«En tus penetrantes ojos está la sangre de los mártires, Danae» Ya han pasado muchos años sumergida en la tristeza y abandono que sufrió por culpa de aquel accidente automovilístico, llevándose la perdida de las únicas personas que ella amaba: sus padres. Un día, recibe la noticia de que iba a ser adoptada por una pareja de procedencia rusa, y aunque no le hace tan feliz como esperaba, le calma la idea de que pronto tendrá su nuevo comienzo. Sin embargo, esa misma noche, su hermana adoptiva le advierte que sospecha que estás personas no son lo que aparentan ser y que por el bien de ambas, deben descubrir que hay detrás de todo esto. Lo que ellas no sabían era que todo aquello que estaba escondido las lleva al mismísimo centro de una secta religiosa llamada "Los 7 de Carmín" que hará todo lo posible para velar la futura prosperidad de una humanidad sucumbida por el pecado, sin importar que su futuro dependerá de unos jóvenes sin nada. ¿Que sucederá con Danae y los demás? ¿Quienes son Los 7 De Carmín? ¿Cuál es el precio por la gracia divina? O mejor aún, ¿Tenemos nosotros salvación?
Capítulo uno.
Un aroma familiar y dulce.
Sus adjetivos de tal maravilla son fino, sutil, fragante, armonizador, delicioso y crocante.
Nada mejor que presenciar el perfume de unas galletas recién salidas por la mañana y que al bajar por las blancas escaleras, te encuentres la mesa servida y proceder a sentarte para abrazar a tu pulpo violeta de peluche. «Buenos días» escuchas una voz masculina al fondo del pasillo que parece alejarse, pero no le das importancia porque estas a punto de gozar tal festín mañanero con un buen vaso de chocolate con leche, pero una mano te detiene, tu expresión es frustrante y a la vez graciosa.
Esa delicada mano te obstaculiza tal movimiento triunfal, no sin antes dedicarte una sonrisa para que luego se la devolvieras con más ternura. Su palma acaricia tu infantil mejilla y se acerca a ella para dedicarte con sus delgados labios un beso con las palabras «buenos días, mi niña».
Mi reacción a su voz era tan cálida, de algún otro modo esa mujer y yo éramos cercanas, pero su imagen era tan vaga en mi visión que no recuerdo su aspecto, su tibio cariño era muy inolvidable. De pronto, esa escena es interrumpida por otra menos agradable; las melodiosas palabras de la fémina se volvieron gritos de terror. La mesa que estaba adelante, era ahora un auto recién impactado; litros de sangre escurrían por todos lados del vehículo, las refacciones se encontraban destrozadas en suelo, otras habían perforado y traspasado el cuerpo de un hombre que, ya sin vida, aun sujetaba la mano de su mujer. Esta, sollozaba y sufría el peso que su propio asiento provocaba en su espalda, su desesperación por salvarse era inútil así que solo sus lastimadas manos buscaban las de la pequeña asustada.
La infante por otro lado, miraba con horror tal tragedia que acababa de suceder '¿Cómo sucedió?' Fue una pérdida de pregunta para la niña a su madre, la mujer se quedó callada para con su último aliento calmar a su hija que tendría que abandonar lastimosamente.
-Dana... -entrecerraba los ojos, ya era tarde-. No olvides quien eres hija, te amo.
Se apagó.
Ni calidez, ni dulzura.
Al menos la frialdad podía ser perfecta en aquel momento, no hubo nada.
Sus últimas palabras fueron innecesarias para aquella niña pequeña; ¿Cómo esperaba olvidar quien era, cuándo sus padres mueren en su presencia?
Recuerden que este mundo es cruel, malo y egoísta. Cuando todo está pintando rosas y mariposas alrededor, llega la falsa realidad para golpear sin avisar, a veces podrá ser suave como por ejemplo, cuando se te cae tu cono de helado favorito; pero otras serán lastimosas, esas que te carcomen por dentro, destruyen tu alegría totalmente.
Por ejemplo:
Tú eres un bello roble en medio del llano bosque de emociones positivas, todo muy hermoso y tranquilo ¿no?, bueno, aquí viene la peor catástrofe. Una flama luminosa se enciende al fondo pareciendo inofensivo, como se va acercando va consumiendo los retoños del bosque. Eso aún no es lo mínimo de lo que se aproxima, porque ahora van los demás robles de tu alrededor. Al fuego no le parece bastar con eso, por lo que sigue creciendo y llevándose consigo mismo más árboles para complacerse con tu pérdida. Las cenizas ahora se hacen presentes, el pacífico ambiente se torna gris, el aire es toxico para vivir. Tu bosque desapareció de un momento a otro, es terrible ahora. Lo que había se quemó y fusionó con el fuego, te toca a ti; tu última paz arde sin oposición... así es como es y se siente. Arde, quema, te lastima sin perdón de nada, te mata y asfixia sin piedad. Solo quieres que pare pero es imposible.
No olvides quien eres...
Claro, no debo olvidar el dolor. El sufrimiento. La soledad y la falta. No puedo borrar esos sentires, porque mamá me lo pidió y me ama. Por supuesto...
*
¡Pam! El auto se detuvo de golpe, lastimando y estrellando mi cara con el asiento de adelante, me sobé la frente sintiendo ese leve ardor, dándome cuenta en el espejo retrovisor que en vez de un granito recién explotado tenía un moretón poco visible pero muy doloroso, «Al menos ese fue el precio para despertar de tal pesadilla» pensé, haciendo una mueca de alivio y disgusto a la vez.
Mi visión cambió a la ventana derecha para presenciar mi nuevo hogar; una gran casa construida de madera color azul cielo, sus ventanas blancas se encontraban cerradas, por lo que me fue imposible ver el reflejo interno de sus habitaciones. Las puertas de la vivienda eran del mismo modelo que las ventanas, agregando que en sus orillas había manchitas amarillas suponiendo que la humedad era responsable de tal detalle.
No sé cuánto tiempo me quedé en mi asiento analizando cada característica de la casa, pero sentí miradas de los asientos de adelante, obligándome apartar mis ojos de ella. Una pareja joven se quedó esperando algún comentario de mi parte, todo el camino escuchaba sus voces, pero mi atención estaba en mis propios asuntos como para dedicarle importancia a su conversación. Al final, la bella dama rompió el silencio sin antes darle una sonrisa a su esposo, el rojo de sus labios le sentaba muy bien en aquella risita amable.
-Pues, ¡bienvenida, querida! -juntó ambas palmas de las manos, complacida. La miré sonriéndole de boca cerrada y bajé del auto.
Un adulto cualquiera pudo decirme que fue una grosería o una acción de mala educación el no contestar con cortesía a las personas que te habían escogido para ser parte su familia. Familia. Formar parte.
Ellos eran muy jóvenes a decir verdad, no veo la necesidad de adoptar a una casi adolescente, cualquiera que me viera en la calle con esa mujer pensaría que somos hermanas o que ella era mi niñera. Pudo ser un bebé, es menos complicado ya que ellos aprenden a adaptarse creyendo que en verdad son sus padres biológicos, en cambio yo, sabía que nada nos unía, si quiera la apariencia.
-Vamos querida, entremos. Yo sé que la primera vez es sofocante, pero sé que te agradará. Además, alguien adentro nos espera; es como tú, mi dulce.
Le asentí a la dama elegante, mientras imitaba sus pasos a la puerta, le eché un vistazo a su apariencia; el caro vestido rosa pastel le quedaba bien, su escote y largo de este marcaban la sensual figura de esta mujer -y pensar que ahora es madre-, si yo un día deseara ser como ella estaba muy equivocada. Su blanca piel y cabello rubio no se comparaban con mi morena tez y oscuro cabello. Vaya autoestima que me cargo, lo sé.
La resolana en el interior era muy presente a esas horas y era asfixiante. Por algo siempre preferiré el tranquilo otoño-Invierno que la fatal primavera-verano, a parte, en los climas fríos pasas las mejores fechas del año.
***
Tal vez mis regalos siempre eran un par de calcetines nuevos o un libro de historia o biología pero, aquellas cenas que organizaba la señorita Amanda eran un verdadero banquete; pavo, res, cerdo y pollo, muy bien guisados y sazonados, acompañados con puré de papa, pasta o quizá vegetales al vapor. Podría decirse que las frutas caramelizadas o las gomitas y bombones con chocolate relleno que servían eran el mejor postre, después del helado y mis galletas favoritas, claro.
-Estas fechas son muy importantes en la vida de una persona -la señorita Amanda finalizaba su discurso de todos los años-, sobre todo en niños y jóvenes como ustedes -señaló con su copa todo el comedor- y es triste saber que está sea la última fecha que pasen conmigo. No por nada malo, sino que ahora sus Navidades y fines de año serán con una familia, que es mucho mejor que esto -alzó su copa de ponche y lo bebió, dando así, el cierre perfecto antes de comer.
Cada año decía lo mismo antes de cenar; 'Sus navidades y fines de año serán con una nueva familia, que es mucho mejor que esto'.
¿Qué tiene de mejor que está cena? Siempre pensé que serían regalos mejor elaborados, una comida mucho más grande y variada, quizás tenían la oportunidad de ver a Santa Claus, el real obviamente. No como el Papá Noel interpretado por el Sr. Bernard, el conserje; su natural, larga y sucia barba le daban la impresión de vagabundo, el traje rojo y viejo no aparentaba la chispa decembrina, y por favor, no hablemos del Ho, ho, ho. ¡Feliz navidad a todos! Parecía que jamás en su vida estuviera feliz, pero cuando era un partido de fútbol todos nosotros podíamos oírlo en el sótano emocionado. Qué ironía es este hombre.
En fin, después de las comparativas en ambas supuestas navidades, decidí que no importase si la pasas solo o no, ¿Quién quiere un aura familiar cuando se tiene suficiente comida deliciosa? Por supuesto que yo, no.
***
¡Estoy en el cielo celestial, por Dios!
Si conquistar a las personas con bocadillos fuese un delito, Gasha Peskov sería condenada a millones y millones de cadenas perpetuas.
Las galletas son mi debilidad, y justo el primer día alguien se aprovechó de ello, pero no lo voy a negar, me gustó que lo haya hecho. Estaban calientes y humeantes, el color marrón tostado era muy apetecible ante mis ojos, esas perfectas y muy bien colocadas chispas de chocolate me incitaban.
Un mordisco. El deleite en avellana invadió poco a poco; primero en mis labios con su textura crocante recorriendo mi boca en calor hasta llegar a mi lengua, inundando en éxtasis mis papilas gustativas. Este embeleso de comer galletas es único en mi vida.
- ¿Deliciosas? -interrumpe Gasha mi momento.
Con las mejillas llenas de migajas, asentí. Un leve rubor recorrió mi cara, el hecho de que me vieran disfrutar tanto un simple aperitivo era un poco vergonzoso, así que me limpie la cara, compuse mi postura relajada y di las gracias.
-No hay por qué agradecer, nena. Está es tu casa -habló ahora Nikolai, el perfecto esposo, como presume Gasha.
Es increíble la manera que me trataron hasta ahora, el hecho de que ya »estoy en mi casa« es abrumadora, pero tranquilizadora a la vez. En cierto punto no puedo aclarar que han ganado totalmente mi confianza. Es el primer día. Así que veremos que sucede, pero tengo la impresión de que no son malas personas y viviré bien con ellos.
- ¿Mamá...? -una voz me interrumpió antes de agradecer de nuevo. Su voz era un poco fría pero a la vez aguda y tierna, creo no esperaba mi llegada.
No podía ver su cara aún. La dueña de esa voz se encontraba al inicio de las escaleras en el piso de arriba, su mano se deslizaba sobre el barandal matizado. Sus pasos aunque eran suaves, el eco del pasillo las hacía ruidosas. Se acercaba aún más y la imagen de una niña de mi edad -menor, más bien- se aproximó a la puerta de la cocina. Sus características eran casi iguales a las mías, salvo las facciones de su rostro. Vestía casual, muy diferente al estilo de Gasha; con vestidos, zapatillas, joyas y esas cosas muy femeninas. Me agradó a simple vista.
-No te quedes ahí, hija. -le invitó-. Ven, saluda a tu nueva hermana -sentí una punzada con 'hermana'-, ella es Daiana -me indicó.
-Mucho gusto conocerte, Daiana -asentí con una sonrisa de boca cerrada-. Mi nombre es Dánae.
Hubo un breve silencio después de presentarme a la jovencita, estaba pensando en algo o en nada, tal vez, afirmo que esto era una sorpresa para ella. O no estaba a gusto...
-El gusto es mío -dijo finalmente.
Otro silencio.
El momento era incómodo, y la tensión se sentía ¿Qué más puedo decir?
-Daiana... -analicé-. Es lindo tu nombre, además -levanté mi dedo índice con entusiasmo-, empieza con D, como yo.
Inteligente e interesante, Dánae, inteligente e interesante.
-Sí.
Bien. ¿Qué más?
-Puedes decirme Dana -asintió ligeramente-, y yo te diré... -pensé- te diré Daia. ¿Te gusta?
Volvió a asentir.
-Perfecto Daia.... -me callé.
Con que así se siente tener hermanos, creí que era distinto. Me conformaba con el trato de los otros chicos en la Casa Hogar, pero esto es demasiado forzado. ¿Que decía la señorita Amanda en éstos casos?
-Sean amables, cordiales, relajados y espontáneos al conocer a su nueva familia -rodeó el aula con su bastón-, si no, jamás cuadraran en un principio.
Bien. Puedo hacerlo. Lo estoy haciendo.
Amabilidad acertada.
Cordialidad enviada.
Relajación extrema.
Espontaneidad... ¿Cómo se hace?
- ¿Quieres ir arriba? -me sacó de mis pensamientos.
-Claro, supongo que quieres mostrarme tú-
-Nuestra habitación -me corrigió y calló.
Nuestros pad-Gasha y Nikolai se quedaron en el comedor de la cocina para seguir hablando, nos dijeron que no tardáramos mucho pues la cena se enfriaría y sabría mal, obviamente. Subir esas escaleras me sacan de quicio; olvide lo perezosa que puedo llegar a ser, esos 18 escalones mataban paso a paso. Dios, siento que corrí un maratón o algo así.
Al subir, el pasillo estaba oscuro por lo que Daia encendió la luz. Había cuatro puertas, todos del mismo color y diseño, al parecer a esta pareja le gusta mucho el estilo clásico. Pasamos por la primera puerta y la miré con atención, «Es su habitación» contestó, antes de que pudiera preguntar. La segunda puerta, «La oficina de Nikolai» volvió a hablar.
-Jamás debes entrar. Él dice que son sus asuntos laborales, por lo que no hay nada que ver o escuchar adentro. -Seguimos caminando hasta la última puerta-. Este es el baño -dijo pasando la entrada del tercero-. Y finalmente... -se detuvo para señalar con sus manos- nuestra habitación.
Abrió la puerta y nos adentramos al cuarto. Agradecí que no fuese el habitual "Cuarto de princesas" con el que soñaban mis ex compañeras de habitación. Era sencillo y cálido. Sus paredes eran de color gris claro, había dos camas individuales con sábanas, almohadas y cobijas blancas; me gustaban, le daban limpieza y orden. Los muebles no eran muchos, solo una mesita con un lámpara que hacía división en ambos colchones y un armario lo suficientemente grande como para guardar nuestras cosas y mucho más. Aunque si me pongo a pensar no tengo muchas cosas; solo mi vieja y oscura ropa, mis artículos de higiene personal, unos tenis blancos muy gastados y mis libros que me fueron obsequiados tiempo atrás. Eso es bueno a mi parecer, no hay necesidad de tener tantas cosas a tu posición cuando esté mundo es más acumulativo que otra cosa.
-Me gusta -dije con sinceridad.
-Igual a mí. Me dejaron elegir la decoración, y como puedes ver -extendió las manos en grande-, no soy fan de lo extravagante.
-En eso estoy de acuerdo contigo -crucé los brazos con aprobación-, un dormitorio es para dormir no para presumir que tan bello o rosa puede ser.
Ella asintió.
Me recosté contra el armario luego de guardar mis pocas pertenencias, mire al suelo jugando con las agujetas sueltas de mi tenis y quedamos en silencio. Creo que no soy la muy adecuada para iniciar conversaciones o incluso, continuarlas.
Daiana miró un punto fijo de la habitación y frunció el ceño -No te ilusiones -quedé en blanco sin apartar la vista del suelo.
- ¿Ah?
-Lo que oíste. Te dijeron que soy como tú, y tienen razón después de que supe de ti. - ¿Saber de mí? No entiendo nada... -Sé que dije que estaba prohibido entrar a la oficina pero la curiosidad es muy escurridiza para mí, no pude aguantar, tome el pomo, la giré y-
-Al grano -le calle con seriedad. No estaba entendiendo ni una minúscula cosa que estaba diciendo.
Suspiró.
-Yo soy como tú, D -suspiró de nuevo, lo que sea iba a decir le costaba-. Mis padres... también me dejaron aquí.
- ¿En esta casa, con esta pareja? -cuestioné aún.
-Un día regresaba de la escuela, cuando entre a mi casa -su voz se quebraba, aun así se contenía- me encontré el peor escenario que mis ojos quisieran haber visto: mi madre y hermanos tumbados sin vida en el suelo, todo un mar de sangre, D.
Me mantuve en silencio, incrédula de lo que oía. Me costaba procesar tal situación.
-El responsable, mi padre -apretó los puños contra sus costados-. Pero no era él. Ese mirar que me tiraba... Culpabilidad y remordimiento. Pero, ¿Porque lo hizo? -se preguntó mirándome. Sus lágrimas brotaron- ¿Que estuvo mal? ¿Que estábamos pagando? Luego, se pegó un tiro a la cabeza. Más sangre en ese lugar, más dolor, más muerte y sufrimiento.
Me acerque para abrazarla, pero me detuvo.
-No puedo culparme más -se frotó la cara-, solo sé que ahora estoy sola como tú. Y ahora que estás aquí, todo lo que he descubierto ahora tiene más sentido.
Definitivamente mi mente va a explotar.
-Ellos ya te estaban esperando, sabían que algún momento llegarías a esta casa, Dánae.
-Eso tiene sentido -dije-, no veo por qué no se han estado informando sobre la chica que van adoptar antes de que lle-
-No entiendes.
-Si entiendo -me miró con sorpresa sarcástica-. Perfectamente, niña.
-Mira D -cruzo los brazos con frustración-. Ellos esconden algo. No quiero arruinar tu primer día feliz y galletas de chocolate pero -hizo una breve pausa-, estas semanas que llegue aquí y el tener que fingir que estoy completamente en confianza con mis «padres amorosos» me hizo ver qué hay un patrón en esto: ellos y nuestra llegada. Conmigo fue la misma cosa, calidez y cariño mutuo, esperando a que me acostumbre poco a poco. Y se está repitiendo, claro está que hay algo detrás.
»Y antes de que me vuelvas a cuestionar -me apuntó con su dedo índice- te sugiero que no vayas de periodista con ellos, es por tu bien. -Entrecerré los ojos con molestia-. No lo digo por mí, es por ellos. Tienen papeles y documentos extraños; no entiendo lo que dicen porque están en inglés, pero solo recuerdo una parte: 'subjects are almost a mile from the abyss. An abyss considered salvation from sin. The red of my faith is so great, like the sacrifice of these' -dijo casi en trabas, pero entendí-. ¿Sabes qué significa?
Si había algo que la señorita Amanda impartió con pasión durante todo mi tiempo en ese lugar fue exactamente el inglés. Lo hablaba y entendía a la perfección, pero en donde vivía no había con quién ponerlo en práctica.
-Va exactamente así: 'Los sujetos están a casi una milla del abismo. Un abismo considerado la salvación del pecado. El rojo de mi fe es tan grande, como el sacrificio de éstos'. -hice silencio después de esa traducción, era como un mensaje, pero sin sentido-. Eso no tiene sentido o alguna coherencia.
-Exacto, no lo tiene.
Silencio, de nuevo.
Pensé y pensé hasta que me ocurrió una loca idea.
-Sé que debemos hacer.
- ¿Qué cosa? -el rostro de Daia de iluminó.
-Hay que terminar lo que iniciaste.
Al principio no parecía entenderme, pero después formó una "O" con su boca dándome el alivio para evitar alguna explicación.
-No volveré a romper las reglas, D.
-De eso se trata. Ningún revolucionario en la historia consiguió lo que quiso siguiendo las reglas.
-Viva la revolución, entonces -animó forzadamente.
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