/0/2674/coverbig.jpg?v=c6954b923d220356f15234d9ac025841)
Con un contrato, su familia se la vendió a él, el famoso playboy de la ciudad. Ella hizo todo lo posible para deshacerse de él, pero aun así quedó atrapada. El hombre parado frente a ella, sin embargo, era diferente de lo que decían los rumores. Estaba intrigado por ella desde la primera vez que la conoció. A pesar de que la consiguió, quería más que eso. Quería su amor, su corazón y estar con ella para siempre.
Al caer la noche, las luces de la calle comenzaron a encenderse, iluminando A City mágicamente.
En medio de los imponentes rascacielos estaba situado QH Hotel, y en su último piso estaban las suites presidenciales.
En una de ellas, Luna Ruan, con un elegante vestido negro, corrió al baño, sacó un documento de su bolso y lo rompió en pedazos.
Cuando estaba a punto de tirar los trozos de papel por el inodoro, de pronto, escuchó ruidos al otro lado de la puerta.
Una mujer gemía de placer mientras un hombre respiraba con dificultad. Al darse cuenta de lo que implicaban esos sonidos, sus ojos se abrieron como platos.
Tras abrir ligeramente la puerta del baño para echar un vistazo, tan solo pudo ver que las luces del dormitorio y del baño estaban encendidas.
Entonces, apagó la luz de inmediato y asomó la cabeza por la puerta.
En ese momento, un fuerte gemido llegó a sus oídos, y ella arrugó la nariz asqueada.
En las calles se decía que Silas pasaba doce horas al día acostándose con diferentes mujeres, y parecía que el rumor era cierto...
Ella pensó que de ninguna manera se acostaría con un hombre así solo por conseguir firmar un contrato, ¡ni hablar!
A juzgar por los sonidos, parecía que las cosas se estaban calentando en el dormitorio...
De pronto, un olor desagradable impregnó toda la suite, lo que hizo que a la mujer le doliera el estómago.
'¡Ahora es el momento de largarse!', pensó para sí misma.
Tras salir de puntillas del baño, se agachó detrás del gran sofá de la sala de estar y se arrastró lentamente hacia la puerta principal.
Al ver que la salida estaba a la vista, sintió una oleada de alivio. Sin que ella lo notase, una persona estaba sentada en el sofá dando golpecitos en el apoyabrazos con los dedos enguantados.
El hombre la miraba de reojo en la oscuridad, observando en silencio cada movimiento.
"¡Ay!", murmuró la mujer, ya que justo cuando estaba a punto de llegar a la puerta, chocó con la afilada esquina de uno de los muebles. El dolor abrasador hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas.
Entonces, frotándose la frente, miró hacia arriba y se encontró inesperadamente con los ojos del misterioso hombre que la observaba desde el sofá.
"¡Ah!", exclamó totalmente sorprendida, y tras jadear, perdió el equilibrio en la alfombra. Cuando se dio cuenta de lo que sucedía, se llevó una mano a la boca con ansiedad y con los ojos muy abiertos. Para su alivio, todavía podía oír a Silas y a la mujer divirtiéndose en el dormitorio, completamente ajenos a lo que estaba sucediendo en la sala de estar.
Cuando Luna volvió a mirar al hombre enguantado, lo encontró recogiendo algo del piso alfombrado.
Frunciendo el ceño, ella agarró su bolso y lo miró con recelo.
"¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?", le preguntó enfadada pero en voz baja.
El hombre resopló.
Al oírle, la mujer se sonrojó ligeramente, pero como no tenía nada que ver con él, su prioridad era salir de aquel lugar lo más rápido posible.
Justo cuando ella se dispuso a dar otro paso hacia la puerta, el hombre la agarró por la muñeca.
"¡Ay! ¿Qué estás haciendo?", le preguntó mientras trataba de soltarse, pero su agarre era tan firme que las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos una vez más.
Al ver sus ojos brillantes, el hombre la arrastró fuera de la habitación.
Había luz en el pasillo, lo que la cegó momentáneamente e hizo que mirase a su alrededor algo aturdida.
En ese momento, el hombre sacó una tarjeta llave y abrió otra suite.
Cuando Luna escuchó el sonido de la puerta abriéndose, volvió a sus sentidos, y lo que vio la hizo sentirse bastante incómoda.
Sintiendo cómo el pánico brotaba dentro de ella, luchó violentamente.
'¿Qué es lo que pretende llevándome ahí?', se preguntó.
Él la arrastró a la suite, la condujo hasta los ventanales y la interrogó:
"Dime, ¿por qué te escondías en el baño?".
Luego colocó su mano enguantada debajo de la barbilla de la mujer, obligándola a mirarlo.
Ella hizo una mueca y después se inventó una excusa: "El señor He me pidió que viniera".
Las cejas del hombre se alzaron en una expresión divertida, y replicó: "¿En serio? ¿Y cómo es que yo no me enteré?".
"¿Podrías soltarme primero, por favor?", le pidió ella mientras lo miraba con impaciencia.
Entonces, el hombre aflojó su agarre y se apoyó perezosamente contra la pared, como si estuviera esperando a que ella continuara.
Tan pronto como fue liberada, la chica se frotó la muñeca dolorida con rabia. "Solo eres su guardaespaldas, ¿qué te da derecho a tratarme así?", preguntó enfadada.
Estudiando a aquella mujer que trataba de ocultar su miedo de manera desesperada, el hombre entrecerró levemente los ojos y sonrió.
'¡Interesante!', pensó para sí mismo.
Tras introducir la mano en el bolsillo, sacó el objeto que había recogido del suelo anteriormente y comenzó a jugar con él en su mano. Luego, con una voz inquietantemente fría, contestó: "Luna Ruan, realmente te subestimé...".
En ese momento, ella se quedó helada.
'¿Cómo sabe mi nombre?', se preguntó, sintiendo que su mente se aceleraba y que el pánico se apoderaba de ella.
Justo cuando abrió la boca para decir algo, se percató del lápiz labial en la mano del hombre, y entonces se puso tan rígida como si acabara de ser alcanzada por un rayo.
'¿Por qué tiene mi lápiz de labios?', se cuestionó de nuevo.
Lo cierto era que ese pintalabios era una grabadora oculta, ¡su grabadora! 'Esto es un desastre...', pensó para sí misma, y entonces se derrumbó y rompió a llorar.
"Señor, lamento haberte molestado.
A decir verdad, ese lápiz de labios es un recuerdo de mi madre...", comentó la chica.
Al escucharla, el hombre se burló.
Luna no sabía si él la creía o no, así que forzó una sonrisa y lo miró a la cara con atención.
Lo que vio entonces la agarró por sorpresa.
Aquel hombre era, de hecho, muy guapo, no solo eso, ¡era perfecto!
Parecía cincelado a la perfección, como las antiguas esculturas griegas...
Tenía la piel clara, los ojos profundos, la nariz prominente y unos labios fruncidos muy masculinos.
Al percatarse de la fascinación y la sorpresa con la que ella lo observaba, el hombre parecía estar muy satisfecho. Entonces, giró el pintalabios que sostenía en su mano y, lentamente, dijo: "Puedes irte, pero no vuelvas a hacerlo".
Esas palabras hicieron que ella volviera a la realidad y, dudando, se preguntó si realmente la dejaría irse tan fácilmente.
Pero ella estaba muy asustada, por eso aunque no podía creerlo, se escapó tan rápido como sus piernas se lo permitieron.
Mientras cerraba la puerta tras de sí, echó una última mirada a aquel hombre enguantado y vislumbró su perfil.
Sacudiendo la cabeza, se advirtió a sí misma que no debía dejarse encandilar por su belleza y se marchó rápidamente, cerrando la puerta de golpe. Con una mirada divertida, el hombre agarró su celular e hizo una llamada.
"Quiero toda la información que tengas sobre Luna Ruan", dijo por el auricular.
La mujer, pese a que se sentía aliviada de haber salido de aquella situación, no tenía ni idea de que la estaban investigando.
Simplemente pensaba que Silas debía de tener algunos hobbies especiales, y que por eso necesitaba guardaespaldas como aquel hombre.
Sería mejor para ella no tener nada que ver con alguien así, por ello, sacudió la cabeza esperando deshacerse de los pensamientos caóticos que se agolpaban en su mente.
Más tarde esa noche, a las once en punto, Luna llegó finalmente a casa.
Cuando abrió la puerta, vio a su padre, Jake Ruan, a su madrastra, Lucy Lin, y su media hermana, Nina Ruan, sentados en el sofá de la sala de estar.
Parecía que esta última debía de haber dicho algo gracioso, porque su madrastra se estaba riendo, e incluso su padre estaba sonriendo.
Ella se detuvo un segundo en la puerta, sintiendo un regusto amargo persistiendo en su boca.
Entonces, bajó la cabeza, ya que, con todos ellos en la sala de estar, parecía que no podría evitar ser interrogada.
Mientras se sentaba frente a los tres, trató de parecer lo más ofendida posible. En ese momento, su madrastra le preguntó:
"¿Cómo te va, Luna?".
Se suponía que mi matrimonio con Mathias me haría la mujer más feliz del mundo. Aunque sabía que él no me amaba, pensé que se enamoraría de mí una vez que lo colmara de amor. Ya pasaron cinco años y Mathias me trataba como a una cualquiera. Para colmo, conoció a su verdadero amor y cortó todos los lazos conmigo por culpa de ella. Él la presentó a todo el mundo; algo que nunca hizo por mí. Su infidelidad me llevó a la depresión. Me sentía totalmente destrozada. Tristemente, incluso en mi lecho de muerte, mi supuesto marido nunca apareció. Cuando volví a abrir los ojos, sabía que el destino me había dado una segunda oportunidad. Yo todavía era la esposa de Mathias y pasamos dos meses antes de que conociera a su verdadero amor. En esta vida, me negué a que él volviera a lastimarme. Consciente del gran error de mi antigua yo, le pedí el divorcio. Mathias rompió los papeles del divorcio una y otra vez y al mismo tiempo me encerró. "¡Rylie, deja de hacer estupideces! ¡Hacerte la difícil no me funciona!". Para demostrarle que hablaba muy en serio, seguí adelante y solicité a la justicia. Finalmente entró en pánico. Abandonó a la "mujer de sus sueños" y se arrastró a mi lado. "Por favor, dame una segunda oportunidad, Rylie. Te prometo amarte con todo mi corazón. Serás la única mujer en mi corazón de ahora en adelante. No me dejes, ¿de acuerdo?". Una guerra estalló en mi mente. Por un lado, no quería que me hicieran daño otra vez. Pero, por otro lado, no quería dejar ir al hombre que amaba tanto. ¡¿Qué debo hacer?!
Tras una noche apasionada, Verena dejó algo de dinero y quiso marcharse, pero fue retenida por su acompañante: "¿No te toca a ti hacerme feliz?". Verena, siempre disfrazada de fea, se acostó con el tío de su prometido, Darren, para escapar de su compromiso con su infiel prometido. Darren gozaba de respeto y admiración, todos creía que era frío y temible. Corría el rumor de que lo habían visto besando a una dama contra la pared, pero muchos no lo creyeron. Después de todo, ¿quién podría conquistar el corazón de Darren? Entonces, sorprendentemente, Darren fue sorprendido agachándose para ayudar a Verena con sus zapatos, ¡todo para conseguir un beso de ella!
Durante dos años, Bryan solo vio a Eileen como asistente. Ella necesitaba dinero para el tratamiento de su madre, y él pensó que ella nunca se iría por eso. A él le pareció justo ofrecerle ayuda económica a cambio de sexo. Sin embargo, Bryan no esperaba enamorarse de ella. Eileen se enfrentó a él: "¿Amas a otra persona y siempre te acuestas conmigo? Eres despreciable". En cuanto ella firmó los papeles del divorcio, él se dio cuenta de que era la misteriosa esposa con la que se había casado seis años atrás. Decidido a recuperarla, Bryan la colmó de afecto. Cuando otros se burlaban de sus orígenes, él le dio toda su riqueza, feliz de ser el marido que la apoyaba. Eileen, que ahora era una célebre CEO, lo tenía todo, pero Bryan se encontró perdido en otro torbellino...
Cheryl, una huérfana ordinaria, logró casarse con el hombre más poderoso de la ciudad. Era perfecto en todos los sentidos, excepto en una cosa: no le gustaba ella. Tres años después de su matrimonio, finalmente quedó embarazada, en el mismo día en que su esposo le entregó los papeles de divorcio. Parecía que se había enamorado de otra mujer, y por alguna razón que ella desconocía, él creía que ella también se había encaprichado de otro hombre. Justo cuando ella pensaba que su relación estaba llegando a su fin, él no quería que se fuera. La mujer ya estaba dispuesta a renunciar, pero él le confesó su amor. ¿Qué iba a hacer Cheryl en esta maraña del amor y del odio, mientras estaba embarazada?
La vida de Candice dio un extraño giro la noche de su boda. Su marido, Greyson, no apareció para consumar su matrimonio. En su lugar, un desconocido irrumpió en su habitación y la violó. El matrimonio se convirtió en un infierno para ella. Mientras intentaba dejar atrás la pesadilla, su suegra aprovechaba cualquier oportunidad para desacreditarla. A Greyson, que debía apoyarla, le importaba un bledo. Al contrario, llevó a su amante a su casa. No pasó mucho tiempo antes de que Candice fuera expulsada de la casa. Todos pensaban que era una debilucha indefensa, sin saber que era una abogada extraordinaria. Llevó al hombre que la violó a los tribunales. Quería pagarle con la misma moneda. En el transcurso del proceso, descubrió estupefacta que el violador es el hombre más rico de la ciudad. Las cosas se le fueron rápidamente de las manos. El hombre intentó por todos los medios pedirle que se casara con él. Ella se dio cuenta de que se estaba buscando más problemas. ¿Cómo ella logría deshacerse de él pero acusarlo al mismo tiempo?
Carolina Navarro fue obligada por su padre a casarse con un hombre desfigurado para salvar a su familia de la ruina. Maximo Castillo tenía todo lo que cualquiera deseaba, hasta que un accidente aéreo destruyó su cuerpo, su alma y su relación, haciendo su vida desesperada. Sin embargo, independientemente de eso, todavía necesitaba una esposa y un heredero. ¿Podría funcionar un matrimonio entre estas dos personas? ¿Sería solo un matrimonio de conveniencia o crecería el amor entre dos almas heridas?