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Charlotte Rock acaba de cumplir sus 18 años, es una famosa corredora en carreras ilegales, tiene un expediente sellado con la policía y tuvo una relación, con el ahora líder del cártel del Pacífico, pero busca escapar de su pasado y reformarse de su vida criminal, ¿Podrá hacerlo? ¿Correrá lo suficientemente lejos o logrará caer ante la tentación? Trevor Olivieri es un joven italiano, que creció como un orgulloso mafioso, lejos de su mundo de lujos y ostentosidades, su padre lo envía América a buscar una nueva alianza, pero unos impresionantes ojos verdes lo atrapan en un mar de problemas, ¿Sera ella la clave para resolver su misión o será ella quien ayude a clavar su tumba?
Puv Trevor
El aire entraba fuerte a través de las ventanas del deportivo rojo que Jeremiah eligió. Habíamos aterrizado hacia unas cuantas horas y aún no me adaptaba al cambio horario, sentía una jaqueca latente en mi cabeza, mi mano derecha viajo para presionar el puente de mi nariz, mientras mantenía mi cabeza apoyada hacia atrás, buscando aliviar aquella sensación.
-Díganme que pronto llegaremos...- mis palabras se arrastraban por el cansancio, deseaba llegar a nuestro hotel para descansar.
Mauro y Jeremiah reían mientras cantaban canciones en la radio, ignorándome totalmente por estar en la parte trasera del auto, gire mis ojos rindiéndome con ellos, examine los asientos del carro, para ser un Audi no estaba mal, no recordaba el modelo, aun que mi padre nos pido ser discretos, mi hermano pensó totalmente lo opuesto, pensaba que llamar la atención nos daría una ventaja.
El auto disminuyo su velocidad y Mauro bajo el volumen de la música.
Las lentejuelas de un vestido corto habían atraído su atención, típico de estos idiotas, una chica rubia junto con sus amigas caminaba por la acera, todas se veían bellísimas. Si no fuera por el cansancio del viaje, yo mismo estaría también ofreciéndoles un aventón gratuito.
Ellas obviamente se rieron de nosotros y se negaron, pero eso no desanimo a Jeremiah que se encontraba en él volante, quien les conto que éramos nuevos en la ciudad, lo cual me hizo reír entre dientes siempre se hacia el listillo con las chicas, monto un teatro increíble sobre "unos pobres italianos perdidos, necesitando guías hermosas".
A pesar de su insistencia ellas no aceptaron ir con nosotros, pero en cambio nos invitaron a una fiesta tres cuadras mas lejos, desde luego los dos idiotas aceptaron.
En otro lugar y tiempo diferente estaría disfrutando la situación, una vez aparcamos me encontré en una mala comedia adolescente, ¿Qué tenían los americanos con hacer todo un cliché?, la casa de dos plantas parecía un desastre con gente vomitando afuera.
Varios de ellos tenían vasos rojos en sus manos mientras socializaban, traquee mi cuello antes de encender un cigarrillo intentado relajarme, las chicas llegaron a nuestro encuentro, se veían muy guapas, olvide sus nombres justo después que los dijeron y asentí sonriendo por cortesía, apague mi cigarro con el pie antes de entrar.
No veníamos por diversión, pero los chicos no pensaban lo mismo.
Una vez en aquel lugar, fue como si una explosión de hormonas llegara a nosotros, el olor de la marihuana era fuerte, en las esquinas se podía ver chicos fumándose líneas de coca y algunas chicas bailando con muy poca ropa.
¿Acaso siempre las fiestas eran así? Tal ves por eso a todos les gusta América.
Las chicas nos guiaron hacia la cocina donde estaban los barriles de cerveza, botellas vacías y vasos con fondos muy sospechosos, en otros tiempos abría amado estas libertades, pero esta era una de esas veces en las que no me podía distraer, aun que esas piernas parecieran kilométricas en aquel vestido brillante.
La rubia me guiño el ojo antes de darme un vaso.
De reojo podía ver a los chicos mirándome ceñudamente, decían que era un imán para las mujeres atractivas, y ¿Qué podía decir? Lo era.
La chica susurro algo en mi oído que no pude escuchar por la música alta, y no supe el momento, pero me encontré atraído por una de sus manos en camino hacia el patio, allí se estaba dando la verdadera fiesta en la piscina, no me preocupaba separarme de los chicos por unos minutos, todos sabíamos cómo comunicarnos en caso de una emergencia.
Los americanos sí que sabían divertirse.
Pero yo no iba a mojarme, al menos no esta noche, negué con la cabeza cuando intento llevarme más cerca del borde, saque la caja de cigarrillos del bolsillo izquierdo de mi camisa manga larga negra, ella asintió, y antes que pudiéramos decir algo unos chicos comenzaron a llamarla, levanto su mano indicándome que la esperara antes de ir con los que supongo eran sus amigos, busque un lugar tranquilo para sentarme, deje mi vaso aún lado.
Mientras disfrutaba del humo, una chica con cabellera negro tomo asiento a mi lado, por el lugar donde estaba no podía ver su cara, pero era bastante menuda, su cabello iba en todas direcciones y tuve aquella sensación de peligro proviniendo de ella.
Le ofrecí la cajetilla, vacilo un segundo antes de tomar uno, incluso uso su propio encendedor. Después de darle su primera calada, mi rubia acompañante decidió volver y extender su mano hacia mi para que la acompañara, cuando finalmente me puse de pie, la chica peligro me agradeció e incluso levanto mi vaso, brindando por mí, mientras se lo tomaba, una loca.
Y solo fue una palabra...pero su voz resonaba en mi cabeza.
-Gracias-
Puv Charlotte
Mi cabeza iba a explotar.
Sentí un fuerte mareo mientras intentaba descubrir donde estaba, abrí un poco mis ojos para encontrar que aún tenía botellas de cerveza en mi regazo, tuve que cerrar varias veces los parpados para adaptarme a la luz que entraba por las ventanas, me tomó más de un intento ponerme de pie, aferrando con mis manos a la cabeza, cayeron algunas mientras me paraba, me dolía todo, joder, ¿Qué hice ayer?, las colillas de cigarrillo inundaban la mesa o lo que quedaba de ella, había un par de jeringas vacías y el olor a marihuana estaba presente, la fiesta de anoche se había descontrolado como todas últimamente, pobre el dueño de la casa, no podía ni recordar el nombre del desgraciado sin suerte.
Pase sobre los cuerpos agarrotados en el piso, algunos chicos tenían letreros ofensivos en sus cabezas pintados, me causo risa, otros estaban acostados junto a su vómito, asco, intente salir sin despertar a nadie, en el camino para salir de la casa encontré a mi mejor amiga sentada en las escaleras fumando un cigarrillo, tenía los ojos un poco rojos y la mirada perdida en el horizonte, con una maestría solo propia de los borrachos experimentados camine en línea recta.
- ¿Qué paso anoche, Helena? - la pelirroja me lanzó una mirada triste, sus ojos azules no tenían su brillo habitual, lo que me hizo pensar que había vuelto a acostarse con Drake y se sentía sumamente arrepentida.
-Es un idiota, siempre viene con su cara inocente y yo le creo- cuando las lágrimas comenzaron a bajar por su rostro, me senté junto a ella abrazándola, sintiendo su dolor y deseando encontrar una manera de evitarle todo esto- lo odio tanto Ve, no sé, porque siempre caigo en sus mentiras, sé que son solo eso, pero lo amo- sabía lo que una relación de amor-odio te destrozaba, sabes que te hace daño, pero no puedes alejarte.
Bese su frente y acaricie su espalda hasta que los sollozos pararon.
Hace un año Helena conoció en una fiesta a Drake, todo parecía como un libro de Wattpad. El chico popular que esta con la chica común, pues no existen los finales felices, estuvo tras ella hasta que consiguió quitar su virginidad y desde entonces cuando esta ebrio o sólo, la busca, se acuesta con ella y se va, súper romántico. El cabrón debió ser honesto, decirle que la quería solo para eso y dejarla elegir si quería o no estar con él, en cambio prefirió ilusionarla con palabras bonitas, cobarde, eso era lo que era aquel imbécil.
Hel no espera que el cambie, solo cree que hay algo más en él, yo también esteroides, ese chico es una máquina de fiestas, nunca lo he visto entrenar o el gimnasio, pero ella lo ama perdidamente así intente alejarse.
- ¿Quieres comer? ¿Podemos ir a mi casa y ver una maratón de lo que quieras? - asintió en mis brazos, usando la salida de la situación que le proporcione, quería verla sonreír, tenía una sonrisa bonita, no como la línea de labios que me estaban dando, los amigos son la familia que escogemos y yo cuidaría de mi chica.
Nos encamine al estacionamiento sería un largo camino en el Jeep de mis hermanos, era un modelo limitado un Jeep Wrangler 2019, un doble cabina, cubierto y bastante cómodo para el campo o la ciudad. Mi adoración.
Al llegar mis padres no estaban, como siempre.
Mamá trabaja como cirujana en el hospital local y papá es policía, detective, eso último es más inconveniente que de gozo en una casa de adolescentes, siempre hay una emergencia que atender y vidas que salvar, no los recrimino, pero a veces me gustaría que pasaran más tiempo en casa que un par de horas, aun que debe ser difícil para ellos criar a 4 hijos, y sí, soy la menor en un mundo de varones, mis padres no se rindieron hasta tener a su chica.
Pronto todo cambiaria, mañana comenzaría mi último año escolar.
-¿Cuánto tiempo? -escupe Katherine, con los ojos llenos de odio. -No importa -susurra Alexander, con el rostro tenso. -Por supuesto que importa -Lya se pone de pie, con el labio partido temblando, el corazón desbocado, sin importarle que está desnuda-. Porque estoy embarazada. El silencio cae como un trueno en la habitación, haciendo que el aire se vuelva más pesado. Alexander la mira fijamente, frunciendo el ceño, incapaz de creerlo. Katherine jadea, como si le hubieran arrancado el aire de los pulmones. -¿Qué acabas de decir? -murmura él con un tono frío. Lya coloca una mano temblorosa sobre su vientre. Era ahora o nunca. -Voy a tener un hijo tuyo... y es un niño. Katherine se queda inmóvil. Ella y Alexander nunca habían podido concebir. Y ahora, la otra mujer, la amante, le había dado lo único que siempre había deseado. -No... eso no es posible -susurra Katherine, negando la realidad, relajándose visiblemente en los brazos de su esposo. Pero la verdad está justo frente a ella, y el veneno en su mirada se vuelve letal. -Si crees que te dejaré quedártelo... estás equivocada -la voz de Katherine es letal-. No tendrás nada. Lya mira a Alexander, buscando algo... cualquier cosa... pero él solo aparta la mirada. -Vístete y lárgate -fue lo único que dijo.
Imagina un juego donde el premio es una fortuna multimillonaria, pero el precio de perderlo todo es tu futuro. Isabella Meyer acaba de ser lanzada a ese escenario. Su abuelo, el implacable Sr. Meyer, ha decidido que ella y su arrogante primo James compitan por el control del negocio familiar. Dos años, dos equipos, una sola regla: solo uno ganará. El otro será despedido y olvidado.
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Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved
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