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Ámame, De Nuevo

Ámame, De Nuevo

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Lo que ella consiguió en su noche de bodas no fue una dulce promesa, sino un acuerdo de divorcio. Eso fue porque la persona que él amaba no era ella. Finalmente la chica decidió irse después de permanecer en un matrimonio sin amor durante años. Solo entonces él se dio cuenta de que no podría vivir sin ella. Si sabía que se enamoraría de ella, deseaba tomar una máquina del tiempo y volver hasta cuando se encontraron por primera vez.

Capítulo 1 Acuerdo de divorcio

"¡Pum!".

Ante ella cayó pesadamente un acuerdo de divorcio, ya firmado. ¡Qué irónico! Esa debía ser en realidad su noche de bodas.

Por un momento, Charley Su mostró una expresión que parecía que había sido picada por un feroz aguijón. No obstante, tras un breve suspiro retomó su compostura y volvió a concentrarse en retirarse el maquillaje con una esponja cosmética.

Ya se había quitado su glamoroso vestido de novia y ahora llevaba un sencillo camisón de encaje de seda. El tatuaje de mariposa que cubría su clavícula se veía tan delicado y tan real como una de verdad que, posada en una hermosa flor, estaba a punto de gozar de un dulce festín de néctar. Sus alas elegantemente extendidas generaban la ilusión de que iba a alzar vuelo en cualquier momento. La belleza de su brillante piel no desapareció ni siquiera una vez desmaquillada. No se podría saber a ciencia cierta si esa hermosura se atribuía a su juventud o al hecho de que se cuidaba mucho. Cuando por fin se detuvo y alzó la vista, sus grandes ojos se encontraron con la sombría mirada de Trevor Dongfang.

Observó más de cerca a su supuesto marido, a quien acababa de conocer por primera vez en el día de su boda.

Era un hombre bastante imponente. Llevaba el cabello meticulosamente peinado hacia atrás. Medía al menos 1, 8 metros, y el costoso traje negro que vestía revelaba su figura a la perfección. Su rostro helado no daba indicios de la más leve sonrisa y, aunque había estado bebiendo con muchos de los invitados de la boda, sus ojos seguían sagaces y atentos. Por su ceño fruncido, ella se percató de que no estaba de buen humor.

¿Realmente se había casado con ese hombre? Sus pensamientos daban vueltas rápidamente mientras trataba de entender qué acababa de hacer. Por un momento, en sus mejillas rosadas se dibujó un esbozo de sonrisa, el cual se esfumó inmediatamente. Le divertía un poco la idea de tener que firmar documentos de divorcio en su noche de bodas. Sintió un nudo en la garganta cuando esa diversión dio paso a la confusión, y tragó saliva para deshacerse de ese sentimiento.

El hombre pareció haber leído su expresión, porque se sentó a su lado y con dulzura apoyó una mano sobre sus tibias palmas. Ahora que estaba tan cerca de él, la chica pudo percibir el hedor a alcohol que rezumaba débilmente de su cuerpo.

"Oye, sé que las cosas no están siendo nada fáciles para ti", dijo el hombre tratando de deshacerse de la expresión educada y distante que había sostenido durante todo el día. Ahora, sus palabras sonaban honestas e inocentes. "No tengas miedo. No permitiré que sufras. Primero, firma el acuerdo".

Ella no se inmutó, así que él continuó: "De ahora en adelante, puedes pedirme lo que quieras que haga por ti. Te complaceré todo".

Sin previo aviso, se acercó cautelosamente a su oído y dejó escapar un cálido suspiro que la hizo producir un leve gemido. Al percibir la mariposa en su clavícula, su mirada se volvió borrosa, pero inmediatamente se contuvo y recuperó la sobriedad.

Charley no pudo resistirse al intenso aroma de su colonia y su rostro sonrojado la delató. De inmediato tragó saliva para humedecer su garganta seca. Como si estuviera en un trance, inclinó la cabeza y tomó el bolígrafo.

Él sin duda había jugado bien sus cartas al mostrarse considerado, y ahora ella no podía rechazarlo.

Quizás, nunca había pensado realmente en negarse.

Sinceramente, nunca había tenido interés en este hombre. ¿Cómo podría haberlo tenido si no lo había conocido hasta el día en el que se casaron? Además, cuando por fin lo vio en la boda, sintió aún menos interés por él. Trevor no era un hombre común. Gozaba de una apariencia y experiencia extremadamente influyente, por eso ella no se creía capaz de hacer que un hombre de una familia así cumpliera su voluntad.

Trevor alzó las cejas al verla firmar el papel sin oponer resistencia alguna; quedó sorprendido por su determinación. En sus labios se dibujó una sonrisa juguetona, mientras la observaba y se preguntaba cómo podía tener un rostro tan pacífico.

"Ahora que ya he firmado, ¿puedes decirme por qué querías que lo hiciera? En plan, ¿no podías esperar ni a que pasara nuestra noche de bodas?". Charley guardó el bolígrafo y volvió la mirada hacia él, mirándolo directamente a los ojos, ansiosa por comprender la razón detrás de sus acciones.

"Ya tengo una mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida".

Su respuesta fue directa. Sin más, había dejado claro que ella no era la mujer que tenía su atención.

El corazón de Charley dio un suspiro. Después de todo, ¿qué podía esperar? Apenas lo conocía. La farsa había sido simplemente un episodio trivial en su vida y pronto habría pasado. El hombre que tenía frente a ella era mucho más despiadado de lo que había podido imaginar, y ella apenas tenía algo para decir sobre el asunto.

Con el acuerdo firmado, Trevor se puso de pie con gran satisfacción, mientras que Charley permaneció sentada en el sofá con la cabeza agachada. Solemnemente, le dijo: "Escucha, todavía estamos casados para todos los demás, si eso es lo que te preocupa. Trata de no pensar demasiado en el papel que acabas de firmar. Aún no se enviará a la corte y te avisaré con anticipación cuando todo esté listo".

Su tono era inexpresivo cuando declaró que el único vínculo entre ellos era una broma. Ahora ella era solo una mujer a la espera del día en que la verdad fuera revelada.

Su matrimonio estuvo condenado a la nulidad desde el principio, y no podía hacer nada más aparte de aceptar su destino.

De pronto, Charley se sintió engañada y la ira se apoderó de ella. ¿Cómo podía ser que el matrimonio hubiera sido solo una broma para él? Además, ¿cómo había podido decidirlo todo sin siquiera consultarlo con ella antes? ¡Al fin y al cabo, ella no era una de esas mujeres desesperadas por casarse con él!

Por supuesto, no se atrevió a dar muestras de su agravio. Todavía quería seguir viviendo en HY City y no podía permitirse quedar en malos términos con Trevor. Sabía que la realidad era dura y que debía ser cautelosa al tratar con él.

Todo el mundo sabía que el hombre era una leyenda en HY City: provenía de una familia famosa por su riqueza y poder. Su padre y sus tíos ocupaban los principales puestos del gobierno; hasta su abuelo había sido director general de una fábrica estatal. Sin embargo, entre todos esos éxitos, el mismo Trevor era un misterio. Incluso hasta ese momento, nadie sabía con exactitud a qué se dedicaba.

Charley todavía no podía creer que hubiera aceptado casarse con un hombre así.

Todo había sucedido de la noche a la mañana, como un ridículo mal sueño. Hacía aproximadamente una semana, había recibido una oferta de la Universidad A con la impactante condición de que aceptara casarse con Trevor en tres días.

La matrícula era muy alta, pero le dijeron que si estaba de acuerdo con el matrimonio, todo quedaría saldado. Además, Trevor había enviado a varios elocuentes a que la persuadieran, hasta que accedió a firmar el acuerdo.

Su ingenuidad era tan crónica que ni siquiera se había detenido a reflexionar en cómo esa acción podría afectarla en el futuro.

En un principio, ella sabía que debía retirarse de la universidad aunque la aceptaran. No obstante, Trevor envió a alguien para que la explicara que, si se casaba con él, podría seguir asistiendo a la universidad y sin pagar ni un centavo. Lo único que tenía que hacer era ser su esposa nominal.

En aquel momento, ella no sabía qué era una esposa nominal, pero ahora se había dado cuenta de que su matrimonio solo existía en los papeles.

Después de discutir algunos temas más, Trevor tomó el acuerdo de divorcio y se marchó. Charley lo observó irse con los labios apretados en una delgada línea. Ella, quien ni siquiera había tenido la oportunidad de ver su acta de matrimonio, ya había tenido que firmar un acuerdo de divorcio; era todo tan ridículo.

La joven lo escuchó cerrar la puerta y luego oyó el arranque de su auto en el garaje de la villa.

Entonces caviló por un momento, buscó su teléfono y llamó a su abuela.

"Hola, abuela", dijo alegremente en el auricular, tratando de sonar relajada y despreocupada.

"Abuela, estoy muy feliz.

Sí, él está bien, ahora está en la ducha y no puede atender al teléfono. No te preocupes por mí. Todos aquí son muy amables. Por supuesto que estoy bien. Iré de visita con él pronto".

Sin importar lo mal que estuvieran las cosas, tenía que decirle a su abuela que todo estaba perfecto. Necesitaba mantener las apariencias porque no quería que ella se preocupara; ya era demasiado mayor.

Desde la muerte de su padre, ella había estado viviendo con su abuela. Todos los demás familiares les habían hecho la vista gorda, excepto su tía, quien había estado haciendo todo lo posible para mantenerlas. Sin embargo, aun así, no podía pagar la costosa matrícula universitaria de Charley. Y aunque había vendido su matrimonio por su sueño, todavía tenía grandes esperanzas de conocer algún día a su verdadero amor.

Ese matrimonio era un trato, por eso era imposible que ella se enamorara de Trevor en una situación así. Ella solo había tenido la cortesía de cooperar con él en público.

Después de colgar el teléfono, se dispuso a recorrer la villa. Esta tenía dos pisos y la decoración era exquisita. La planta baja estaba ocupada por una magnífica sala de estar, una gran cocina moderna y un amplio baño. Tras subir por la escalera de caracol, descubrió un acogedor dormitorio principal y un estudio con paneles de madera en el ambiente contiguo.

También se encontró con una docena de llaves sobre la mesa; era evidente que Trevor era un hombre rico.

Le habían llegado rumores de que estaba muy ocupado y que apenas iba a la villa. Mientras sostenía el manojo de llaves, sintió un gran alivio. Eligió ver el lado positivo de las cosas. Si era cierto que él no estaba a menudo en la mansión, entonces no tendría que soportar su presencia todo el día, y así podría disfrutar de todo el tiempo para ella misma.

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