Tras un acalorado enfrentamiento con su marido y su compañera, Emilia fue empujada escaleras abajo. Creía que moriría, pero cuando despertó de nuevo, se dio cuenta de que había viajado al pasado dos años atrás. Dios le ofreció una oportunidad de enmendar su camino. Esta vez, devolvería la gloria a su familia y haría que todos los traidores pagaran. Sin embargo, en el proceso de ascender a la cima de su carrera, conoció a un hombre muy intimidante y apuesto. Emilia no quería volver a involucrarse con otro hombre, pues se había demostrado a sí misma que ellos solo la arrastrarían hacia abajo. Sin embargo, sus constantes incidentes con él estaban rompiendo poco a poco el muro de su corazón...
Punto de vista de Emilia
Bebí mi último trago y agarré mi bolsa. Luego, volteé a ver a Camila, mi única amiga, quien tenía una ceja levantada mientras miraba su reloj.
"¡Emi, no seas así! Todavía es temprano", se quejó
"Tengo que irme. Kayden debe estar esperándome", contesté, negando con la cabeza.
"Amiga, ¡no me hagas reír! Ese hombre nunca se ha preocupado por ti. De hecho, sigo sin entender por qué sigues casada con alguien como él", refutó ella.
Sus palabras me lastimaron hasta el alma, aunque sabía que esa no había sido la intención de Camila. De hecho, ella estaba furiosa, pues llevaba tres años casada con Kayden Horrison y durante todo ese tiempo, él nunca me había mostrado ni una pizca de amor.
"Ay, Camila. Tú sabes mejor que nadie cuánto lo amo", suspiré resignada.
"¿De verdad crees esto vale la pena?", preguntó ella, tomándome de las manos.
Mi amiga estaba genuinamente preocupada. Yo también estaba consciente de que mi matrimonio no había tenido el mejor inicio, pero confiaba en que mi amor sería suficiente para hacer cambiar a Kayden Horrison.
Él siempre se había portado distante conmigo, pero cuando estaba en el punto más bajo de su vida, le pedí que nos casáramos y él no lo dudó ni un instante.
No sabía a ciencia cierta si valía la pena quedarme en ese matrimonio, pero yo esperaba que sí.
"Ya me voy, pero tú sigue divirtiéndote", le pedí a mi amiga, con una sonrisa forzada, tras abrazarla.
"Vete con cuidado", respondió ella, correspondiendo mi abrazo.
Me subí a mi carro y manejé en completo silencio a mi casa. Por más que intentaba evitarlo, las palabras de Camila se repetían una y otra vez en mi mente. No importaba lo que los demás dijeran, mi marido volvía todas las noches a casa, lo que indicaba que todavía era posible salvar mi matrimonio.
Sin embargo, cuando entré a mi hogar, fui testigo de la más cruel de las traiciones. Encontré a mi esposo en la escalera, en compañía de una figura femenina.
Mi corazón se aceleró cuando él le sonrió con amor a su acompañante. Me acerqué un poco a ellos y reconocí la identidad de la intrusa: Amelia Contreras, su ex y primer amor.
Ellos estaban en su mundo, así que ni siquiera se daban cuenta de que yo los espiaba desde las sombras.
"Tengo una sorpresa para ti, mi amor.", empezó ella, con una sonrisa que mi esposo correspondió.
Los celos me invadieron al ver los ojos del hombre que amaba llenos de alegría, amor y paz, algo que no pasaba cuando él y yo estábamos juntos. Las lágrimas inundaron mis ojos y mis manos comenzaron a temblar.
Estaba furiosa por su traición. Acabábamos de hablar el mes pasado y me había jurado que ya no veía a su primer amor, pero ¡todo era mentira! Lo había descubierto en el acto y en mi propia casa.
"¡Estoy embarazada!", exclamó Amelia.
No daba crédito a sus palabras. ¿Embarazada? ¿Kayden había sido tan c*brón como para embarazar a su amante?
En los ojos de mi marido apareció la sorpresa, pero pronto se convirtió en felicidad. Yo sentía que mi corazón se rompía en miles de pedazos.
Todavía recordaba lo que me había dicho durante los primeros días de nuestro matrimonio. No quería tener hijos pronto, pues aún estaba preparándose para ser un buen padre; sin embargo, me prometió que me diría cuando estuviera listo. Por esa razón, yo tomaba pastillas anticonceptivas. No obstante, al verlo tan dichoso porque sería el padre del hijo de otra mujer tuve que reconocer su traición: ¡ese inf*liz me había estado mintiendo!
"¡Me haces el hombre más feliz del mundo! ¡Muchas gracias, nena!", respondió él.
Las lágrimas rodaron por mis mejillas, pero inmediatamente las sequé y comencé a caminar hacia ellos. Mis tacones hacían ruido mientras subía las escaleras, así que ellos voltearon a verme casi de inmediato.
Sentí un fuerte dolor en el pecho cuando Kayden colocó a Amelia detrás de él. Para él yo no era más que una bruja despiadada que quería lastimar a su tierna e inocente princesa.
Lo que esos imb*ciles ignoraban era que yo seguía siendo legalmente su esposa. El recordar eso aumentó mi ira. Era incapaz de contenerme.
"Kayden, ¡¿cómo pudiste hacerme esto?! ¡Me juraste que ya no había nada entre ustedes! ¡Eres un m*ldito mentiroso!", le grité, mientras lo golpeaba con mi bolsa.
"Emilia, déjate de est*pideces", soltó él con frialdad, apretando con fuerza mi muñeca.
"¿Est*pideces? ¿Te parece que ser un p*nche infiel es una est*pidez? ¿Sabes qué? ¡Váyanse a la chingada tu p*ta y tú!", solté, con el ceño fruncido y las lágrimas escurriendo por mi rostro.
"Emilia, no vuelvas a insultar a Amelia. Serás legalmente mi esposa, pero ella es mi verdadero amor", declaró.
«Su verdadero amor», repetí en mi cabeza.
"¡Qué raro, Kayden! No te referiste a ella así la última vez que hablamos. ¿Por qué me haces esto?", le pregunté.
"No tengo que darte explicaciones. Yo puedo hacer lo que se me antoje. Y ya deja el tema por la paz, o tendré que divorciarme de ti, ¿entendiste?", me amenazó, con el ceño fruncido.
¿Divorciarnos? ¿Cómo se atrevía a decir eso cuando en la mañana había conseguido una inversión nueva para su empresa? ¿Quién se creía que era?
"P*ndejo", le dije, tras zafarme de su agarre y cachetearlo con todas mis fuerzas.
"Emilia, no lastimes a Kayden, por favor. No es culpa de nadie, en el amor no se manda", intervino Amelia.
"¡Cállate, p*rra!", escupí, mirándola directamente a los ojos.
"¡YA TE DIJE QUE NO LE HABLES ASÍ A MI AMADA, EMILIA! ¡ES LA ÚLTIMA VEZ QUE TE LO DIGO!", exclamó Kayden, apretando mi cuello con su mano.
"¿O qué? ¿Te divorciarás de mí? ¿Eh?", pregunté con un hilillo de voz, pues me costaba trabajo respirar.
"No me tientes", contestó él, apretando los dientes.
"Kayden, no puedes hacer eso. No eres capaz de dejarme", lo provoqué.
"Eres más ingenua de lo que creía, Emilia. Claro que puedo. Yo nunca te he amado", contestó él, con una sonrisa siniestra. Acto seguido, quitó su mano de mi cuello.
Las lágrimas volvieron a rodar por mi rostro. Quería contestarle algo hiriente, pero mis labios solo temblaban. Me había dolido en el alma escucharlo decir eso.
"Nunca te quise. Solo te usé y tú fuiste tan est*pida como para creerte mis mentiras", añadió, dando unos pasos hacia atrás.
"Y ahora ya no me sirves, Emilia. Llegó el momento de que me deshaga de ti y por fin pueda vivir al lado de la mujer que amo", remató, regresando con Amelia, mientras me miraba con desprecio.
Al principio creí que moriría. Mi dolor era tanto y mi corazón estaba tan roto que no estaba segura de que pudiera volver a amar a alguien. Sin embargo, la ira comenzó a llenar mi corazón: los últimos tres años habían sido una mentira y yo había sido una imb*cil por creerle a ese poco hombre.
Camila tenía razón, no valía la pena seguir en ese matrimonio de m*erda.
Despacio enjugué mis lágrimas, inhalé profundamente para calmar mi respiración y me enderecé. Luego dije: "Entonces, ¿de verdad estás decidido a ponerle fin a lo nuestro?".
"Sí", contestó él, con una voz en la que no había ni atisbo de duda. Yo no pude evitar sonreír con ironía.
"Bueno, entonces mi abogado se pondrá en contacto contigo para entregarte el acuerdo de divorcio, así como el plan de desinversión", sentencié.
"¿Qué estás diciendo?", preguntó él de inmediato.
"Ya sabes, desinversión. No hay ninguna razón para que apoye a tu empresa ahora que nos divorciemos", me burlé.
"Emilia, ¡no hagas eso, por favor! Sin ese dinero, el negocio de Kayden quebrará", interrumpió Amelia.
"¡Ya te dije que te calles, p*ta!", le grité.
"¡EMILIA!", exclamó mi esposo.
Ignoré a Kayden y me concentré en Amelia. Fingía que era una mujer frágil, que estaba a punto de llorar, cuando en realidad era una c*lera doble cara que había logrado engañar a todos a su alrededor. No me extrañaba que nadie se diera cuenta de que en realidad era una mujer malvada, pues solo a mí me mostraba esa parte de ella.
"Yo solo quiero...", empezó, pero pronto rompió en llanto.
"Ahórrate el espectáculo y tus explicaciones", le dije, sin nada de paciencia.
Cuando Amelia intensificó la fuerza de sus sollozos y se cubrió la cara con las manos, casi le aplaudí. ¡Era una muy buena actriz! Sin embargo, mi humor cambió cuando me di cuenta del anillo que llevaba.
¡Esa sortija era mía! Y no era cualquier anillo: era el que mi abuelo me había dado como regalo de bodas. Lo había mandado a hacer, especialmente para mí, con un exclusivo diseñador el mismo año en el que nací y solo había uno en el mundo. ¡¿Cómo se atrevía esa p*rra a ponerse algo que no era suyo?!
"¡Una cosa es que seas una m*jerzuela y otra que seas una ladrona!", chillé, caminando hacia ella, con la intención de recuperar mi anillo, pues no iba a permitir que esa cu*lquiera profanara el recuerdo de mi abuelo, el hombre que me amó con todo su ser y a quien yo había defraudado.
"¡EMILIA, TE LO ADVERTÍ!", rugió mi esposo.
Antes de que pudiera poner un dedo sobre mi anillo, Kayden me había tomado de los brazos y alejado de su amante. Lo siguiente que supe fue que me dio una cachetada tan fuerte que me mandó hacia atrás, perdí el equilibrio y terminé rodando por las escaleras.
Escuché que Amelia gritó, pero yo no tenía tiempo para ella. Me sentía mareada y veía todo borroso. Sabía que estaba indefensa sobre el frío piso, pero por más que quería, no podía moverme.
Mientras mi visión se oscurecía, sentí algo húmedo en la parte posterior de mi cabeza.
Me dolía horriblemente la cabeza y el frío me calaba hasta los huesos. Esperaba que alguien acudiera en mi ayuda, o que al menos me abrazara en mis últimos momentos. Busqué a Kayden con la mirada y por el rabillo del ojo lo vi abrazando a Amelia. Incluso en un momento como ese, su prioridad era calmar a su amante.
Por fin me daba cuenta de lo ciega que había estado. Kayden nunca me había amado y jamás se había preocupado por mí, ni siquiera en mis últimos instantes. Me sentía rota en todos los sentidos.
Antes de que la oscuridad me consumiera por completo, me pareció ver las preocupadas caras de mis padres y de mi abuelo. Las lágrimas rodaron por mis mejillas, mientras el resentimiento llenaba lo que quedaba de mí.
«Abuelo, perdóname. Fui una tonta por no haberte escuchado. Nunca debí casarme con ese hombre cruel e interesado, que lo único que quería era mi dinero. Fui una est*pida por acabar con la fortuna familiar para complacer todos sus deseos», comencé.
«Perdóname por haberme convertido en la esclava de ese monstruo ambicioso, en lugar de seguir siendo tu orgullosa heredera. No sabes lo arrepentida que estoy. Ahora me doy cuenta de que estaba completamente equivocada y si pudiera regresar en el tiempo, nunca me casaría con él ni cometería los mismos errores».
«Abuelito, si tuviera otra oportunidad, te aseguro que no caería en los engaños de esa basura. ¡Recuperaría mi orgullo y el de nuestra familia!», concluí.
Sin embargo, en mi lamentable estado, ¿sería posible que tuviera otra oportunidad?
Hace tres años, Avery quedó maltratada y sola por el hombre que más amaba, Dylan, pero ella completó valientemente la ceremonia de la boda mientras estaba embarazada. Tres años después, aunque estaban casados, con el tiempo se distanciaron. Avery se centró en su carrera y ya no creía tontamente en el amor. Pero su transformación instantáneamente hizo que Dylan entrara en pánico... ¿Y cuál es el secreto de hace 11 años que Avery siempre se ha mostrado reacia a revelar? *** "Fue a un bufete de abogados, se reunió con un abogado..." ¿Un abogado? ¿Avery está demandando a alguien? ¿OMS? ¿Existe algún litigio reciente contra la empresa? De repente, Dylan se rió entre dientes con frialdad: "¿A quién podría demandar? Soy el director ejecutivo de esta empresa. ¿Cómo es que ese asunto no me llega a mí primero?" La asistente tragó nerviosamente y habló en voz baja: "Señor, no hay ningún litigio contra la empresa. Se reunió con... un abogado de divorcios".
Recibí un video pornográfico. "¿Te gusta este?" El hombre que habla en el vídeo es mi marido, Mark, a quien no veo desde hace varios meses. Está desnudo, con la camisa y los pantalones esparcidos por el suelo, empujando con fuerza a una mujer cuyo rostro no puedo ver, sus pechos regordetes y redondos rebotan vigorosamente. Puedo escuchar claramente los sonidos de las bofetadas en el video, mezclados con gemidos y gruñidos lujuriosos. "Sí, sí, fóllame fuerte, cariño", grita extasiada la mujer en respuesta. "¡Niña traviesa!" Mark se levanta y le da la vuelta, dándole una palmada en las nalgas mientras habla. "¡Levanta el culo!" La mujer se ríe, se da vuelta, balancea las nalgas y se arrodilla en la cama. Siento como si alguien me hubiera echado un balde de agua helada en la cabeza. Ya es bastante malo que mi marido esté teniendo una aventura, pero lo peor es que la otra mujer es mi propia hermana, Bella. ************************************************** ************************************************** ********************** "Quiero divorciarme, Mark", me repetí por si no me escuchó la primera vez, aunque sabía que me había escuchado claramente. Me miró fijamente con el ceño fruncido antes de responder fríamente: "¡No depende de ti! Estoy muy ocupado, ¡no pierdas el tiempo con temas tan aburridos ni trates de atraer mi atención!" Lo último que iba a hacer era discutir o discutir con él. "Haré que el abogado le envíe el acuerdo de divorcio", fue todo lo que dije, con la mayor calma que pude. Ni siquiera dijo una palabra más después de eso y simplemente atravesó la puerta frente a la que había estado parado, cerrándola con fuerza detrás de él. Mis ojos se detuvieron un poco distraídamente en el pomo de la puerta antes de quitarme el anillo de bodas de mi dedo y colocarlo sobre la mesa. Agarré mi maleta, en la que ya había empacado mis cosas y salí de la casa.
"Yo, Erika Blackwood, estoy ante ti, Alexander Robertson, con el corazón apesadumbrado. Por la presente te rechazo como mi pareja. El vínculo que una vez compartimos se ha vuelto frágil y mi alma anhela un camino diferente. Que encuentres consuelo en el amor del otro, y que ambos encontremos la felicidad que buscamos." Alexander no dijo una palabra y me miró. Pero él se negó a aceptar. *********** Erika Blackwood es la próxima Alfa en la línea del Paquete Ironclaw. Ella oculta su identidad y se empareja con el Alfa de la manada Moonforest, Alexander Robertson. Pasaron tres años, pero Alexander todavía no está dispuesto a dejar ir a su novia de la infancia. Erika es maltratada y finalmente incriminada por el mismo amor de la infancia. Ahora ella se va con esa humillación y regresa con su manada, jurando venganza sobre quienes la lastimaron. Todos esperaron a que ella regresara y suplicara, pero ¿qué sucede cuando se dan cuenta de que la famosa manada Ironclaw que iba a ayudar en la guerra de los rebeldes estaba gobernada por una mujer llamada Erika Blackwood? Ahora sus ex compañeros la quieren de vuelta. Otros Alfas quieren a esta mujer... ¿Pero aceptará alguno de ellos? ¿O seguirá siendo independiente para siempre?...
Vestida con un pijama atractivo y tacones rojos, Amelia iba a sorprender a su novio por su tercer aniversario. Inesperadamente, fue recibida por su novio besándose con otra chica sin ropa en la cama. Amelia irrumpió furiosa, sólo para que su novio se burlara de ella diciéndole que no podía satisfacerle en absoluto. Para probarse a sí misma, llamó a un acompañante y pasó una hermosa noche con él. Después de pagar, Amelia pensó que no volvería a ver al hombre. Hasta que al día siguiente, en el trabajo, descubrió que el hombre había resultado ser Guillermo, su nuevo jefe. ¿Qué debería hacer? ¿Hacia dónde huiría esta vez?
Con 18 años, Suzie sólo tenía una cosa en mente: vengarse de todos los que la habían humillado, incluido su padre y los hermanos cuatrillizos, a uno de los cuales había entregado todo su corazón sólo para que él se lo destrozara. Pero horas antes de su turno, la diosa le jugó una mala pasada. *** "¿Así que tienes tanta prisa por irte porque alguien te ha preparado una fiesta de cumpleaños?". Blair volvió a hablar. Asher también me miró expectante. ¿Una fiesta? ¡No! Mi padre casi me mata esta mañana, el día de mi cumpleaños. Nadie lo celebraría. "¡No! Yo sólo... Sólo quiero volver a hacer mis deberes. ¿Cómo podría alguien tan repugnante como yo merecer una celebración? Así que, Alfa Blair, Alfa Asher, por favor, déjenme ir. ¡Les prometo que no volverán a verme!" Les supliqué. "Nuestra pobre princesa, Asher, ¿hemos ido demasiado lejos hoy? Celebremos juntos el cumpleaños de nuestra princesita", dijo Blair con maldad, mirando a Asher. No esperaba que Asher accediera y quise negarme, pero Blair ordenó con su voz carente de emoción: "Si quieres celebrar tu cumpleaños aquí con nosotros, nos aseguraremos de que quedes satisfecha". El pánico volvió a invadirme. Tenía que llevarlos a mi casa, donde tenía una pistola escondida bajo la almohada, por si realmente querían hacerme algo. "¿Dónde está tu habitación?" preguntó Blair nada más entrar en mi casa. Como iba por delante, me giré para mirarle con una pequeña sonrisa. "Arriba", respondí. Entré corriendo, dejé caer el bolso y metí la mano debajo de la almohada. La fría pistola metálica en mis manos alivió mi corazón. Si se atrevían a intentar algo, no dudaría en matarlos. "Así que..." Me volví, tragando saliva, sólo para ver a Asher cerrando la puerta. Mis ojos se abrieron de par en par, mis cejas se alzaron mientras los miraba a ambos. "¿Qué está pasando?" Intercambiaron otra mirada antes de que Blair hablara: "Hemos oído que sabes muy bien. Vamos a ver lo que tienes".
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Ella cayó en la trampa que la tendieron su prometido y su mejor amiga. Lo perdió todo y murió en la calle. Sin embargo, ella renació. En el momento en que abrió los ojos, su esposo estaba tratando de estrangularla. Afortunadamente, ella sobrevivió a eso. Firmó el acuerdo de divorcio sin vacilación. La joven estaba lista para su miserable vida. Para su sorpresa, su madre en esta vida le dejó una gran cantidad de dinero. Ella dio la vuelta a las tornas y se vengó. Todo le salió bien cuando su ex marido apareció en su vida.
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