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Ceos: Matrimonio de Conveniencia, Amor Verdadero

Ceos: Matrimonio de Conveniencia, Amor Verdadero

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Emilia y Alexander se conocían desde que eran pequeños y es que sus padres habían sido amigos por muchos años. Ambos eran dos exitosos Ceos en el mundo de la constricción, con empresas en su punto más alto. Sus vidas, sus personalidades y sus estilos de vida eran totalmente diferentes el uno del otro. Eso los había llevado a enfrentarse en más de una ocasión no solo en los negocios, sino en su vida personal. Tendían a molestarse el uno al otro siempre que tenían hasta la más mínima oportunidad. Un día se encuentran en un bar, comparten una copa y eso cambia sus vidas para siempre. Emilia deseaba huir de un pretendiente indeseado, así que se vio en la necesidad de pedirle ayuda a Alexander. Este se encontraba ahí para ver a su novia, la cual descubrió que le era infiel. En su deseo de obtener respuestas de su parte roba el auto de Emilia con ella dentro. Su actitud de lo más inesperada la toma totalmente por sorpresa y no esta dispuesta a permitir que la involucre en lo que sea que pasaba. La actitud a la defensiva de Emilia y un descuido de parte de Alexander les lleva a tener un terrible accidente. Aquel solo es el inicio de todos sus problemas pues una vez en el hospital, un mal entendido cambia de forma radical sus vidas. Sus padres están seguros de que ellos se casaran, todo por un anillo de compromiso que sin duda no era para Emilia. Ambos se encontraban decididos a aclarar las cosas lo antes posible, infortunadamente eso no les es posible y es que la situación no hace más que complicarse conforme pasa el tiempo. Alexander no puede decir la verdad, aceptar que su novia le fue infiel y en su deseo de dañarla por su traición termina por confirmar a sus padres que en verdad se casarían. Antes de que los dos pudieran aclarar las cosas; sus padres les dan una sorpresa, un regalo o al menos así lo creen. Les dan a conocer que han decidió unir sus empresas, tal como siempre habían deseado y con la noticia de su matrimonio al fin podían hacerlo. Tal noticia fue sin duda lo peor que les pudo pasar y es que cuando se encontraban listos para decirles la verdad, todo se había complicado aún más. Emilia era especialmente consiente de que no podían decírselo y eso le estaba volviendo loca. Su padre se encontraba muy enfermo del corazón y una noticia como aquella podría ser devastadora. Todo se trataba de un mal entendido de un error, así que en realidad se encontraba entre la espada y la pared. Alexander era consciente de que lo sucedido había sido su responsabilidad, que el fue quien propicio todo aquel enredo y se encontraba dispuesto a hacer lo necesario para solucionarlo. Habiéndolo pensado con detenimiento se dio cuenta de que solo había una opción posible y esa era casarse. Emilia no se encontraba nada feliz con aquella idea y aun así se vio obligada a acceder, todo por el bien de sus familias. El trato entre ambos era claro, permanecer casados durante un año. En aquel plazo afianzarían la unión de sus empresas y luego se separarían sin ningún tipo de complicación. Para desgracia de ambos eso no les resultaría tan sencillo como habían dado por hecho, no cuando el convivir todo el tiempo comenzó a cambiar su relación. Se conocían desde hacía tanto años que daban por hecho que se conocían lo suficiente como para salir bien librados de aquella situación. En buena parte tuvieron razón al respecto pues conocían los gustos, aficiones, personalidades, fortalezas y debilidades del otro. Con el tiempo que pasaban juntos descubrieron que todo aquello que creían los volvía tan diferentes no los alejaba el uno del otro, sino que los complementaba. Su relación se volvió cada vez más cercana, llevándolos a darse cuenta de que la hostilidad que existía entre ellos quizás solo fuese una mera fachada para lo que en verdad sentían. Las cosas entre ellos comenzaron a acomodarse, a ser felices. Por desgracia, los problemas aun estaban lejos de terminar. El regreso de la ex de Alexander trae consigo una seria de complicaciones, amenazando con revelar la verdad de su unión. Emilia no estaba dispuesta a permitir que eso pasara, así como tampoco sedería a sus amenazas; no se encontraba dispuesta a dejar que la manipulara de ese modo. La repentina muerte del padre de Emilia pone su mundo literalmente de cabeza, el dolor de su perdida le supera al grado en que se deja llevar y termina entregándose a Alexander. Ella se siente bien a su lado, necesita apoyarse en alguien en tan difícil momento y él es el único en que puede pensar. Cuando pensó que nada podría ir a peor, que aquello no podría empeorar se enteró de que su padre había muerto por su culpa. Él había descubierto la verdad, conocía todos sus engaños y eso le había llevado a la muerte. Aunado al dolor por su perdida ahora sabía que ella había sido la responsable de su muerte y eso la destrozaba por dentro. Tomo la decisión de huir de todo y de todos, consciente de que no puede permanecer ahí ni un solo segundo más y mucho menos ver a su madre. Escapa dejando todo atrá

Capítulo 1 Prólogo

El aroma a flores inundaba La Catedral del Santo Nombre, en Chicago. Era finales de julio, el cielo se encontraba despeado y el clima era cálido; perfecto para la ocasión que estaba a punto de tener lugar.

En el interior todo estaba cubierto de rosas blancas, el camino de entrada había sido cubierto por pétalos que daban la bienvenida a una hermosa novia enfundada en un precioso vestido blanco. Era una creación exquisita de encaje y satén, que envolvía la figura de la joven; resaltando su pequeña cintura, sus pechos generosos y caderas estrechas.

La cola del vestido de estilo clásico arrastraba tras ella un par de metros, mientras avanzaba tomado del brazo de su padre. Este le veía con una sonrisa, mientras sostenía su mano con cariño, haciéndole saber que estaba a su lado.

Avanzaban al ritmo de la marcha nupcial, pasando al lado de toda su familia y amigos; quienes los veían con alegría e incluso algunas lágrimas eran derramadas.

En cambio, la atención de ella se encontraba puesta en el hombre que le esperaba ante el altar. Sus ojos le habían atrapado desde el mismo instante en que atravesó aquellas imponentes puertas y en esos momentos era todo en lo que se podía concentrar.

No tenía idea de cómo es que había atravesado la catedral, pues cuando menos se dio cuenta estaban ante él.

-Alexander; te entrego a mi hija, mi bien más preciado. Solo te pido que a la hagas muy feliz -le dijo Lucas, quien con lágrimas en los ojos coloco la mano de la joven en la de este.

-Le prometo que así será, que cuidare de Emilia sin importar lo que suceda -respondió Alexander sin demora, pues estaba decidido a cumplir con su palabra.

-Eso es todo lo que pido -reconoció Lucas mientras soltaba la mano de Emilia para dejarla marchar.

Ambos jóvenes entonces se colocaron en sus sitios ante el altar. La ceremonia fue preciosa, el sacerdote pronuncio bellas palabras sobre la importancia de la decisión que habían tomado, la vida que estaban a punto de comenzar juntos y la familia que serían en adelante.

En el momento en que fueron declarados marido y mujer todos a su alrededor aplaudieron con júbilo; en tanto que ellos compartían un tierno beso con el que sellaron su unión.

El sol descendía en el horizonte; cuando los esposos abandonaron la Catedral, rumbo a la mansión de los padres de Emilia.

El jardín había sido adornado con cientos de flores, mayorías de las cuales eran rosas blancas; mesas en las que se serviría una exquisita cena y una orquesta que ya tocaba cuando arribaron.

Fueron recibidos por cientos de invitados, quienes no se cansaban de felicitarlos y desearles lo mejor. Lo cierto es que no conocían a la mayoría de estos, pero eso no les preocupaba; pues lo único que importaba era que se habían convertido en esposos.

Un momento requerido era el primer baile; mismo que era toda una tradición. Alexander se puso de pie, tendiendo su mano hacia Emilia con galantería; misma que esta tomo para seguirlo hacia el centro del jardín.

En ese momento la canción que la orquesta tocaba se vio interrumpida, para comenzar a interpretar una pieza en verdad romántica. Alexander coloco sus manos en torno a la cintura de Emilia, acercándola a su cuerpo; en tanto que ella coloco sus brazos alrededor de su cuello.

Sus miradas se encontraron con tal intensidad mientras bailaban, que se sentía como la electricidad crepitando en el aire. Hasta que de pronto se fundieron en un tierno beso, regalándose una cálida sonrisa; antes de que Emilia colocara su cabeza contra el pecho de Alexander bailando aún más cerca.

Se movían con lentitud, balanceándose de un lado a otro en el mismo sitio de la pista, hasta que de pronto otras parejas se les unieron y la música se tornó más aminada. Alexander entonces la soltó, haciéndola girar de pronto, arrancándole una carcajada; para luego acercarla una vez más.

La vista de todo el mundo estaba puesta en ambos, en lo bien que lucían juntos y el gran amor que se reflejaba en cada una de sus acciones. Era claro para todo aquel que presenciara la escena lo enamorados que se encontraban y eso tenía felices a sus familias.

El momento del brindis llego y todo el mundo levanto sus copas con alegría. Alexander decidió tomar la palabra primero, dirigiéndose a todos.

-Primero que nada, deseo agradecer a todos por estar aquí, por compartir este momento tan especial para nosotros. Se que a algunos les tomó por sorpresa nuestro matrimonio, pero déjenme asegurarles que jamás hemos estado más seguros de que esto es lo que deseamos. La amistad y cariño que siempre ha existido entre nosotros era tan fuerte que dio paso al amor, al deseo de compartir el resto de nuestras vidas. Encontré en Emilia una compañera, una cómplice y le agradezco por seguirme en este viaje que estamos a punto de emprender. Te amo -declaro con sentir y mientras la volteaba a ver con una sonrisa, tomándole una de las manos para besársela.

Emilia solo pudo apretar su mano como un signo de cariño, mientras tomaba el micrófono que le tendía.

-Después de lo que Alexander ha dicho, no creo que yo pueda agregar más; aun así, lo intentare. Jamás creí que este día llegaría, se los aseguro; conozco a Alexander desde que ambos éramos tan solo un par de niños que corrían por estos mismos jardines. Sin embargo, no puede evitar notar en quien se convirtió; un empresario exitoso e inteligente, un hombre apuesto, noble y encantador. No puedo imaginar el estar con nadie más en estos momentos, él es en quien más confió -dijo correspondiendo a la sonrisa que este aun le dedicaba.

Todos se encontraban muy conmovidos por sus palabras y es que no era para menos, eran la pareja perfecta.

Un par de horas después y mientras la fiesta continuaba con entusiasmo, ambos se escabulleron tratando de que nadie se percatase y es que no deseaban que el ánimo decayera.

Para su desgracia, no lograron su cometido y es que los padres de ambos se dieron cuenta de sus intenciones. Les alcanzaron cuando se encontraban a punto de subir al auto, deteniéndolos.

No tardaron en felicitarlos una vez más y darles consejos que no eran necesarios y tampoco se les pidieron; pero que eran bien recibidos por ambos. Sabían que sus palabras eran con la mejor de las intenciones y sobre todo porque los amaban.

Aun cuando entraron al auto, ellos continuaban hablando e intentando prolongar el momento lo más pasible.

-Señores, por favor. Dejen en paz a los jóvenes de una buena vez, que tienen cosas más importantes que hacer que escuchar a estos ancianos -intervino de pronto Lucas, el padre de Emilia.

-Dejemos que se vallan -pidió, cerrando de una buena vez la puerta del auto para acercarse a la ventanilla y verlos por última vez.

-Disfruten de estos días lejos de todo y de todos, no se preocupen por nada -les aconsejo con una cálida sonrisa.

Ambos solo pudieron asegurarle que sería de ese modo, despidiéndose de ellos.

Apenas el auto comenzó a avanzar, alejándose de la mansión; ambos se voltearon a ver un momento.

-Me has sorprendido el día de hoy. Tu discurso fue conmovedor, no lo esperaba en absoluto -admitió Emilia.

-Tuve que practicarlo, no soy tan espontaneo -reconoció Alexander.

-Lo sé muy bien y además eres un gran actor, incluso vi correr lagrimas mientras hablabas. Si no supiera la verdad, incluso yo te habría creído -acepto.

-Ahora te importaría soltarme, tu mano está sudando -le hizo ver Emilia de forma mordaz, tal como acostumbraba.

Alexander entonces se apresuró a liberarla, colocando ambas manos en el volante.

-Tu tampoco estuviste mal, casi creo en todos tus halagos. Aunque hubiese preferido que fueses más romántica, las personas no dejaban de observarnos -le recordó con cierta molestia.

-De hacerlo, se habrían dado cuenta; yo jamás he sido esa clase de mujer. ¿Es que acaso debo recordarte porque nos hemos casado? -pregunto con notable sarcasmo.

-No, no tienes que hacerlo -reconoció.

-Me alegra mucho que sea así, esto no es más que un acuerdo entre nosotros y uno con fecha de caducidad. Este matrimonio no es real y jamás lo será -declaro con toda convicción al respecto.

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