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Chicas lobo, asesinas, cazadoras y Domadoras; el Hadalid tiene todos estos personajes. Venganzas y aventuras. Sed de sangre, odio, desprecio. Podrás encontrar en este bosque olvidado por los humanos y el tiempo, criaturas adorablemente macabras en cada personaje. Relatos del Hadalid es una serie de historias cortas dónde mayormente te sumerges dentro del pensamiento y actuar de los personajes. Las tramas de cada historia se desarrollan principalmente en un bosque; y el momento? La noche; donde nuestros demonios y temores cobran vida.
-Lo volviste a hacer- dijo el cazador sacando la última de sus flechas del cuerpo que yacía en el suelo.
Una mirada rápida a su alrededor con el objetivo de detectar algún enemigo restante, para luego, notar que al último de ellos le separaban la cabeza del cuerpo.
Un hacha hacía el trabajo en manos de una chica de bellas proporciones, piel morena, y muy hermosas facciones. Sus ojos dejaban entrever la ternura de su juventud, y a su vez la ferocidad de alguien indomable.
-No pude evitarlo- respondió ella mientras su víctima caía al suelo sin vida -se me fué de las manos
Una sonrisa pícara y algo diabólica; y devolvió la mirada a su compañero de aventuras y misiones
-¿Esta vez que ocurrió?- preguntó el mientras continuaba recogiendo las flechas de los cadáveres.
-No me gustó la mirada de este último. Y como era el que más lejos me quedaba pues comencé por el más cercano. A fin de cuentas eran muy débiles, no hubieran podido sobrevivir a lo que viene- Respondió la joven a la vez que recogía un collar del desafortunado -Aquí está. Misión cumplida. Ahora volvamos al pueblo. Debemos regresar con la abuela.
El cazador volteó a verla. Ella estaba secando las sangre de sus hachas.
-¿Acaso sientes algún respeto por la vida humana?- volvió a preguntar el cazador; esta vez más resignado a que su compañera era incorregible. La respuesta era sabida.
Un gran, solemne y rotundo NO, no se hizo esperar a la vez que se sus ojos tomaban un color amarillo rojizo.
Entonces recordó como comenzó todo.
Ese día ella estaba de camino para visitar a su abuela en lo profundo del bosque. Esta se había establecido lejos de toda actividad humana, lejos de todos. Prefería la compañía de los animales del bosque a los animales de la ciudad. Los del bosque los podía entender. A los de la ciudad los prefería matar.
Así que, se alejó de todos.
Era tan grande la distancia a recorrer que cada vez que visitaba a su abuela debía quedarse para regresar al día siguiente. Muchas veces llegaba de noche; y esa, fué muy particular.
Cuando comenzó a oscurecer sintió que alguien la observaba. Al estar muy tupida la vegetación no podía ver más allá de lo que el camino permitía. Continuó; ya era muy tarde para volver y aún faltaba bastante.
Apurando el paso acortaría el tiempo en llegar, pero la sensación de vigilancia se hacía más pesada. La noche caía sobre el bosque cada vez más rápidamente.
Se asustó al escuchar el sonido de una pisada detrás de ella y echó a correr. Con el corazón agitado volteaba en plena carrera para ver qué la seguía. Nada. Se detuvo a recuperar el aliento.
«Si solo hubiese tomado el camino habitual no estaría ocurriendo esto» pensó
Casi recuperada estaba cuando volvió a escuchar el mismo sonido detrás de ella y esta vez, cuando volteó la mirada, solo alcanzó a ver una sombra sobre ella antes de perder el conocimiento.
Luego, destellos de una imagen donde era arrastrada por el bosque, cuatro heridas sobre el pecho le ardían. La sensación de seguir siendo arrastrada. Otra vez un destello. La sombra que la llevaba caía, algo había atravesado su cabeza. Luego la voz de su abuela y la de un hombre.
Su frente húmeda por las compresas que aliviaban la fiebre.
-¿Tendrá que aprender a vivir con eso?, ¿Acaso no es mejor terminarla de una vez antes?-
Escuchó la voz del hombre
-Que es mi nieta, solo ella puede. Y nadie la va a tocar. No mientras yo viva- respondió la abuela.
Un silencio, su cuerpo cambiando. Las estrellas pasando por el cielo veloces, una carrera por el bosque. Un animal destrozado. El sabor de la sangre en la boca. Luego paz; mucha paz.
Tiempo después, cuando se hubo recuperando le contaron lo sucedido. Había sido atacada por un hombre lobo.
Entonces comenzó el camino que la llevaría a dónde estaba ahora. Su abuela se había alejado de los humanos, ella misma era la cazadora más sangrienta de ese reino. Su reputación le hacía ser temida por todos en la ciudad.
Cada vez que se le encargaba una misión terminaba en alguna masacre. O al menos varias víctimas.
Así de temida era y así era su habilidad en batalla. Ella misma había tomado un aprendiz para luchar contra los fenómenos que acechaban en esos bosques: El cazador.
Ahora las enseñanzas habrían de pasar a su nieta. Y así fue. La única diferencia entre una y la otra, fueron las 4 heridas. Su transformación licántropa la hacía más fuerte, más resistente y más veloz. Aprendió a usar hachas de una mano, por lo que usaba dos; siendo así más letal de lo que normalmente habría sido.
Ahora era también, una Domadora de Bestias.
Envuelta en sus pensamientos estaba cuando la voz del cazador, que se había vuelto compañero inseparable la regresó a la realidad
-¿Ahora hacia donde? Jamás había estado en esta parte del bosque y orientarme me resulta imposible-
-Regresemos por dónde vinimos. Este asentamiento humano pronto se convertirá en un comedero de criaturas- respondió ella cubriéndose con su capa
-además; puede que sean humanos, pero también eran lobos. Ya conoces mi historia. Ya no soy esa niña inocente que se paseaba por el bosque con una cesta llena de comida para visitar a su abuelita. Ya no más-
El cazador había terminado de recoger sus flechas. Eran un hombre delgado, trigueño pelo corto y sus ojos de diferentes colores. Uno azul, otro verde.
Los ojos de ella; tornándose amarillos nuevamente, declaraban que estaba a punto de entrar en feroz combate.
Él la volvió a mirar y pensó
«Esa capa roja ya no te queda»
Ambos sonrieron nuevamente, como siempre hacían antes de comenzar una matanza. Él, desde la distancia abatía incesablemente. Ella con sus hachas dominaba a quien se cruzara en su camino.
La noche es joven, la luna llena los árboles y la tierra de blanca luz. Un silbido de ella y a su lado llegan un enorme tigre, un oso negro aún más grande, un huargo, un leopardo y el águila que hacía de vigía
-Esta noche nos divertimos-
Y entre risas siniestras, se lanzaron contra la multitud de desafortunados enemigos.
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