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Dinae acaba de mudarse a Londres pero no todo es lo que le han contado. Hay un secreto, y parece que ella es parte de él. BORRADOR, 2022 NO SE ACEPTAN COPIAS, ADAPTACIONES O TOMA DE PERSONAJES. Obra registrada en SafeCreative: 2201070198019
-No necesito que cuides de mí -reprendí al chico que me seguía.
-Lo necesitas, estoy seguro -contestó, resoplando por lo alto camine más rápido.
Las casas y tiendas comerciales estaban oscuras lo cual era lógico si caminas a las tres de la mañana. Escapar de todo esto no ha sido fácil pero he aprendido a sobrellevarlo.
-Quiero mi vida de vuelta -susurre para mí misma.
-Tu vida no te ha sido arrebatada -contesto el pelinegro deteniéndome por completo -. Aprende a vivir con esto, esta es tu vida ahora.
Negué repetidas veces soltándome de su agarre. Sabía que no podía deshacerme de él si corría así que opté por ocultarme, hacerme invisible.
Mi poder es ilimitado, puedo bloquear mi presencia a la vista de todos, incluyendo la de él. Es en este momento cuando agradezco todo lo que Monroe y él me enseñaron en este tiempo.
-Vamos rojita, no me hagas esto.
No hice caso, me quedé estática en las calles desiertas, iluminadas solo por las lámparas que descansaban al pie de la acera.
Desde mi plática con los ministros he tratado de mantenerme alejada del pelinegro, pero siempre vuelvo a su lado con la excusa más estúpida que podía crear.
No me siento capaz de alejarme del chico. Siempre volveré a su lado, sin importar las circunstancias ni lo que los ministros digan.
Pero no hoy, necesito aclarar mi mente y pensar a fondo lo que está pasando. Todos a los que amo están en peligro por mi culpa.
-No pienso alejarme de ti -volvió a gritar el chico -, sé que necesitas tiempo. Si quieres hablar, estaré a tu lado.
Se quedó en la misma posición, de pie con la espalda recargada en la pared.
-Hay algunas sonrisas en este mundo que debemos proteger -continuó hablando -. Supongo que la tuya es una de ellas.
No puedo más, sin eliminar el bloqueo, camino a casa. Lejos de todo este martirio de no poder decirle a él lo que pasa.
"Tú necesitas una novia y yo un novio. ¿Por qué no nos casamos?". Abandonados ambos en el altar, Elyse decidió casarse con el desconocido discapacitado del local de al lado. Compadecida de su estado, la chica prometió mimarlo una vez casados, pero no sabía que en realidad era un poderoso magnate. Jayden pensaba que Elyse se había casado con él solo por su dinero, por eso planeaba divorciarse cuando ya no le fuera útil. Sin embargo, tras convertirse en su marido, él se enfrentó a un nuevo dilema: "Ella sigue pidiéndome el divorcio, ¡pero yo no quiero! ¿Qué debo hacer?".
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Para pagar la deuda, desesperada y sin opciones, ella sustituyó a la novia y se casó con el hombre quien era conocido como un diablo al que todos temían y respetaban. Él le dio un mordisco a su dulzura y gradualmente se sometió a la lujuria adictiva. Antes de que se diera cuenta, ya era incapaz de liberarse de ella. El deseo desencadenó su historia, pero ¿cómo continuaría este amor condicional?
En opinión de todos, William se había casado con Renee bajo la presión. Ahora que su verdadero amor había vuelto embarazada, no podían esperar a que abandonara a Renee. Sorprendentemente, Renee fue sincera sobre la situación: "Para ser franca, soy yo la que pide el divorcio todos los días. Lo deseo incluso más que cualquiera de ustedes". Pero ellos ignoraron su comentario como un mísero intento de salvar las apariencias. Hasta que William hizo una declaración: "El divorcio está fuera de discusión. Cualquiera que difunda falsos rumores se enfrentará a consecuencias legales". Renee estaba confundida. ¿Qué planeaba hacer ahora este loco?
Danielle reveló sus múltiples identidades secretas. "Ya soy la mujer más rica. ¿Por qué no te casas conmigo? Puedo convertirte en el hombre más respetado". Después de regresar a casa como la legítima heredera, Danielle descubrió que no era bien aceptada por sus padres, peor aún, era despreciada por su hermana y aborrecida por su hermano. Sin más opciones, Danielle tuvo que reanudar sus actividades anteriores, ganándose la vida mientras mantenía ocultas sus otras identidades. Para su sorpresa, Shawn se enteró de sus secretos y le propuso: "Cásate conmigo y haré de ti la mujer más respetada de esta ciudad".
En su borrachera, Miranda se acercó audazmente a Leland, sólo para encontrarse con su mirada fría. La inmovilizó contra la pared y le advirtió: "No me provoques. Dudo que puedas soportarlo". Poco después, su compromiso se canceló, dejándola en la indigencia. Sin otras opciones, Miranda buscó refugio con Leland. Con el tiempo, asumió el papel de madrastra, cuidando a su hijo. Llegó a comprender que la decisión de Leland de casarse con ella no se debía solo a que ella era obediente y fácilmente controlada, sino también porque se parecía a alguien que él apreciaba. Ante la solicitud de divorcio de Miranda, Leland respondió con un abrazo desesperado y una súplica para que reconsiderara su decisión. Miranda, impasible, respondió con una sonrisa de complicidad, insinuando un cambio en su dinámica. El señor Adams, que siempre fue el controlador, ahora parecía ser el atrapado.