Tal vez ella debió haber acabado por completo con su vida aquella vez. Pero había algo de lo que estaba completamente segura que debía hacer, y eso era volver a dónde pertenece. Pero jamás imaginó que todo resultaría de esa manera... Megan lleva una vida normal al lado de su madre, hasta que una serie de acontecimientos golpean su vida repetidamente llevándola a recordar todo lo que olvidó de su vida pasada. Y con sus intensos sentimientos por aquel hombre el cual está dispuesto a hacer lo que sea por tomarla. Pero, hay alguien más capaz de dar su vida a cambio, para alejarlo de ella. Incluso si eso lo llevase a romper las reglas...
Nunca pensé que fuera asi la forma en como iba a morir, incluso nunca lo habría intentado, aunque esa fuese mi única salida...
Pero de lo que sí estoy segura es que debí morir hace 300 años a.c y jamás haber reencarnado...
Con la respiración contenida contemple fijamente como la oscuridad destruía la belleza de aquellos seres, dejando a su paso la devastación y la sangre de quienes moraban a su alrededor.
Aquella sangrienta batalla ante mis ojos me arrebató mucho mas de lo que podía pensar. Entre todos aquellos gritos y el sonido metálico de las espadas al chocar; podía apreciar claramente como a cada minuto todo se convertía en horribles recuerdos que cargaría durante el resto de mi vida atormentándome o almenos así lo creí.
Un fuerte sonido metálico resonó dentro de lo que parecía ser el silencio que había creado para mi misma y ante mi se encontraba aquella mujer de cabellos dorados y un par de alas blancas, corriendo con desesperación para acudir a la ayuda de su amado, pero fue muy tarde...
Con una rapidez sobrehumana un hombre de cabello negro y tez blanca blandió su espada y con gran sutileza, la hundió en el pecho de su adversario mientras una malévola sonrisa se formaba en su rostro ensangrentado.
La mujer cayó de rodillas al mismo tiempo que sus lágrimas rodaban empapando sus blancas mejillas.
Observé aquella sangrienta escena mientras mi corazón parecía romperse en mil pedazos; un grito desgarrador salió de mi interior mientras mis lágrimas continuaban cayendo sin parar.
Aquella mujer la cual era mi madre, se levantó ágilmente blandiando su espada con lágrimas en sus ojos mientras el odio se reflejaba en ellos y sin pensarlo hundió el filo de su espada en el pecho de aquel hombre al mismo tiempo que el hacia lo mismo con ella.
Horrorizada intenté levantarme y correr a su lado, pero una gran sombra cubrió mi visión. alcé mi vista y quedé congelada ante el; su pálida tez, su oscuro cabello y su par de cuernos, no eran lo mas tenebroso en él, sí no sus intensos ojos rojos, tan rojos como la sangre que cubría su majestuoso traje militar de seda negra.
Me observó sin expresión alguna en su rostro, mientras sujetaba una espada en una de sus manos. Mi cuerpo tembló ante su intimidante presencia, haciéndome retroceder sin apartar mi mirada de sus ojos, los cuales apartó de mi para mirar a nuestro alrededor.
Su fría mirada se posó nuevamente en mi, y supe que moriría en ese momento. Pero...
¿Quién creeria que un ser tan frío y temido como el haría tal cosa?
Levantó su espada hacia el frente, haciéndome apretar mis dientes a la espera de su corte, pero para mi sorpresa, enfundó su espada y acercó sus brazos a mi y me levantó entre ellos.
Estar en sus brazos me atemorizó mas de lo que aún me encontraba, pero lentamente y de forma inexplicable, ese sentimiento fue reemplazado por una gran tranquilidad en mi agitado corazón. Sus brazos me brindaron calidez mientras mis párpados se volvían mas pesado.
Pude escuchar los pasos de aquel hombre alejándose de aquella desastrosa batalla. Lo último que pude recordar de ese tormentoso día es el perfecto y hermoso rostro de mi padre inerte en el suelo cubierto de sangre...
En mi profundo sueño ví a mi madre leyendo uno de los libros que solía leer bajo el brillante sol, pero de su boca solo pude escuchar una parte del contenido de aquel libro de historia:
''No hay en todo el oscuro mundo de espectros y demonios, ninguna criatura tan temida y despreciada y aún así adorada por una aterradora fascinación como él"...
Al despertar todo recuerdo tormentoso fue borrado de mi como si se tratase de una horrible pesadilla, la cual había creado mi subconsciente, lo único que podía recordar es haberlos perdidos a todos, mi madre, mi padre y mi gran amor...
Unas pesadas cortinas de tonos oscuros cubrían las grandes ventanas de la habitación, evitando que la luz tenue del lugar en donde me encontraba pudiesen interrumpir mi descanso. Inspeccioné brevemente con la mirada mi entorno y justo detrás de los pesados y extravagantes muebles, se encontraba él, ahora con una majestuosa apariencia en un completo silencio observandome sin expresión alguna.
Salté de la cama, sintiendo un fuerte dolor punzante en mi espalda juntos dónde deberían estar mis alas, las cuales no recuerdo cómo las perdí. Intenté correr en dirección a la puerta, pero me detuve al escuchar su tranquila y ronca voz ahora cerca de mi.
-No queda nada en ese lugar.-Explicó.
Mi cuerpo temblaba, pero aún así lo mire intentando contener las lágrimas en mis ojos.
-¿Tu me has salvado?-Pregunté con voz temblorosa aún incrédula de recibir una buena respuesta.
-¿Cuál es tu nombre?-Preguntó ignorando mi pregunta anterior.
-Violet.-Susurré derrando mis lágrimas.
Pensé con temor que tal vez esa serían mis últimas palabras...
Aquel hombre se acercó a mi rostró y con sus suaves manos limpió mis lágrimas sutilmente.
En ese momento comprendí dos cosas:
Qué había juzgado mal a aquel hombre solo por su apariencia tenebrosa y la otra que partir de ahora este lugar sería mi hogar...
Antes de poder darme cuenta el tiempo pasó y todo en mi había cambiado, mi cuerpo se había vuelto más pronunciado, mi dorado cabello había crecido, mientras que mi rostro ahora era el de una mujer.
Había crecido al igual que mis sentimientos por aquel hombre el cual amaba intensamente sin importar qué y de esa manera me entregué a el en cuerpo y alma de la misma manera que el lo hizo conmigo.
Pero tal vez debí morir aquel día en esa batalla. Así no tendría que soportar tanto dolor al enterarme de su traición y tal repulsión por lo que había hecho.
Debí quedarme a morir al igual que mis padres al lado de aquel joven de ojos azules, quién una vez fue mi primer y preciado amor, al que había prometido permanecer a su lado pase lo que pase. Y ahora lo había dejado atrás por este hombre al que jamás llegué a conocer verdaderamente.
Solo tenía algo en mente debía alejarme de él y de alguna manera regresar a dónde pertenezco.
Pero no creí que tendría que tomar la decisión de morir por mis manos o entregarme al hombre que me arrebató todo y me hizo olvidarlo para que me entregase a el.
No podía permitirme volver a verle o aún peor volver a ser engañada por esa persona. Tenía que regresar al lado de mi madre y el hombre que verdaderamente amo.
Entonces tomé una decisión. Estaba dispuesta a morir, pero me aseguraría de tomar venganza en mi otra vida y solo había una forma de morir y renacer para un arcángel, y esa era usando la daga de la vida. Aquella que toma tu vida pero te cumple el deseo de volver a renacer de una manera en la que deberás pagar por su favor. En la tierra como un ser humano cargando con una vida llena de dolor, dónde tus tormentosos recuerdos y la culpa te persiguen vida tras vida...
Acorralada, atravesé mi pecho con aquella daga y caí a las más oscuras tinieblas donde sería devorada por aquellas tenebrosas almas, recordando la ley impuesta por los cielos.
"La reencarnación será el castigo de todos los angeles, los cuales usen la daga de la vida contra ellos mismos, obligandolos a llevar consigo el tormentoso recuerdo del pecado que han cometido en la eternidad de sus vidas."
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