Fernando del Río es un joven de campo que tras un negocio de su padre, pierde potestad absoluta de la propiedad de la familia. La nueva socia de Fernando es Ericka Viccini, una adinerada empresaria con aires de superioridad. Los negocios los hacen rivales y el amor les atrae. Ericka: "Pues debe comunicarse con su padre porque al parecer vendió sin avisarle". Fernando: ¡Es imposible! ¡Recoja sus tacones y largo de aquí ahora! Ericka: "Es usted muy grosero, gracias".
Soy Fernando del Río, me encanta la pesca, desde niño aprendí con mi familia y mientras estoy en el rio, precisamente hoy tengo que ver a esta chica caminando en tacones. Pienso en mis adentros "Sólo a una loca se le ocurre estar caminando en tacones por las piedras de estos caminos".
No puedo decir nada con seguridad, pero con la experiencia que tengo, a mis treinta años puedo notar que a esta señora más allá de mi imaginación, le gusta llamar la atención, pero a mí que no me subestime porque me parece patético su atuendo.
Se está acercando a mí, no entiendo para qué si a esta señora se le nota que no es nada humilde.
-Disculpe usted, dígame por dónde queda la Hacienda del Río- con tono alto solicita mi ayuda.
-¿Qué tiene pendiente en aquella hacienda, señora?- le pregunto.
-Mucho cuidado con lo de señora, es señorita y soy muy joven para eso de señora- contesta.
-Esa no fue mi pregunta, señora, digo señorita-
-Soy la nueva dueña del lugar y quiero ir a ver mis propiedades- contesta.
-Señora, con todo el respeto que se merece ¿Cómo que nueva dueña? La Hacienda del Río nunca ha estado a la venta, es propiedad de los del Río desde hacen miles de años-
-Mire señor, hágame el favor de indicarme dónde está o sigo mi camino y lo descubro yo misma. No tengo porqué mentirle y mucho menos darle explicaciones-
No sé qué se cree está, pero si está acostumbrada a tratar a la gente con desprecio está equivocada de persona.
-Quizás está acostumbrada a tratar a los demás como basura, pero déjeme y le digo que está actuando como loca diciendo ser dueña de un lugar que no le pertenece, yo soy Fernando del Río, heredero y dueño de la Hacienda del Río, mi padre nunca vendería nuestra propiedad y menos sin decírmelo-
-Pues debe comunicarse con su padre porque al parecer la vendió sin avisarle- responde mientras me da la espalda.
Comienza a caminar con sus tacones entre las piedras y yo vocifero:
-Es imposible que sea cierto lo que me dice, así mismo pue' recoja sus tacones y largo de aquí dueña de todos los reinos del planeta-
Va caminando y se voltea a ver para respóndeme:
-Señor, es usted muy grosero, gracias por su ayuda-
Cómo es posible que está mujer se acerque y esté de igualada como si no conociera el respeto. Lo que faltaba, que una loca ahora venga a creerse dueña de la hacienda de mi familia, la que ha sido nuestra por miles de años según cuentan mis ancestros.
Por ahí anda mucha gente que debe estar loca y confundida. Yo soy el único heredero de esa propiedad, durante años el mayor de los hijos administra el lugar cuando el padre se retira.
Ahora vino a algo ella, a arruinarme la pesca, no atrapo ni un pescado, yo que quiero una comida de pesca fresca, de las manos de mi madre, Eva del Río cocina el mejor pescado en todo el pueblo de Valiente, además de ser la señora más amable de este lugar. Diferente de mi padre que es un señor un poco flexible, de campo y con sus propias reglas, ese es Carlos del Río.
Mis hermanos son muy buena gente, se han casado antes que yo, pero qué puedo decir, no es fácil encontrar al amor. A mis hermanos y a mí nos criaron con muchos valores y principios, los mismos que me dejan a cargo de la hacienda de la familia.
Los terrenos son gerencia de mi familia por lo que mis hermanos Isabel y Rodrigo siempre me estarán ayudando.
Algún día seré un hombre, me casaré y tendré hijos, el mayor me heredara al mando de la hacienda.
La presencia de esa mujer me trajo mala suerte en mi pesca o quizás escucharla me puso de mala sangre. Si va donde mi madre con esa historia de que es la dueña de la hacienda no traerá más que problemas.
Voy casa a ver qué se le ocurre a mamá para cenar, en el camino veo que también va la señorita que estaba en río, no entiendo que pretende caminando con tacones a estas alturas pero ella sabrá.
Voy cabalgando a mi caballo Esmeralda y ni loco le ofrezco llevarla, con esa ropa no podría ni subirse. Ya en casa después de la cabalgata sólo pienso que si la señorita está buscando esta hacienda se llevará a una gran sorpresa porque no le pertenece.
Saludo a todos al llegar, a mis hermanos, a mi padre y a mi madre, cruzo la puerta del frente que da lugar a la sala y me dirijo a la cocina. Mi madre sigue mis pasos para ofrecerme algo de comer y beber. Mi madre pregunta:
¿Cómo estuvo la pesca hijo? ¿Cómo te ha ido hoy? Veo que vienes sin ningún pescado-
-Es que madre me ha ido fatal, estaba pescando, pero creo que se ahuyentaron los peces porque una mujer engreída se acercó a preguntarme donde estaba nuestra hacienda, yo sin entender porque anda vestida tan elegante y en tacones traté de ser buena gente pero ella con sus aires de superioridad insistió en ser la dueña de esta hacienda. Además ¡Quién anda en tacones cruzando por dónde hay un camino de piedras! Una persona como ella, aparentemente de ciudad que no conoce la vestimenta adecuada para el campo, y para colmo camisa de tela con falda, maquillada y el pelo desamarrado, para nada una mujer de campo. Dijo que quería saber dónde estaba nuestra hacienda-
-Hijo pero ¿Por qué no le dijiste? Debiste ser más cortes, yo no te eduqué así y con las mujeres hay que tener más delicadeza- mi madre me regaña.
-Lo siento es que es muy desagradable el asunto, viene a preguntarme dónde está nuestra hacienda y cuando le contesto que esta equivocada, se molesta porque ella cree tener la razón y además se cree ser perfecta-
-Hijo, si no te conociera diría que esa señora te causo mucha intriga-
-Mamá, ni siquiera se su nombre ni me interesa saberlo-
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