se convierte en un desastre lleno de drama y problemas, tras la llegada del hermano mayor de su mejor amigo Matthew. Durante todo el tiempo que lleva conociendo a los hermanos Hartmann, Jenna veía a Ashton, el pelirrojo que hacía revolotear las mariposas en su estómago, como su amor platónico. Pero esto dejó de ser así, cuando él tuvo que irse a la otra ciudad a vivir con su padre. Lo que ella nunca imaginó es que su regreso hará que Jenna se sienta confundida. Pues creía haber superado los sentimientos hacia él pelirrojo, sin embargo, sus caminos se cruzarán más de lo que a ambos les gustaría y despertará una turbulencia emocional que los llevará por un laberinto de enredos y momentos inesperados.
Mamá estacionó en la entrada principal de la escuela, que se encontraba abarrotada de jóvenes por doquier.
Solté un bufido de fastidio.
Levantarme temprano era una tortura para mi, no entendía porqué no nos dejaban dormir unas horas más y así estar más concentrados en clases. Que por cierto eran muy aburridas, excepto literatura.
Los libros eran mi perdición, siempre han sido mi pasatiempo favorito. Perderme en la biblioteca y estar ajena a todo es lo mejor.
Bajé del auto y me despedí de mamá, caminé por los pasillos esquivando a los estudiantes que murmuraban sobre la gran fiesta que haría Harper Owens, la capitana del equipo de porristas y por supuesto popular de la preparatoria Townsend Harris High School.
No presté la menor atención a lo que estaban diciendo, e ignoré a todos y caminé hasta mi casillero.
-Claire dice que llegará un poco tarde y que mañana iremos por unas hamburguesas -habló Matthew, mi mejor amigo, en cuanto cerré el casillero. -¿Te apuntas?
-Seguro -dije, guardé los libros en la mochila. -El profesor Declan dijo que haría un examen sorpresa esta semana. Espero que no sea hoy, porque no estudié nada de nada.
El timbre sonó, dí un respingo por el sonido tan escandaloso.
-¡Rayos! -exclamó.- También olvidé estudiar -dijo y avanzó caminando hacia los pasillos.
-Estamos perdidos -murmuré derrotada, le seguí detrás.
Matthew se detuvo a saludar a varios chicos populares. Hice una mueca al ver como uno de ellos me guiñó un ojo, y desapareció por los pasillos.
Fruncí el ceño preguntándome que había sido eso. Negué con la cabeza, seguí caminando hacia mi primera clase al igual que lo hacía el resto de los estudiantes.
Me impresioné cuando escuché como los cerebritos de mi clase hablaban de álgebra analítica como si era la cosa más fácil y entretenida del mundo.
Me senté en mi puesto y apoyé la cabeza en mis brazos, descansé unos segundos, antes que el profesor Declan llegara.
-Buenos días jóvenes -saludó entrando al aula. -Hoy haremos un repaso para que después no digan que no les di tiempo de estudiar.
La clase suspiró aliviada, pero se oyó las quejas de los inteligentes que no estuvieron de acuerdo puesto que ellos sí habían estudiado. Más no se atrevieron a decir palabra alguna.
Fue gracioso verlos enojados por algo así, casi nunca solía ocurrir.
Saqué los cuadernos de la mochila y presté atención a la clase mientras el resto finge interés, se me hizo difícil entender la tan tediosa explicación de la materia.
Observé desde mi lugar a algunos de mis compañeros que simularon tomar apuntes, otros mordían sus lápices y otros simplemente se durmieron demostrando desinterés a la clase.
Giré la cabeza sobre mi hombro, ví a Matt muy concentrado que escribía en su cuaderno.
Decidí hacer lo mismo y comencé a escribir.
***
Solté un suspiro aliviada, observé la hoja del examen corroborando que había una nota decente en la hoja.
Salí del aula en dirección a la cafetería, al igual que el resto de los estudiantes. Matt caminaba a mi lado mientras me decía de que su hermano regresaría en la semana.
Tan solo escuché e nombre de Asthon, y los recuerdos de mi niñez golpearon mi mente.
*Flash back
-¡Devuélveme mi algodón de azúcar! -dije llorando y doy varios saltos sin alcanzar la mano del pelirrojo insoportable.
-Solo si me das un poco y también a mis amigos -propuso mirándome con sus ojos oscuros.
Sequé mi nariz antes de contestar.
-Pero eso me lo compro mi mamá, además, siempre me roban mis dulces. -Dije enojada-¡No es justo!
Intenté quitarle el algodón de azúcar, pero por ser más pequeña, no logré alcanzarlo.
Los demás niños se burlaron y eso hizo que me enojara aún más. Así que golpeé con mi rodilla las partes íntimas de Asthon, haciendo que cayera al suelo con una mueca en la cara de dolor.
Estuve por salir corriendo, pero antes sentí como una mano agarró mi pierna, ocasionando que perdiera el equilibrio y cayera al pequeño charco de agua.
Las risas de los niños no tardaron en escucharse en todo el parque.
Me levanté furiosa, me lancé encima de Asthon y lo golpeé directo con mi pequeño puño que fue directo a su rostro.
*Fin de flash back
-Jen -la voz de Matt me hizo parpadear.
-¿Uh? -lo miré confundida.
-Te preguntaba si hoy querías quedarte en casa para terminar el ensayo. -Habló con la mirada perdida en su móvil.
Mis cejas se alzaron hacia arriba, y abrí los ojos de par en par.
-¡La obra! -golpeé mi frente con la palma. -Es para el viernes, ¿cierto?
-Sí, desafortunadamente -respondió con fastidio.
Fruncí los labios, no tenía idea de como íbamos a terminar esa tediosa obra.
Ni a Matt ni a mí nos gustaba precisamente actuar delante de todos los estudiantes de la preparatoria, que no les importaba ni un rábano burlarse y arruinar el trabajo de otros con sus bromas pesadas.
-Vamos a tú casa y lo terminamos. No quiero después estar estresada -dije caminando hacia la cafetería que ya está repleta de estudiantes.
Personalmente no me fascinaba del todo la comida que hacían aquí, por lo que mi madre acostumbraba a prepararme emparedados antes de irse al trabajo.
A lo lejos divisé la mesa donde se encontraban los populares de la prepa, el equipo de fútbol americano, compuesto por el capitán Alex Donovan y sus amigos Will y Justin. Del resto no tenía ni idea de como se llamaban y tampoco me daba interés en saber.
Nos encaminamos a la mesa que se hallaba desocupada en la parte de atrás. Pude sentir la mirada de algunos chicos sobre mí.
Cuanto detestaba que los hombres vieran a las chicas como un trozo de carne.
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