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Rose Campbell jamás conoció el dolor real, pero sí esa necesidad agobiante de libertad, manteniendo sus gritos y las lágrimas siempre reprimidas bajo una máscara de "hija perfecta"..., hasta que conoció a Hunter. De un día para el otro nadie puede cambiar, hay señales, emociones reprimidas y una angustia que carcome por dentro, queriendo quebrar todo a su paso y salir... Saliendo al fin, pero en una explosión caótica. Y así fue como la perfecta chica se convirtió en su mejor versión; una salvaje, pasional e impulsiva versión que buscaba a toda costa la libertad de cumplir sus sueños y vivir al máximo. Pero la felicidad nunca dura, y las decisiones de los demás también nos afectan, tomándonos muchas veces por sorpresa. Aunque... Nadie cambia de un día para el otro.