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El amor es como una melodía que resuena en el alma y te hace vibrar, es como un imán que atrae y une dos corazones. Charlotte Tarazona nunca, hubiera imaginado que eso pudiera sucederle a ella, soñaba con casarse, pero no con alguien tan importante como Darren Lombardi. A pesar de que su matrimonio no fue como soñó, ese hombre la enamoro y esta dispuesta a luchar para ser la dueña de su corazón. Darren Lombardi se vio obligado por honor a pedir en matrimonio a la señorita Charlotte luego de haberse dejado llevar por la pasión y que los pillaran en una situación comprometedora, con el tiempo se dio cuenta que El amor es como un remolino que te lleva y te arrastra y a pesar de que lo que lo había unido a Charlotte era un desafortunado desliz, ella logro ganarse un lugar en su corazón.
En la fiesta organizada por la familia Tarazona Charlotte se lamentaba, Otra vez lo había hecho, Su tía le había pedido de nuevo que vigilara a su prima, se dirigió con pasos firmes hacia donde se encontraba Laura, rodeada de sus amigos. Llegó resuelta y se dispuso a entablar una conversación.
–Disculpen la interrupción, pero me gustaría hablar con mi prima unos minutos-se fijó como ella fruncía imperceptible los labios. Cualquiera que no la conociera no se habría dado cuenta, pero Charlotte sabía que más tarde se lo haría pagar con su afilada lengua el haber interrumpido.
-No puedo creer que, porque no te presten atención a ti, siempre tengas que venir a molestarme cuando me estoy divirtiendo –sus ojos grises se clavaron en los de su prima.
Se recompuso y con una deslumbrante sonrisa le contesto– Tu madre me manda para que no sufras daño alguno o hagas algo estúpido y te lleve con ella.
-Cuando dejará que tome mis propias decisiones – respondió Laura un poco molesta dejó a su prima y se encaminó hacia su progenitora. Siempre que hablaba con Laura terminaban de la misma manera.
No había entre ellas ningún tipo de cariño a pesar del tiempo que llevaban viviendo juntas. Con un suspiro decidió que, aunque su tía dijera lo contrario se retiraría a su habitación. Mientras se giraba para marcharse iba tan distraída que chocó con algo y sintió como la sujetaban para evitar que cayera. comenzó a formar una sonrisa, pero cuando levantó la cabeza para disculparse por el choque y agradecer el apoyo las palabras no le salieron quedó hipnotizada con el hombre que tenía en frente.
Darren soltó la Copa que tenía en la mano. Se disculpó con las personas que hablaba y se dirigió hacia la salida para marcharse. Era una fiesta muy concurrida, parecía que todas las grandes familias de la ciudad se habían dado cita ésa noche en el salón de la familia Tarazona. Ya había cumplido con presentarse allí. Así que se dispuso esquivar a los grupos que se formaban para charlar, iba tan enfrascado en sus propios pensamientos que no notó que había una dama en frente y chocó contra ella. Instintivamente sus brazos la sujetaron para evitar la caída.
Miro hacia bajo y quedo deslumbrado con lo que vio la chica tenía el pelo cobrizo con matices de rojo. Nunca en su vida había visto un color igual a ese. Sus ojos se quedaron atrapados en otros ojos tan azules como el mar ¡Dios! ¿Eran posibles unos ojos como aquellos? continuó con su mirada, piel de porcelana, labios carnosos.... ¡Oh Dios! Pero que estaba pensando Se estaba comportando como un completo idiota, jamás en la vida le había sucedido eso, el quedarse sin habla y tan embobado por una dama, no ayudó en absoluto cuando miró un poco más abajo. Tenía unos turgentes pechos y notó un leve tirón en su entrepierna. ¡Maldición! Entonces escuchó que ella hablaba y se obligó a centrarse en lo que decía.
- Por eso me disculpo con usted. Ha sido totalmente culpa mía y no se hable más– Hablo mientras se sonrojaba. Era una necia, se le había quedado mirando como una estúpida.
- En absoluto la culpa es mía. Yo iba distraído, lo siento –una sonrisa se dibujó en sus labios- Le pido disculpas mi nombre es Darren G. Lombardi. Charlotte, vio como él se inclinaba al final de su presentación, era el hombre más atractivo que había visto en su vida. Le vio sonreír y supo que le encantaría que esos labios la besaran, le .... ¡BASTA! Desde que había visto ese hombre no hacía otra cosa que acalorarse y pensar en cosas ¡Ardientes! Si, esa era la palabra. Se recompuso y sabiendo que estaba tardando demasiado en Contestar lo miro a los ojos.
- Encantada señor Lombardi, mi nombre es Charlotte Tarazona Brown. – respondió ella
Él iba a decir algo, pero en ese momento apareció su Mejor amigo Aiden Steven De Luca.
- Darren amigo, veo que ya conoces a la encantadora señorita Tarazona – dijo con amabilidad Aiden
Charlotte se ruborizó, Aiden siempre le había caído muy bien. Así que le dirigió una sincera sonrisa y con una disculpa los dejó allí plantados, para dirigirse presurosa a la mesa de Comidas y bebidas y así poder tomar un wiski o algo más fuerte. Ese hombre le había hecho sentir cosas con solo una mirada. Darren la vio alejarse y sonrió para sí, quizás estuvo mirándola más de lo debido porque su amigo carraspeo a su lado.
- ¿ocurre algo Aiden? –le dijo alzando una ceja.
-Eso explícamelo tú, parece que ha llamado tu atención, ¿no? – respondió Aiden mirándolo con seriedad – es una buena mujer y le tengo un gran afecto, así que ni se te ocurra jugar con ella me entiendes.
-no pretendo meterme con ella, no es de esas mujeres con las que suelo relacionarme y ella no es de las chicas con las que se puede mantener una amistad. –dicho sonrió y miro a su amigo ¿Quieres una copa? –y si más que agregar se alejó.
Aiden, se rio por lo bajo conocía demasiado a su amigo, y había notado como su mirada se había quedado fija en Charlotte, era aquella que utilizaba cada vez que deseaba algo, aunque no se diera cuenta de ello.
Conforme transcurría la fiesta Charlotte se sentía cada vez más nerviosa. Él no había dejado de mirarla, y a cualquier lugar que se movía lo encontraba observándola, ignoro ese hecho e intento concentrarse en la conversación que mantenía con la señora Maira.
- ¿te encuentras bien querida? Te noto un poco tensa e incómoda deberías salir a tomar un poco de aire –sentencio Maira
- si estoy bien- afirmo con un movimiento de cabeza. Disimuladamente miro por encima de su hombro para comprobar si ese hombre aun seguía sin perderla de vista, para cualquiera que lo viera pensaría que estaba disfrutando de la fiesta, pero ella sentía como la taladraba con la mirada.
-veo que tú también te has dado cuenta, de que el gran Darren Lombardi no deja mirarte –añadió Maira mientras soltaba una risita
¡oh no! Lo que faltaba si la señora Maira se había dado cuenta, quien sabe cuántas personas más, se empezó a incomodar pues no estaba acostumbrada a que la miraran más de lo debido, se excusó con Maira y se dispuso a buscar un lugar en donde despejar la mente.
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